Mamás: No son las redes sociales, eres tú

Durante mi embarazo, me dediqué a activar mi cuenta de Instagram.

Comencé a seguir a muchas mamás: mamás famosas con hijos lindos, mamás “cuenta historias”, mamás pro-lactancia, mamás con recetas ricas y nutritivas, mamás que hacían ejercicios con sus bebés a cuestas, mamás 24/7, mamás que promovían la crianza con apego y mamás que hacían manualidades y se inventaban juegos maravillosos; en fin… Mamás de las redes sociales que estuviesen alineadas con mi ideal y expectativa de maternidad en ese momento.

Nació mi hija, y la experiencia que yo comencé a vivir era totalmente diferente a lo que yo me la pasaba viendo en Instagram. Yo no era nada de eso, ni lograba hacer nada parecido a lo que hacían estas mujeres… Era realmente frustrante.

¿Por qué ellas sí estaban felices y yo no? ¿Por qué les encantaba hacer manualidades y a mí no? ¿Por qué si la lactancia es tan maravillosa, a mí me va tan mal? ¿Por qué a ella le gusta ser mamá 24/7 y a mí no? Eran miles los cuestionamientos que me hacía a mí misma, porque mi ideal de maternidad estaba ahí, en el Instagram.

Mi aspiración era ser como ellas, sentir como ellas, verme bonita como ellas y sobre todo, amar la maternidad como ellas.

Para mí, ellas estaban haciendo LO QUE DEBÍA HACER TODA MAMÁ, mientras que yo era una descarriada sin remedio.

Lo que sucedió con el tiempo, fue que las terminé odiando a todas, sentía una envidia tremenda, empecé a juzgarlas, las llamaba mentirosas, las veía como un fraude y como las RESPONSABLES absolutas de mi malestar.

Mi pensamiento central era: ¡Para ellas la maternidad es fantástica, yo soy un fraude!

Hasta que un día, le confesé al psiquiatra ese malestar constante que yo sentía al no poder ser como las mamás de mis redes sociales, empecé a llorar y le dije que había fracasado como madre, que yo no les daba ni por la cintura a esas mujeres maravillosas del Instagram y que a mí la maternidad me quedaba grande.

Eduardo (así se llama el psiquiatra), me dijo dos cosas:

-No son las mamás del Instagram lo que te afecta; lo que te afecta es lo que tú haces con esa información.

– Por favor, elimínalas a todas hasta que estés mejor.

Y así fue. Una tarde cogí el celular, abrí el Instagram y empecé a eliminarlas una a una; en su lugar, seguí cuentas de zapatos, ropa, maquillaje, accesorios y carteras (jajajajaja).

El no verlas comenzó a hacer efecto en mí. Estaba sola y sin criterio, no tenía idea de nada, ellas eran mi guía para muchas cosas; pero ahora me tocaba “criar” a mi manera.

El no verlas, me evitaba la angustia de compararme y de sentirme menos. Por mucho tiempo, dejé de ver recetas saludables, mamás fit o abanderadas de Carlos González. ¡Qué alivio! me había quitado un peso gigante de mi espalda. ¡Gracias, Eduardo!

Pero eliminarlas no fue mi solución, al menos no la solución final.

Eduardo tenía razón: no eran ellas, lo nocivo para mí era la forma en la que yo digería lo que veía en sus redes. Era creer que esa era la única y mejor forma de ser mamá, en vez de pensar que hay mil maneras de ejercer el oficio y que yo tenía derecho a intentar ser yo misma y explorar la mamá que había dentro de mí.

PERO NO PODEMOS CULPARLAS O RESPONSABILIZARLAS

¿Por qué deberíamos hacerlo? Ellas no tienen la culpa de que uno, como mamá, se sienta mal porque no se parece a ellas ni un poquito ¿Y saben por qué? Porque uno no postea en Instagram sus desgracias, ni dice que no soporta al marido, ni confiesa que a veces le provoca huir sin regreso a las Islas Fiji; uno no postea en Instagram si peleamos con nuestra pareja, si lloramos porque no sabemos manejar la pataleta o si odiamos la lactancia (¡jamás!).

¡Uno solo postea, generalmente, cosas buenas y positivas! Lo demás se queda en la intimidad y en la vida real.

¿Que Instagram es un mundo de apariencias? Sí lo es, porque como dice Sarita Palacio de @TenemosDuende, en las redes sociales uno quiere SER y PARECER. ¿Qué ellas aparentan pura felicidad? ¿Que ellas deberían ser “más reales”? Pues eso, queridas mamás, no es problema nuestro, porque ellas hacen con sus redes sociales y su familia, lo que mejor les parezca.

¿Que ellas dicen que hacer tal o cual cosa es malo o bueno? Eso es asunto de ellas, supongo que tú también tienes un punto de vista que merece respeto y si no estás de acuerdo con su opinión y su forma de ejercer la maternidad, tienes la opción del UNFOLLOW.

Esas mamás de las redes han decidido, por convicción, escribir sobre algo que les apasiona: su rol de maternidad. Por lo tanto, lo que van a exponer ahí es lo que les funciona y las hace felices (porque cuando a uno le gusta hacer algo, lo hace con gusto), las técnicas que usan para criar, los juegos que se inventan con sus hijos y todo aquello relacionado con su maternidad, que, definitivamente, es el tema más importante de su vida. Si la maternidad no es el tema más importante de tu vida, no pasa nada ¡Tú eres así! y nadie debería juzgarte por eso.

Así que no podemos señalarlas de promover un ideal de maternidad equivocado o de querer dárselas de mamás perfectas, porque ellas han elegido su maternidad como su oficio favorito, al que le dedican fotos e historias ¡Eso es válido y no nos puede afectar! Eso sí, es inevitable idealizarlas, porque se convierten en referentes y ejemplos a seguir, tal cual como una celebridad; pero de ahí a que te frustres porque no eres Kim Kardashian, tú me dirás.

Lo que no es válido es que comiences a darte látigo porque no puedes ser como ellas, que te sientas mal porque no logras hacer lo que ellas hacen o pensar que esa es la única manera de ser mamás.

La idea es aprender a convivir con eso, sin que te toque hacer terapia. Que no te afecten sus estilos, que no te creas menos y que no pienses que ellas sí son buenas y tú no.

TÚ ERES LA MAMÁ QUE ERES Y PUNTO.

Aprender a convivir con las redes, usándolas como guías, pero no como panaceas, es una forma de crear tu propia manera de ser persona y sobre todo de ser mamá. Cada quien tiene un estilo y una manera de criar a sus hijos ¡Descubre la tuya! ¡Comienza a ser fiel a ti misma! ¡Deja de buscar en otros las respuestas! Aprende a estar informada, pero también a filtrar. Lo que no te guste, deséchalo, pero no lo critiques; cada quien es como es y tanto tú como ella, aún con sus diferencias, tienen derecho a coexisitir.

El día que comiences a fijarte en tu propia manera de ser mamá y le agarres el gustico, ese día, comenzarás a seguirlas a todas otra vez… Y todo será distinto.

Foto por: Toni Hukkanen en Unsplash

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