Mi abuela y el machismo: un combo complicado

Antes de comenzar este artículo quiero dejar muy claro que AMO a mi abuela. Así, en mayúsculas.

Mi abuela –a quien llamo “mamá” desde que tengo uso de razón- ha sido uno de los dos pilares fundamentales en mi crianza, en mi crecimiento y en ser como soy. Me da mucho orgullo cuando hago cosas que ella me enseñó y cuando alguien me dice “es que eres igualita a tu abuela en tal o cual cosa”. Eso me llena de felicidad.

Ahora, no todo puede ser perfecto.

Mi abuela es una mujer de 84 años, la menor de 7 hermanos y la segunda mujer de su casa, porque la primera era su mamá. Ella siempre me habla de su familia, de sus cuentos de la infancia y siempre alega que era “el diablo en camisa” porque era muy tremenda. Por ser la menor entre gente tan grande, todos la consentían.

Uno de los cuentos que siempre me va a generar estrés es este: Ella junto a su mamá se encargaban de preparar la mesa para comer, con sopa, seco, jugo, manteles perfectamente almidonados y todo bello.

Los hombres se sentaban en el comedor a degustar el suculento manjar, mientras que ella y su mamá se iban a comer a la cocina. ¡SÍ, A LA COCINA! Cuando ellos terminaban, ellas simplemente se paraban, recogían todo y listo, a esperar la siguiente comida.

Un día ella me contaba eso de nuevo, y le dije “Mamá, eso es absurdo. Ustedes eran parte de la familia, no eran el servicio de la casa”. Y su respuesta fue “es que a los hombres hay que atenderlos como se merecen porque ellos trabajan demasiado”.

En pleno 2017, mi abuela se escandaliza cuando le digo a mi hermano de 15 años que friegue el plato, seque el baño, limpie algo que se cayó o haga la cena. Siempre me repite que tengo 0 (cero) como ama de casa y que mis aspiraciones para tener una “casa bonita con un esposo” están muy bajas.

El problema es que mi abuela –a estas alturas- considera que las mujeres –apenas nos casemos- debemos dejarlo todo para volvernos las esposas perfectas que hornean cupcakes y esperan a los muchachitos. Ella no me lo dice de frente y ha tratado de cambiarlo, me dice que yo debo hacer lo que quiera y lo que crea que es correcto, pero sé que en un huequito de su corazón, todavía lo piensa y lo espera.

Siempre he discutido esto con ella, porque le alego que no he trabajado ni me he preparado tanto para que llegue mi –futuro, espero sea bien guapo- esposo del trabajo y yo haya limpiado 3 veces la casa, tenga a los niños bañados y la cena lista, dejando a un lado mi carrera, mi trabajo y todo lo que he conseguido.

Ella dice que “tengo razón” pero yo sé que en el fondo solo me sigue la corriente.

Yo no voy a cambiar la mentalidad de mi abuela (que también dice que las mujeres a las 6:00pm ya deberían estar en su casa y no en la calle o en casa ajena) a estas alturas del partido.

En muchas cosas he logrado “hacerla ceder”, pero sí me he dado cuenta que el machismo es algo en lo que las mujeres llevan la bandera, que somos nosotras mismas quienes muchas veces hacemos a los hombres así y reafirmamos muchas conductas “socialmente aceptadas” como algo normal.

Y no, eso no está bien.

Mujeres: no está mal que su hijo, hermano, esposo, novio lave el plato en el que come, haga la cena, lave el baño, participe en la crianza de sus hijos o limpie la sala. Eso no los va a hacer más o menos hombres, al contrario, los hace personas útiles. Alejen el pensamiento machista de sus vidas e involúcrenlos en actividades cotidianas, eso los hará seres más conscientes, considerados, responsables y autónomos.

Photo by Damir Bosnjak on Unsplash

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