Un toque que puede salvar tu vida

Mi madre me enseñó muchas cosas de niña. Las más significativas para mí fueron cuando aprendí a caminar, rezar y leer. Con el tiempo yo le enseñé muchas cosas a ella: los reality show, que el amor puede manifestarse entre dos personas del mismo sexo y a hacerse el auto examen de mamas.

Ella quizás nunca imaginó que al enseñarme a leer despertaría en mí la pasión de escribir. La verdad es que yo tampoco pensé que al enseñarle a hacerse el auto examen se detectaría un cáncer de mama.

Pero así sucedió.

En diciembre de 2011 ella sentía algo en su seno izquierdo, yo le decía que estuviera tranquila, porque 4 meses atrás nos habíamos hecho los exámenes anuales y todo estaba bien, sin embargo no era así.

Comenzamos el año planificando la cita para una nueva mamografía. Yo estaba convencida de que ese bulto era un nódulo más de los tantos que tenemos por condición genética, pero ella en su interior sabía que no era así, se lo decían las lágrimas que corrían sin parar antes de entrar al estudio mientras aguardábamos en la sala de espera.

Definitivamente eso que llaman intuición femenina existe. La doctora detectó algo nuevo, sabía que era cáncer pero por ética no podía decirlo sin realizar una biopsia, así que se hizo y luego de 7 días de espera recibí esa llamada que deseé que fuera equivocada: “Betty tu mamá tiene cáncer de mama”.

No había tiempo que perder, era lo único que pensaba, así que comenzaron las consultas con diferentes especialistas para coincidir en los criterios médicos: “cáncer de mama grado 3, hay que hacer mastectomía radical del seno y radioterapia”.

Para qué negarlo: quieres llorar – y mucho- cuando ves a tu mamá de 68 años con miedo por lo que pasará en su vida. Sin quererlo sentía que tenía que curarla como tantas veces lo hizo conmigo. Y así fue, solo que no lo hice yo, sino ella misma con sus ganas de vivir, su optimismo y con todas las personas que conoció en ese capítulo de su vida.

Actuamos rápido; a pesar de estar en un grado avanzado, ese toque que hizo con la mano en su seno izquierdo le salvó su vida. El cáncer estaba localizado solo en esa área y el temor de metástasis se descartó en el primer examen de exploración médica.

Su vida en ese momento cambió y la mía también. Entendimos el verdadero valor de las cosas y lo que significa la palabra desapego: cuando tienes que desprenderte de una parte de tu cuerpo para continuar viviendo, no existe nada material realmente importante.

A pesar de tener momentos oscuros y de desánimos ella se convirtió en toda una luchadora y ganó. Nos recomendaron que debía ocupar su mente en alguna actividad, así que llegamos hasta una clase de tejidos para hacer bufandas. Yo la dejaba en la puerta todos los sábados para que aprendiera, así como ella lo hizo conmigo cuando me llevaba al colegio.

Sus manos empezaron a tejer amor y comenzó a hacer bufandas para la familia, para los niños de la familia, para sus amigas y las mías porque quería mantenernos a todos “calentitos”. Sus tejidos viajaron por toda Venezuela y a otros países del mundo.

Manos

De esa experiencia ya van casi 5 años. Se dice que una persona con cáncer al pasar este tiempo se le llama “sobreviviente”. Yo sabía que ella lo era desde el primer día del diagnóstico.

¡Qué importante es conocer tu cuerpo y detectar algo extraño!

En mi caso, el año pasado pude descubrir algo “nuevo” que al estudiarlo tuvimos que hacer una mastectomía parcial en mi seno derecho porque a pesar de ser benigno en ese momento, tenía todo el potencial a mutar y convertirse en maligno. Hoy todo está muy bien y mi vida va de forma normal.

Sin duda alguna un pequeño toque puede salvar tu vida.

Puedes leer a Betty Hernández en su blog: La Tapara Digital

Fotos: Photopin y Betty Hernández.

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