El “instinto maternal” no me ha llamado

¿Están todas las mujeres preparadas para ser madres? ¿El “instinto maternal” es inherente a todas las mujeres? ¿La maternidad es un instinto o un deseo?

Primero, aclaremos el mito arraigado en la sociedad de que todas las mujeres tienen un instinto maternal que las “llama” a ser mamás. Sí, el instinto maternal es una realidad biológica, pero es un vínculo afectivo que se da entre la madre y el niño tras la concepción del bebé, no antes, y está asociado al comportamiento natural de las mujeres tras el llanto del recién nacido. El llanto del recién nacido activa unas regiones específicas del cerebro de su madre que están vinculadas a la atención, al movimiento y a la palabra, independientemente de su cultura, lo que las impulsa a tomar a su hijo en brazos. Así lo revela un estudio realizado por investigadores del Eunice Kennedy Shriver National Institute of Child Health and Human Development.

Si bien las mujeres estamos natural y biológicamente preparadas para ser madres (me refiero al aparato reproductivo), no significa que todas quieran o puedan serlo. No, la maternidad es un deseo que tomará diferentes formas en cada mujer, y a veces puede no darse nunca. Yo, por ejemplo, a los 20 pensaba en la maternidad y en tener “mi propia familia” tal como la sociedad y las tradiciones me lo vendían, pero con el paso de los años me he cuestionado cada vez más la maternidad y el estilo de vida que esta trae consigo.

Al contrario de llamarme, el “instinto maternal” se aleja cada vez más.

Esa idea romántica de un embarazo feliz, el baby shower y una linda familia, se ha visto desplazada por la realidad que he conocido con los años, siendo testigo de los embarazos de las mujeres de mi alrededor. No todas queremos “dar vida”, ni tener que balancear la vida personal y profesional para mantener la carrera y la familia a flote. Si bien hay mujeres que logran compatibilizar ambos roles, hay mujeres que escogen la maternidad y otras que escogen su profesión. Ninguna de las tres es una mala elección, es solo tu elección.

Yo personalmente, con los años he perdido la capacidad de tolerar cosas que simplemente no quiero tolerar, y eso incluye la idea de no querer pasar por un largo y doloroso embarazo ni olvidar cuándo fue la última vez que salí sola con mi esposo; no quiero dejar de ver películas de adultos en el cine ni cambiar los ladies night por reuniones de mamás; no quiero tener que faltar al trabajo por los actos del colegio, alterar toda mi rutina profesional porque no tengo con quién dejar al niño ni tener que dejar de trabajar en el pre y post natal. Tampoco sueño con cambiar los largos baños calientes con una copa de vino por una ducha a medias, ni cambiar los bares y locales por piñatas y paseos al parque; no quiero dejar de tomar por más de un año mientras mi esposo puede seguir tomando vino, y mucho menos sacrificar mis horas de sueño (que ya son pocas) por “instinto maternal”.

Cuando pasas los 30 ya casi todos tus amigos empiezan a tener hijos y puedes vivir de cerca cómo cambian sus vidas. No hace falta tener un hijo para saberlo, así como no hace falta matar a una persona para saber que está mal. Cada día soy más intolerante a los berrinches de los niños en el supermercado, a los cumpleaños los domingos, sin alcohol y con gritos; cada vez soy menos “maternal”, no me calo nada de nadie y no estoy dispuesta a renunciar a mis sueños. Estoy en ese momento de mi vida de mayor desarrollo y potencial profesional, me siento una mujer plena y tengo mi propósito más claro que nunca.

Pienso en el sacrificio que implica la maternidad y cada vez me lo cuestiono más. Sí, es un sacrificio, lo que pasa es que es una palabra mal utilizada. Se cree que un sacrificio es algo malo, pero el término no tiene una connotación negativa. Sacrificio es el rechazo voluntario a ciertas actividades en pos de un objetivo. Las mamás, por muy modernas y profesionales que sean, renuncian a muchas cosas cuando se convierten en madres y sus vidas cambian por completo.

¿Me arrepentiré cuando sea mayor? No lo sé ¿cómo sé que no me arrepentiré de haber estudiado Publicidad? ¿De haber dejado mi país? ¿De haberme casado? Todos en la vejez se arrepienten de algo, incluso hay personas que se arrepienten de haber tenido hijos. No puedo tomar una decisión hoy pensando que me arrepentiré en el futuro. Hay mujeres que se arrepienten de haberse casado, otras de haberse separado; hay mujeres que se arrepienten de haberse puesto prótesis mamarias, de haber dejado su carrera o de no haber estudiado. La vida se trata de tomar decisiones, cada día tenemos que elegir y debemos aprender a vivir con esas decisiones.

Mientras que muchas mujeres asocian la maternidad con amor y emociones positivas, otras lo asocian con dolor, cansancio, angustia y miedo. Esto no significa, para mí, que la maternidad sea algo bueno o malo, simplemente es una decisión de cada mujer, y ninguna debe ser juzgada por sus elecciones.

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