¿Cuál es el lenguaje que te define?

Cuando hablamos, estamos conectados con nuestro pensamiento y éste puede ir tan rápido o tan lento como las emociones lo permitan.

El lenguaje que manejamos puede abrirnos o cerrarnos posibilidades de acuerdo a la forma como lo usamos.  Una palabra de amor puede acercarnos a un ser querido, un sí puede cambiar una vida, un no puede salvarnos de una mala decisión, un gracias puede iniciar una amistad y muchas veces, el silencio y una mirada profunda también son una forma de lenguaje.

Michael Michalko en su libro “Los secretos de los genios de la creatividad”, cita un párrafo que me parece muy poderoso y que vale la pena internalizar:

“En una pila atómica, una reacción en cadena se produce cuando una partícula se separa de un átomo, colisiona con el núcleo de otro átomo y desaloja una segunda partícula, que a su vez, colisiona con otro núcleo.  Si la masa de material es lo suficientemente grande, la reacción en cadena se convierte en una explosión.  Lo mismo sucede con las palabras.  Una palabra nueva puede iniciar una reacción cuando colisiona con otra, en una especie de reacción creativa en cadena.”

Esta colisión de palabras puede generar una reacción positiva o negativa, y esto dependerá de nuestra emocionalidad, mezclándose a la vez con nuestra corporalidad.  Confieso que ante situaciones de mucha emoción me cuesta controlar la expresión de mis ojos y rostro en general (pero eso es tema para otro post).

Lo interesante de todo esto es que muchas veces sin darnos cuenta, nos definimos con palabras que nos repetimos una y otra vez.

Si pudieras imaginarte por un momento en tu diálogo interno, la primera palabra que te viniera a la cabeza, ¿esa palabra cuál sería?.

Las palabras generan acción, una acción sobre nosotros y sobre los demás; pueden impactar incluso en como nos vemos.

Como madres, por ejemplo,  podemos tener consciencia de lo que decimos a través de nuestros hijos, porque con solo escucharlos, nos escuchamos.  Con ellos, debemos utilizar el mejor lenguaje, la mejor palabra. Recordemos siempre que somos el espejo en que ellos se miran.

Como hijos podemos recordar cómo nos definían nuestros padres, y si el dialogo continuó a lo largo del tiempo o cambió, si me agrada o me desagrada.

Un buen ejercicio es empezar a definirnos con palabras amables, amorosas y que fortalezcan aquello que queremos llegar a ser.

Mi papá siempre decía que lo más difícil del ser humano es pensar lo que se dice y hacer lo que se piensa.  Para lograrlo, tenemos que ejercitarnos en la gimnasia del lenguaje de una forma positiva para con nosotros y con los demás.

Este texto es un post publicado en el blog “Mamá de dos niñas“. ¡No dejes de leer este blog!

Foto: Pixabay

¿Quieres recibir información que te empodere?

¡Suscríbete a Asuntos de Mujeres!

¿Qué temas te interesan?
¡Gracias por suscribirte! Recibirás información que te empodera, te hace sentir bien, te da herramientas y te acompaña. Asuntos de Mujeres es un lugar seguro.
Asuntos de Mujeres