6 hermosas lecciones que he aprendido estudiando fuera de mi país

Llevo en Noruega 3 semanas para ser exactos y ha sido LA LOCURA.

¿Por qué? Llegar a vivir a un lugar diferente es difícil y ni hablar cuando éste es completamente diferente a tu lugar de origen. Además, nunca en mi vida me había tenido que defender “sola” – Gracias a la vida en realidad no he estado sola y he encontrado personas maravillosas dispuestas a ayudarme y acompañarme -.

Estas son las reflexiones que he logrado hacer hasta el momento:

  1. El Universo tiene esta maravillosa forma de colaborar contigo cuando confías ciegamente en él: en mi viaje debía dormir en el aeropuerto de Oslo por diversas razones, y gracias a que mi aerolínea sobrevendió el vuelo, terminé durmiendo en un hotel con comida y transporte. Allí conocí a una persona que vive en Noruega y desde el momento en que empezamos a hablar se convirtió en un ángel; yo digo que me adoptó como su hermana menor: me llevó hasta donde debía llegar, me regaló todo lo de cocina que ella no usaba para que yo no tuviera que comprar nada, y me habla todos los días preguntándome si ya hice amigos y si necesito algo. Es decir, está pendiente de mí todo el tiempo.

Además, cuando cuento las historias de lo que me ha sucedido, la respuesta de las personas es: ¡Eres extremadamente suertuda!

  1. Para encontrarse es necesario perderse: los que me conocen sabrán que yo no soy la mejor persona del mundo en cuanto a ubicación, de hecho, creo que estoy bien lejos de serlo; incluso en Medellín, ciudad en la que viví durante 23 años, me perdía mínimo una vez a la semana. Oslo no fue la excepción; ya ni sé cuántas veces me he perdido desde que llegué acá, debido a que, pese a ser una ciudad pequeña, cuenta con cinco medios de transporte público que se conectan entre sí y si a eso le sumamos mis habilidades en ubicación más el idioma – casi todo está en noruego – tenemos la fórmula perfecta para el desastre.

Pero, ¿saben? La mayoría de veces lo he disfrutado, he conocido lugares maravillosos que por voluntad propia es poco probable que conocería, he aprendido trucos para ubicarme, pero sobre todo, aprendí a tenerme paciencia y a disfrutar incluso cuando las cosas no salen bien.

  1. Rectifiqué que el amor es lo que mueve a las personas: mucho me advirtieron acerca de la personalidad de los noruegos, que aunque estaban dispuestos a ayudarte, eran fríos y cerrados y no voy a negar que en efecto son menos sociables que nosotros los latinos, pero en realidad me he topado con gente MUY buena.

Así como perdí la cuenta de las veces perdida, también perdí la cuenta de cuántas personas han estado ahí ayudándome: me han compartido internet, me han dejado llamar a personas desde sus celulares, me han llevado hasta las estaciones que necesito y me han explicado detalladamente y más.

Lo cual me hace reafirmar mi amor hacia la humanidad.

  1. Comprobé que en serio todo pasa por algo: pese a que he disfrutado la mayoría de ocasiones que me he perdido, hubo una que me estresó enormemente porque iba a llegar tarde a clase y dije: “no quiero seguir perdiéndome, esto tiene que parar”, a la vez solo sentía esa voz en mi interior diciendo: “respira, todo pasa por algo, llegar tarde no es el fin del mundo”. ¡Y he tenido la oportunidad de comprobarlo! Como me he perdido tanto y he aprendido tantos nombres y técnicas para ubicarme, he tenido la oportunidad de ayudar a una cantidad grande de turistas que están perdidos acá. Y creo que eso es lo más bonito de todo, perderme no fue en vano… De otra forma no tendría la información con la que ahora cuento para colaborarles a otros.
  1. Despegarse de la familia duele pero implica un crecimiento increíble: si algo he aprendido estas 3 semanas es el hecho de alejarme de mi familia, me ha permitido realizar cosas que con ellos no haría: limpiar el baño, cocinar, arreglar mi cuarto, lavar la ropa, mercar, etc.; y esto ha permitido no solo mi crecimiento como persona, sino llegar a un nivel de autoconocimiento mayor, lo cual a largo plazo implicará una mayor aceptación hacia mí misma.
  1. Demostré que si uno quiere, puede: es un sueño para mí estar aquí y aún hay días en que todavía no me la creo. Es una Universidad increíble con una cantidad de actividades tanto sociales como académicas que te permiten desarrollarte y expresarte; entienden perfectamente que no todo se trata de estudiar y que un buen profesional es sobre todas las cosas una buena persona; tienen el tema de inclusión súper desarrollado… Y un montón de cosas más, que yo digo: ¡wow!

Aún recuerdo cuando yo decía que en algún momento yo iba a estudiar fuera del país y pues ¡LO LOGRÉ!

Son muchas más las enseñanzas que he tenido en estas tres semanas pero intenté resumirlas lo máximo posible, espero más adelante poder seguir compartiendo con ustedes experiencias de esta maravillosa travesía.

Foto: María Paola Quintero.

Síguela en su instagram: @serparasanar

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