10 cosas maravillosas que aprendí de mi tía sobre inteligencia emocional

En general, los papás están pendientes de que sus hijos reciban los cuidados necesarios, las herramientas adecuadas para su desarrollo intelectual, que obtengan buenas calificaciones en el colegio y que sean felices.

En fin, la mayoría busca edificarles una base que les permita a los pequeños alcanzar la plenitud y el éxito en el futuro.

Pero si lograr la felicidad absoluta de los hijos es realmente la prioridad de los padres, ¿Por qué pocos le han puesto tan poca atención al desarrollo de sus emociones? ¿Por qué han subestimado tanto la importancia de enseñarles a gestionar lo que sienten? ¿Acaso creen que manejar las emociones de forma saludable es algo que se genera por sí solo?

De ser así, no habría tantos seres humanos siendo víctimas de depresiones, ansiedad o, inclusive, del odio.

Es por eso que en este artículo quise plasmar lo que he vivido desde muy niña, lo que he aprendido en la universidad, pero sobre todo, lo que he visto en la crianza de mis primos: la promoción de la inteligencia emocional.

 DEL LUJO A LA NECESIDAD

Por desgracia, la inteligencia emocional es una herramienta que no se enseña en todos los colegios. En muchos de ellos se adiestra a los niños y adolescentes para alcanzar altos estándares de inteligencia en diversas áreas de estudio, pero no se les enseña a controlar sus emociones, lo cual, a mi parecer, pone en desventaja a los estudiantes a la hora de concretar sus objetivos y metas.

Muchas personas han arruinado sus oportunidades de verse victoriosas ante sus objetivos porque no supieron manejar bien sus emociones. Jessica Simpson resultó ser una de esas personas, quien en 1993 arruinó su oportunidad de participar en el programa de televisión “El Club de Mickey Mouse” de Disney al entrar en pánico y sentirse intimidada por las audiciones de Britney Spears y Christina Aguilera.

A veces los individuos que tienen más éxito no son precisamente los que poseen buenas notas y un coeficiente intelectual alto, sino los que son emocionalmente inteligentes, los que saben gestionar con éxito sus emociones y son capaces de ponerse en el lugar de los demás y regular lo que éstos sienten.

Los niños necesitan conocer cómo idear estrategias para solventar sus problemas, necesitan enfrentar sus desafíos sin que caigan en la rumiación de los pensamientos (mantenerse en un vaivén de pensamientos negativos que causan mucha frustración, estrés y ansiedad). En otras palabras, “no poder dejar de pensar” en lo negativo, como preocupaciones, problemas o miedos.

Por esta razón, enseñar inteligencia emocional no es un lujo, es necesario.

CULTIVANDO HÁBITOS CON LOS HIJOS

De mi tía Antonietta Chihane, abogada y madre de tres hijos, he aprendido ciertas cosas del tema que quiero compartir con ustedes hoy (ojo, esto ha sido parte de un aprendizaje emocional que me ha interesado mucho; pero no es una camisa de fuerza y está sujeto a las características de cada niño y su familia).

  • No le digas a tus pequeños “no se llora” cuando se encuentren en situaciones desconcertantes. A los niños hay que darles explicaciones siempre. Explicaciones que descifren las siguientes interrogantes: ¿Por qué? ¿cómo? y ¿dónde?

Por ejemplo: ¿Por qué no se llora? ¿No es el momento adecuado? Podrías decirle “aquí no se llora, podemos llorar en otro sitio”. Hay que darles esa herramienta para que logren expresar sus emociones de una forma adaptativa.

  • Cuando tu hijo esté triste y llore, acércate con paciencia y pregúntate a ti misma por qué y qué es lo que está sucediendo, puesto que esa expresión emocional tiene algún motivo. Los niños no lloran porque sí; algo les pasa, alguna inseguridad tienen y es necesario analizar qué es lo que está sucediendo que los hace comportarse de esta manera.
  • Hay veces en que los comportamientos de los niños se repiten porque se obtiene un beneficio con ello: Llamar la atención. Algunas veces, dejarlos que se calmen por su cuenta es una manera de que aprendan a autorregularse; pero también de ir entendiendo que el llanto no es siempre la forma de captar la atención de sus papás.
  • Otro hábito que es importante cultivar es mostrar tus emociones. No es correcto que cuando tengas un episodio de tristeza, te vayas a tu habitación a llorar para que tu pequeño no te vea. Por lo tanto, hay que empezar a ser coherentes y a dar espacio a las emociones.
  • Debe haber reglas claras. Hazle saber a tu hijo lo que sí se puede y lo que no se puede hacer. Cuando tu niño presente un comportamiento positivo, refuérzalo. No me refiero a que le compres la bicicleta que quiere cada vez que haga algo bien; pero sí decirle algo como “felicidades, estoy orgullosa de ti”, “me gusta lo que has hecho” o inclusive “choca los cinco” – depende de la edad que tenga –.
  • Realizarles cumplidos. Ese tipo de refuerzos a ellos les encanta, aunque no lo demuestren abiertamente.

DESARROLLANDO LA HERRAMIENTA EN LOS HIJOS

  • Ayuda a tu hijo a reconocer lo que siente. En una cartulina, haz una lista de emociones con imágenes y ubícalo en un lugar visible – en su habitación, en el refrigerador, etc. – para que, al momento de preguntarle cómo se siente, pueda seleccionar entre las caritas que se parezcan más a su estado emocional.
  • También puedes ayudarlo a reconocer cómo se sienten los demás viendo una película en donde haya personas interactuando; intenta hablar con él sobre cómo podría estarse sintiendo tal persona. De hecho, les recomiendo la película Intensamente”, que les permite a los niños identificar las emociones y comprender su importancia en la vida.
  • Ayúdalo a comprender lo que siente. Después de que tu hijo ha identificado sus emociones, deben trabajar juntos para responder a las siguientes preguntas: ¿Qué causó lo que está sintiendo? ¿Esa emoción es una reacción adecuada a lo que pasó? ¿Qué le está impulsando a padecer esa emoción? Hacer lo que le provoca esta emoción, ¿Lo va a beneficiar o será algo que lo terminará perjudicando?
  • Enséñale a tomar decisiones de acuerdo a sus emociones. Hay oportunidades en las que la emoción que se siente no es la más adecuada para enfrentar una situación; aconséjalo sobre cómo utilizar la energía de sus emociones y transformarlas a fin de poder solucionar el problema.
  • Anímate a descubrir junto con tus hijos el universo de las emociones. Recuerda que el éxito es tan solo la punta del iceberg cuando aprendemos a ser emocionalmente inteligentes.

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Photo by Patricia Prudente on Unsplash

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