Este cuerpo que ves me pertenece

Físicamente me desarrollé a temprana edad, los senos me crecieron antes que el promedio, y desde ese momento fui consciente de las miradas que me hacían sentir incómoda, esas que piensas que con el tiempo se irán, pero no, se acentúan, se hacen más duras, más penetrantes y más severas. Con las miradas llegaron los susurros, esos que sabes que hablan de ti, esos que te hacen encorvarte y mirar al piso.

Hasta que un día también llegaron los sermones de índole moral, religioso, de “consejos” de lo que debería hacer con mi cuerpo, de las cosas que a “Dios no le agradan”, de lo que realmente debe ser y hacer una mujer.

Curiosamente estos consejos y lecciones moralistas, provienen de mujeres casi siempre mayores, conservadoras y por supuesto, creyentes en un Dios al que al parecer yo no le agrado, porque “he profanado mi cuerpo”; porque un diablo me ha poseído por mis tatuajes, expansiones, pearcing, color de cabello y por mi gran bocota para defenderme.

Mi bocota y yo somos muy unidas, ella es más rápida que yo; pero ambas defendemos la idea de que el cuerpo le pertenece a cada quien. Yo he de hacer con el mío lo que me plazca, lo adornaré con más tatuajes y lo cuidaré con ejercicio, si eso quiero; pero sobre todo, no permitiré que nadie crea que es suyo, porque mi cuerpo no es un objeto, no son solo unas nalgas, ni tampoco un par de tetas que pueden comprar o tomar por pedazos.

Soy una serie de pensamientos bastante complejos, soy un cuerpo que me pertenece; pero sobre todo, soy alguien a quien deberías respetar. Cada vez que una mujer o un hombre me dice algo ofensivo o insinuante sobre mi apariencia, mi primer pensamiento es: “¿Con qué derecho vienes a darme consejos u opiniones que son realmente insultos malintencionados?”

Las mujeres nos damos muy duro. Nos hace falta empatía, pero sobre todo sororidad; y nos hace falta ese respeto mutuo, admiración por la otra, por su historia y sus luchas; sin embargo, criticamos la belleza y la inteligencia como si fueran defectos, y en ocasiones, aún hoy en día, exaltamos las labores domésticas y la dedicación exclusiva a los hijos y a los esposos como si ese fuera el único camino que debería tomar una mujer.

Nosotras somos un conjunto bastante complejo, capaz de lograr cosas impensables; toda mamá, esposa, novia o hija, tiene sueños que por nada del mundo debe dejar de lado.

Así que hazte cargo de ti misma, cree en ti, entiende que eres responsable de lo que pase con tu vida y ámate; no permitas que nadie te diga qué hacer o se imponga sobre ti, ámate tanto que la gente lo note, ámate hasta cumplir tus sueños, ámate hasta que no duela, ámate como un acto de rebeldía.

NO DEJES DE VER EL BLOG DE MARÍA PALITO: HI POWER GIRL

Foto: Unsplash.

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