Maternidad en soledad: un gran reto

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La maternidad no siempre es un camino de rosas. A veces, puede ser hasta de soledad. ¿Cómo trabajamos estos sentimientos negativos que suele dejar el postparto? Averígualo en este artículo de Crislemar González (@aventuradecriar)


¿Los sentimientos de soledad en la maternidad son reales? Pues sí, lo podrías estar viviendo a flor de piel, haciendo lo que puedes al maternar y al mismo tiempo, exponiéndote a las críticas de los demás…

Sin darte cuenta, podrías estar atravesando un camino de soledad, lo creas o no.

Puedes vivir múltiples emociones encontradas, donde todo pudiera pasar intrínsecamente fluyendo sin sentirse; puedes estar viviendo oportunidades a medio florecer, puede pasar que nada te conmueve, en algunos momentos, no sientes ni euforia ni disgustos o sorpresivamente, puedes enojarte y perder los estribos. Así es esto.

Tranquila, el encuentro entre el postparto, las hormonas y la soledad a veces hacen trizas la sinergia de la nueva maternidad.

Estarías pensando lo grandioso que sería para ti sentir un confort incondicional, en el que otros asuman el cuidado de tus niños al menos un par de horas, colaborándote en un momento de tanta necesidad de acompañamiento, cuando lo que quieres es gritar y salir corriendo.

Todas o una gran mayoría que vive 24/7 con su pequeño, sabe de lo que estoy hablando. Se trata de dedicarse un 100% al trabajo no remunerado pero desinteresado con disponibilidad total, sobreviviendo a una sociedad carente de empatía y en la que muchas veces, no cuentas con ayuda.


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La maternidad es una etapa llena de emociones positivas pero también trae sentimientos turbulentos.

La biósfera materna hace oscilante los momentos de nostalgia de ser la mujer de antes y coexistimos entre la seducción del empalago y la inmediatez a la trascendencia.

El impacto que trae criar un bebé, hace que todos los ideales queden en suspenso y las programaciones pasan a un segundo plano; como si un viento gira y todo se vuelca en un orden diferente instalándose con fuerza.

La maternidad real en soledad es una dimensión atemporal, aun así marca pauta, marca tiempo, nos abre las puertas hacia lo desconocido y al mismo tiempo abre otras, es una etapa encantadora y alucinante y ocasiona sentimientos ambivalentes, sentimientos de compañía, de apertura y ganancia, pero infortunadamente te hacen sentir también abandono, claustrofobia y pérdida.

En el largo camino maternal muchas veces nos sentimos aisladas, abrumadas, intentando asumir nuestra labor con algún modelo de madre ideal que, muy alejado de la que palpas, no coincide con la realidad cotidiana.

Entre múltiples encuentros con la maternidad (parto, puerperio, lactancia y crianza) por lo general vagamos por una situación que se nos presenta abruptamente: los bebés dependen de nosotras totalmente, son seres dependientes, naturalmente cumplimos nuestras funciones como mejor podamos y nos convertimos en asistentes con respuesta presencial y absoluta.

Aparecerán en tu vida conflictos internos inevitables, sentirás que fallas, que te están pasando cosas que a ninguna otra madre le sucedió, puedes experimentar que alojas emociones equivocadas o que algo no está bien. Te arriesgas a creer que no estás cumpliendo con “la lista ideal, de una madre ideal” y a lo mejor estarías pensando seriamente que cae sobre ti una cruel sentencia por no saber vivir un mundo nuevo.

¿Qué necesitas?

Para que no declines en tu rol maternal, necesitas constante apoyo familiar; alguien que te sostenga, asista, sustente y te preste todas las atenciones especiales de amor y cariño; que te aborde con guantes de seda en tu estado de vulnerabilidad. Los cuidados exclusivos son de vital importancia porque ensanchan tu espiritualidad y autoestima, para entregarte al bebé con vigor.

Que tú como mamá puedas contar con alguien que posea instinto maternal y te despeje un poco el camino mientras puedas disfrutar un espacio para retomar tus rutinas adecuadamente, que puedas descansar con sueños reparadores cada cierto tiempo para ayudar a reencontrarte con tu propio cuerpo.

Una mamá nutrida y amparada, puede amparar y nutrir a su bebé.


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Fotos: Pixabay.

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