Un papá es la mitad

¿Qué es un papá?

Quizá no estés de acuerdo conmigo; sin embargo, quiero decirte qué es un papá para mí…

Para mí, un papá es la mitad.

Puede ser que trabaje en una oficina en horario completo y extendido, llegue muy cansado por las noches y con ganas de echarse a la cama a ver televisión. Mientras lo hace, lo único que desea es jugar un ratico con los niños y comerse un plato caliente preparado al instante. Es normal.

Todos queremos eso en semejantes circunstancias.

Pero él es la mitad. Él forma parte de un equipo donde todos contribuyen desde que ambos son padres. Así que sabe que hay días en los que vale la pena llegar más temprano a casa, hay días en los que sabe que la mamá necesita un respiroun espacio propio y un descanso; y él está ahí porque sabe que forma parte de esta nueva dinámica familiar, en las que se reparten las tareas y las ganas de ser papás.

Él está ahí porque sabe muy bien cuál es su rol frente a la crianza de sus hijos.

Un papá es la mitad cuando aprende a dormir en una camita pequeña junto a su pequeña hija. Cuando se sabe el nombre de sus peluches, cuando se sienta a hablar con sus hijos al llegar del trabajo, cuando les pregunta cómo les fue en el colegio y los escucha con atención sin mirar el celular; cuando les lee un cuento y lo vuelve a leer y lo vuelve a leer; cuando se sienta a comer con su familia en un verdadero acto de compartir.

Aunque esté cansado, se sienta a jugar; sabe cuáles son las tareas de sus hijos, sus juguetes favoritos, su comida predilecta y sus actividades escolares.

Es el que no falta a un acto de sus hijos, por pequeño que éste sea.

Un papá sabe que es la mitad, porque al convertirse en papá, sabe lo que le toca y lo hace con gusto, porque así lo eligió y lo decidió.

Un papá va más allá de proveer, porque se vuelve partícipe de lo que sucede en la casa y además le gusta ese nuevo rol.

Un papá sabe que es la mitad porque se esfuerza por ser mejor persona, y practica la paciencia y la calma. No está ahí nada más para regañar y poner orden.

Un papá que es la mitad sabe que su esposa, ama de casa, está ocupada todo el día, porque está cuidando a sus hijos, lo que de por sí ya es un trabajo duro y a veces ingrato. Sabe que ella renunció a algunos sueños para quedarse en casa y eso vale mucho para él. 

Sabe que su esposa, una mamá que trabaja, también se cansa, y a veces pone demasiado peso sobre su espalda.

Ambos necesitan descansar, respirar y necesitan un masaje en un spa una vez al mes.

Un papá que es la mitad, es capaz de volverse un niño y hacer cosas que antes no habría hecho (como dejarse maquillar, ponerse lazos en el pelo, jugar fútbol durante 5 horas, aprender a bailar y jugar a la peluquería).

Un papá que es la mitad está conectado con su equipo, ese equipo que es su prioridad. Es aquel que ya no solo piensa en llevar la comida a la casa, sino también llevar orejas para escuchar, piernas y manos para jugar y corazón para sentir.

Ese papá no necesita que la esposa “lo atienda”, no necesita que la esposa le tenga la comida lista, no espera que le resuelvan la vida en casa, porque él ya la resuelve y enseña a sus hijos a hacerlo también.

Es posible que ese papá no sepa combinar la ropa de sus hijos, no haga pañaleras, piense que un tetero es el único alimento que existe en el mundo, rompa las reglas, sea más cómodo, más práctico y no se sienta culpable.

Pero para que sea la mitad y para que muchas nos dejemos de quejar, quizá debamos aprender a soltar, a dejar de ser perfeccionistas, a dejar de querer que todo se haga como nosotras decimos.

Debemos empezar a practicar la flexibilidad, a ser menos exigentes con ellos y con nosotras mismas.

Para que el papá sea la mitad hay que educar hombres conscientes de su verdadero rol al formar una familia. Hay que formar hombres respetuosos, abiertos, empáticos, compasivos, sensibles, conectados, responsables e involucrados.

Para que el papá sea la mitad, las mujeres debemos dejar de verlo con lástima o como seres incapaces. Debemos dejarlos de ver como adivinos (que denotan en nuestra pasivo-agresividad, que ha llegado el momento de ponerse los pantalones y convertirse en la mitad).

Para que sea la mitad, debemos entender que ellos hacen las cosas diferentes…

Por eso, debemos aprender a comunicarnos con los papás de nuestros hijos, a decirles lo que pensamos y a explicarles claramente lo que queremos. Para algunas no es fácil, pero es muy rudo vivir con ese no sé qué diario, que rompe matrimonios y manda todo a la porra.

Un papá se forma desde niño. Un papá está presente en la vida de sus hijos y asume la responsabilidad propia de su rol. Nadie dijo que esto sería fácil, ustedes saben que no lo es, pero la maternidad podría ser diferente con papás más involucrados por cuenta propia, porque les nace, porque básicamente son papás ¿No basta con eso para entenderlo?

Feliz mes a los papás que han decidido ser la mitad, feliz día a las mamás que forman niños alejados del machismo y el prejuicio; feliz día a las mamás que han aprendido a soltar y a los papás que han abierto espacios reales para estar con su familia.

Feliz día al papá de Emilia, a quien tanto quiero.

Papás… El tiempo les dirá lo bueno que fue ser la mitad.

FOTO: UNSPLASH.

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