A pesar de mis enfermedades, yo solo tengo ganas de vivir…

Hola, me presento: Soy Yaqueline López y me defino como una luchadora incansable, que no me dejo derrotar por un estado de salud, sea cual sea.

Cada día demuestro que frente a una circunstancia de la vida, es posible vencer y superar cualquier pronóstico.

Hoy motivo a emprendedores del mundo a asumir retos y sobrepasar obstáculos. Mi historia, completamente opuesta a un cuento de hadas, perfectamente aplica como guión de cine o para escribir un libro que enseñe sobre compromiso, responsabilidad y empuje, pasando por encima de situaciones personales difíciles.

Mi primer reto, después del bachillerato, fue convencer a mis padres de que la música, mi gran pasión, podía ser complementaria a mis estudios de Administración de Empresas, pues ellos creían que el arte no puede ser rentable y no me querían ver tocando en los buses de su natal Bogotá, porque para ellos significaba que yo sería una fracasada.

Sin embargo, pese a esa oposición, con disciplina, saqué adelante dos carreras: Licenciada en Música con énfasis Instrumental y Administradora de Empresas, de la Universidad Nacional de Colombia.

Yo nunca renuncié a mis sueños y por eso lo alcancé”,

Pero hasta ahí los obstáculos eran menores. Jamás habría imaginado el calvario que me esperaba y que me permitió descubrir mi gran fortaleza.

Todo empezó en 2007, cuando tenía 23 años. Todos pensaban que era una simple gripa. Tuve dificultad respiratoria e ingresé a urgencias a la Clínica San José Infantil. El diagnóstico de los médicos fue una gripa mal cuidada, que se había convertido en bronquitis. Al día siguiente me dieron de alta.

Una semana después reingresé con iguales síntomas, pero esta vez eran más complejos. En esta oportunidad los médicos me dijeron que no era bronquitis sino una bronconeumonía. Duré tres días hospitalizada.

Al mes siguiente tuve un paro respiratorio y ya era más compleja la situación. Los especialistas que me trataban, expertos en medicina interna, cardiología y neumología, decidieron hacer estudios más profundos e invasivos, como un ecocardiograma transesofágico, una biopsia de pulmón y un lavado bronquial.

Por fin salió un diagnóstico: Hipertensión Pulmonar primaria.

Aunque se trataba de una enfermedad nada deseable, para mí la noticia fue positiva y lo explico así: Fue bueno tener un resultado, fuera el que fuera, porque era angustiante estar enferma y no saber de qué.

Pero la situación cambiaría dramáticamente en una semana. Después de tantos estudios dio positivo para una segunda enfermedad: Lupus Eritematoso Sistémico.

La verdad fue devastador conocer ese nuevo diagnóstico, ya que esa enfermedad por lo que había escuchado era terrible y dolorosa.

Como si fuera poco, hubo un tercer diagnóstico: Síndrome Antifosfolípidos, también conocido como síndrome Hughes, que me hacía candidata a usar anticoagulantes de por vida. De hecho, ya aprendí a aplicarme esas dolorosas inyecciones de henoxaparina.

Soy mi propia enfermera. Salí de esta hospitalización 15 días después con varios diagnósticos confirmados y con oxígeno.

LA HISTORIA DE UN PROCESO

En septiembre del mismo año tuve otra hospitalización, bastante grave. Nuevamente tuve tromboembolismo pulmonar y trombosis en las piernas.

Estuve una semana en la Unidad de Cuidados Intensivos (UCI) y recuerdo cómo se me heló la sangre cuando escuché una conversación del Jefe de Cardiología, que le decía a otro médico: “Pongámosla en lista para trasplante de corazón y pulmón”.

Pero mi fe en Dios ha permitido mantener una actitud de triunfo frente a la vida, por encima de todas estas enfermedades.

Lo mío es irreversible y progresivo. Siempre hablo con Dios y eso lo convertí en un hábito diario. Ese día le pregunté si ya era mi hora de estar con Él y entre lágrimas le pedía que no me soltara de su mano y que alimentara más mi fe. Pensaba en mi familia y en mi hija que tenia solo 5 años.

En esa ocasión estuve hospitalizada dos semanas y media. Para esa fecha ya había completado siete hospitalizaciones.

Trabajaba en una compañía en la cual me tenían mucho cariño y me brindaron su apoyo al máximo. Quería ingresar de nuevo a mi trabajo, pero mi estado de salud lo impedía, entonces mi EPS (seguridad social en Colombia) me remitió a Medicina Laboral y de ahí a Pensiones.

La verdad, no veía posible que me dieran una pensión por invalidez y más en este país que es tan complejo tener ese privilegio; pero las cosas y el destino comenzaron a darme otras luces y expectativas. En diciembre llegó a mi casa la resolución de mi pensión y ese día dije: ahora sí estoy más que convencida que voy a morir pronto.

Sí, al parecer era una mujer de poca fe.

Mis medicamentos diarios son prednisolona, bosental, metrotexate, aspirineta, cloroquina, Hidrocodona, 3 inhaladores y su infaltable amigo, el oxígeno.

Comenzó un nuevo año… un año que me daría una lección de vida importante.

Los especialistas me dejaban claro en cada control que no podía quedar embarazada. Si eso llegara a pasar, podía morir. En múltiples ocasiones me ordenaron la cirugía llamada pomeroy, o sea una ligadura de trompas; pero cada vez que iban a hacerla surgía algún contratiempo.

Cosas de Dios… Cosas del destino, quedé embarazada de mi segundo hijo.

En diciembre de 2009 se confirmó que estaba embarazada. Para ese tiempo tenía dos meses de gestación. Gran angustia, frustración y tristeza me invadían el alma.

Los médicos determinaron que para sobrevivir debían terminar con el embarazo. Aquí sentía el temor de Dios al pensar que eso estaba mal, pero también debía pensar en vivir, ya que mi hija me esperaba sana y salva.

Acepté ese procedimiento y unas horas antes de entrar a cirugía, el cardiólogo recomendó un ecocardiograma. Fue justo ahí cuando empecé a creer en los milagros.

Mi hipertensión pulmonar bajó muy levemente y eso era positivo, ya que podía sobrevivir al parto. ¡Sería un milagro! Mi ex-esposo es médico y no estaba de acuerdo con continuar el embarazo puesto que pondría en riesgo mi vida.

Fue horrible escuchar esa discusión entre los médicos, el abogado de la clínica y él. La última palabra la tenía yo. Debía decidir qué iba a pasar. Mi decisión fue continuar el embarazo en contra de todo pronóstico. Dios me regaló una luz y no la quería dejar apagar.

Estamos acostumbrados a que una buena historia tiene un final feliz, pero en este caso es diferente.

Mi ex esposo me dejó a los dos meses.

La verdad no fue fácil y sentí que mi mundo se destruía… ¿Qué sería de mi vida con cuatro enfermedades y un embarazo con un pronóstico no muy favorable?

Ahí descubrí que cuando los problemas y las dificultades llegan a tu vida, tienes la oportunidad de aprender y nacer de nuevo.

Decidí asumir mi propio pronóstico y era el AQUÍ Y EL AHORA, lo que constituye una de las más grandes lecciones de FE.

Fueron nueve meses de un embarazo con grandes dificultades y dolor. Las enfermedades, al parecer, me cobraban el hecho de seguir adelante con mi embarazo.

Y el 26 de junio de 2010, Pipe estaba a punto de nacer…

Recuerdo que ese día estaban muchos especialistas en esa sala de partos y yo les decía: Creo que esto es un espectáculo que nadie querrá perderse.. Me iban a dar anestesia general, pero les dije que quería anestesia parcial para estar despierta. Ellos me decían que era imposible ya que debería tener respiración asistida… Les dije: NO, la verdad no sé si sobreviva a esto, así que no quiero perderme la oportunidad de escuchar el primer llanto de mi hijo y verlo por primera vez…

A la 4:55 pm nació un hermoso niño. Quedó en silencio la sala. Mi hijo recién nacido no lloraba, así que lo llevaron a la sala de reanimación pediátrica. Y yo tenía el alma congelada de la tristeza y la ansiedad.

De repente, alcancé a sentir ese llanto débil de mi bebé. Me lo acercaron y estaba muy pequeñito y morado. Le daba dificultad respirar.

Recuerdo que el pediatra me dijo que lo mirara bien ya que esa imagen era la que quedaría en mi memoria. Debían llevarlo a Cuidados Intensivos, ya que su dificultad respiratoria era cada vez mas grave.

Suspiré… y desperté dos días después en Cuidados Intensivos, ya que tuve un sangrado muy complejo, mi saturación de oxígeno era muy baja y me tenían con ventilación asistida.

Cuando desperté, lo primero que quería era saber de mi bebé. Pensaba que no había resistido y estaba preparada para todo…

Pero Dios me volvió a premiar: Sobrevivió y actualmente luchamos juntos…

Lo digo en plural y con dolor, porque Pipe es asmático crónico. También toma medicamentos y usa inhaladores y sufre de crisis respiratorias que los descompensan mucho, a tal punto que debe usar oxígeno.

¿DÓNDE ENCONTRÉ MI MOTIVACIÓN PARA CONTINUAR?

En mis hijos y en mis dificultades. No me rendí y decidí luchar, creando mi propio diagnóstico, el que rige mi actitud ante la vida.

Desde ese tiempo hasta hoy, lucho con mis enfermedades diariamente; pero me gusta tanto mi vida profesional, la administración de empresas y la docencia de música, que prácticamente olvido mis padecimientos, o al menos los paso a un segundo plano.

Mi mejor terapia fueron mis adversidades.

Aunque he tenido otras hospitalizaciones más, hice un postgrado en Gerencia de Proyectos. Trabajé en Pacific Rubiales, luego emprendí mi camino hacia la enseñanza (dicto clases en dos universidades) y el emprendimiento. Además, trabajo como Gerente Comercial en una compañía, y actualmente inicié mis estudios en Psicología (La cual es mi tercera carrera profesional).

Hoy tengo Hipertensión Pulmonar, Síndrome antifosfolípidos, Anticoagulación Lúpica, Artrosis y células cancerígenas en mi pulmón. Y de lo único que tengo ganas es de VIVIR

Mi pronóstico es sonreírle a los problemas, hacer de mis dificultades un segundo postgrado, y compartirles esta historia de vida, para que las que pasen por algo similar, se atrevan a volver a nacer.

Fotos: Yaqueline López.

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