Catalina Suescún: Un embarazo, un cáncer y vivir la vida (Todo al mismo tiempo)

Les quiero contar la historia de Catalina Suescún, una publicista colombiana, mamá de tres hijos, quien durante su tercer embarazo descubrió que tenía cáncer de seno.

Catalina decidió vivir su condición de un modo distinto, y junto a su esposo y el resto de su familia, decidió darle la vuelta a la tortilla, vivir su embarazo con emoción, seguir trabajando, ver cada quimioterapia como una oportunidad y celebrar el milagro de la vida.

Fue una experiencia intensa, porque estuvo llena de decisiones trascendentales y riesgos; pero hoy cuenta su historia junto a Alicia, su pequeña de casi 4 años, quien fue uno de los motores de este camino que ella decidió emprender.

UNA VIDA NORMAL

Catalina Suescún tenía una vida normal, una mujer saludable comía bien y hacía ejercicio; con una vida familiar muy completa Tenía un cargo súper importante como publicista en una compañía en Bogotá y me cuenta cómo el afán y el corre corre del día a día, lograban opacar el disfrute de este momento.

Ella dice que, en las noches, cuando cerraba sus ojos y le daba gracias a Diosse preguntaba ¿Esto es todo? El desgaste de buscar mantener que todos los frentes de su vida coincidieran con ese libreto que muchas veces nos trazamos, le impedía gozar lo cotidiano.

“Tenía todo lo que consideraba necesario para ser feliz y no lo estaba disfrutando. Hoy, al mirar para atrás y con efecto de distancia, ella resalta: “Estaba buscando la causas de mi felicidad en el mundo exterior y no me había dado cuenta que la felicidad real se vive de la piel para adentro”.

Y la vida le mostró que todavía tenía mucho por aprender …

Aunque su tercer embarazo fue deseado, confiesa que la tomó por sorpresa. “Empecé a sentirme rara, fui al médico y me hicieron un eco; pero no salía que estaba embarazada. Yo me sentía extraña, tenía una angustia interior. Días después, me hice una prueba de embarazo y salió positiva: tenía 13 semanas”, cuenta.

Catalina tenía un presentimiento que la hacía rezar todos los días y pedirle a Dios por algo que no sabía realmente qué era, pero que le causaba inquietud.

Desde hacía un tiempo, venía monitoreando una condición fibroquística que tenía, pero no era nada para preocuparse. El día de su cumpleaños, el 21 de noviembre para ser exactos, un día que ella ama y celebra como si no existiera el mañana, Cata se hizo dos exámenes: en la mañana, una ecografía para ver a su bebé (que iba muy bien), y en la tarde, otro de seno… En este segundo examen, la cara y los gestos de la doctora no le dieron buena espina…

La sugerencia de la médica fue practicarle una biopsia, e inmediatamente, la idea de la muerte se asomó en la cabeza de Catalina. “Fui y vine de la muerte. Me imaginé a mis hijos sin mamá”, cuenta ella.

Esto ocurría mientras autorizaba los papeles de la biopsia en una oficina de su entidad de salud. En el proceso, una señora se le acercó y le entregó un librito de oraciones de emergencia y le aseguró que todo iba a estar bien. “¡Sus palabras me recordaron que no me había muerto, por fortuna!”, afirma Cata con diversión.

Y el resultado fue: carcinoma, seguido de un nombre larguísimo y miedoso que ni siquiera anoté en mi libreta mientras entrevistaba a Catalina.

Lo único que ella sabía del cáncer era que había un signo zodiacal llamado así y que significaba muerte. Entonces, después de vivir junto a su familia aquella noticia tan desalentadora, su esposo y ella fueron al mastólogo para estudiar el embarazo y ese recién encontrado cáncer de seno.

Había ciertas cosas que le preocupaban. Uno, era el sentimiento lastimero de los demás. “Yo no quería que las personas sintieran pesar por mí, quería que me dieran ánimo”. Entonces, junto a su esposo, acordaron pedir a sus amigos y familiares más cercanos, un acompañamiento adecuado: necesitaban que todos les trasmitieran un sentimiento de fuerza y buena vibra.

Pero había algo más importante aún: el embarazo. Entonces, Catalina escribió una lista de razones, de pros y contras. “Si suspendía el embarazo, no ponía en riesgo la vida de mi bebé y la mía, pero esto era imposible de aceptar para mi corazón”.

Pero si continuaba con el embarazo, nadie sabía qué iba a pasar con su bebé cuando se hiciera las quimioterapias.

“Yo entendía todas las razones, pero había algo desde lo más profundo de mí que me impedía suspender el embarazo”, afirma Catalina, quien agrega que su ginecólogo la animó a continuar con su embarazo y se comprometió a cuidarla periódicamente para asegurar la vida y bienestar del bebé.

Entonces, ella y su esposo les contaron a todos que continuarían con el embarazo y cerraban el buzón de sugerencias. Fue una decisión del corazón, que la hizo sentir en paz y tranquila.

Así que comenzó el tratamiento y cada 21 días recibiría una quimio.

Empezando este proceso, conoció a una mujer que estaba en la misma situación que ella, con cáncer y cinco meses de embarazo, lo que le hizo pensar que no era la única y esto la llenó de fuerza.

La quimioterapia le producía pánico pues ya le habían hablado de los efectos físicos que ésta le ocasionaría.

“Antes de la primera sesión empecé a pensar qué pasaría si la quimioterapia no existiera, que pasaría si no pudiera tomarla y empecé a encontrar razones que me permitieron vivir esta experiencia de otra manera; esto me generó un sentimiento de amor y gratitud por las quimioterapias. Le comencé a dar la vuelta a todo esto, las abracé y las vivía de una manera distinta”, asegura.

Cada vez que iba a una quimio, llegaba más temprano y hacía una especie de ritual que le hacía sentir que estaba avanzando positivamente y que se iba a curar. “Alicia (su bebé) era mi fuerza y yo era la de ella. Yo sentía que ella me decía: Aquí estoy, vas a salir adelante”.

Su embarazo fue de 34 semanas y durante ese periodo, se hizo un total de 6 quimioterapias.

EL PARTO

Catalina no cabía de la emoción, con el parto su bebé saldría del peligro. Y su ginecólogo no pudo estar presente porque, 5 días antes, lo tuvieron que operar a corazón abierto ¡nada más y nada menos!

“Eso demuestra que nada está bajo nuestro control”, afirma.

Lo que iba a ser una cesárea por diferentes razones, se convirtió en un parto natural.

Cinco días después, Catalina tuvo que seguir con el tratamiento y no pudo lactar. Los primeros tres meses fueron durísimos, le ganó el cansancio y las quimio se volvieron semanales, hasta que llegó el momento de la cirugía. “Tenía miedo y angustia por cómo me iba a quedar el cuerpo”, dice Cata.

Fueron siete horas de operación y al final, el médico le dijo:

-Cata, puedes volver a la vida.

“Volvía a la vida, sí; pero con la preocupación de que esto volviera a ocurrirle. Era duro entender que había llegado hasta acá, y que ahora conocía lo incierto de la vida, “¿Cómo iba a hacer para seguir adelante y disfrutar esta segunda oportunidad si estaba traumatizada?”, confiesa.

Se dio cuenta, entonces, de que ella no era solamente su cuerpo, sino también sus pensamientos, creencias, emociones y esa parte espiritual a la que había que ponerle atención, porque Cata empezó a vivir desde el pánico y no desde la tranquilidad de haberse curado. Ella solo ponía su energía en lo que le había pasado y todo se volvía trágico, a tal punto de que no podía dormir.

VIVIR EL PRESENTE

Entonces empezó a ser más consciente de su interior. Cerraba los ojos y pensaba en su vida y su presente. Había que hacer limpieza y revisión, porque vivir del miedo la paralizaba.

Así que empezó un proceso de conocerse, entender cuáles eran realmente sus miedos, dónde se originaba la enfermedad y si había alguna forma de cambiar esos pensamientos poco constructivos.

Esto la llevó a aprender a vivir en tiempo real y a conocer lo mágico del presente, estudió PNL, incorporó la meditación a su vida y se certificó como Coach. Se dio cuenta de que cada quien elige cómo quiere vivir la vida y empezó a pensar en quién se quería convertir.

Renunció a su trabajo y comenzó un nuevo camino en donde acompaña a otras personas a vivir sus procesos de transformación; además, es conferencista y facilitadora en temas de resiliencia y entrenamiento personal.

Junto con dos mujeres más, creó “Punto de Partida“, un programa de conferencias y talleres que da pistas sobre cómo vivir la vida cuando ésta te saca de formato. También creó el “Método Inspira“, un programa de acompañamiento a personas en procesos de salud, donde a través de 10 módulos, las gente sana desde el interior trabajando su inteligencia emocional, física, mental, espiritual y relacional.

Mientras tanto, Alicia es una niña increíble, feliz y sana.

VIVIR LA VIDA

En la vida no hay situaciones buenas o malas; tú decides cómo las vives. “La vida te da regalos mal envueltos y hay cosas que necesitas que te sucedan para aprender y para vivir mejor”.

Yo, por mi lado, termino diciendo que más que inspirarme, Catalina Suescún despierta en mí una gran admiración, porque tiene el don de convertir situaciones desafortunadas en oportunidades para aprender y entender qué te propone la vida y cómo la vas a vivir.

ALGUNAS ANOTACIONES SOBRE CÁNCER DE SENO Y EMBARAZO

De acuerdo con la American Cancer Society, el cáncer de seno durante el embarazo es poco común y se diagnostica en 1 de cada 3 mil mujeres embarazadas.

No es fácil de detectar, por los cambios hormonales y físicos propios del embarazo, pero el llamado es a prestar atención a cualquier masa o cambio que notes en tus senos. “Cualquier cambio sospechoso en los senos se debe examinar o incluso se debe hacer una biopsia, antes de asumir de que se trata de una respuesta normal al embarazo”.

Las mujeres embarazadas pueden hacerse tratamiento para el cáncer de mama. El monitoreo es mayor y minucioso y su tratamiento dependerá de importantes factores que puedes ver aquí.

Siempre consulta con tu equipo de médicos y no pierdas la esperanza, ni te desanimes ¡Vas a salir de esto!

Fotos: Catalina Suescun.

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