Justo el día que cumplí 38 semanas de gestación me enteré de la noticia más triste en mis 34 años: el corazón de mi bebé, Matías Sebastián, se había detenido para siempre.
Así, sin más, él ya no vendría. La peor noticia del mundo hundía todas mis ilusiones, expectativas; no había nada que yo pudiera hacer. Él se había convertido en el anhelado nuevo proyecto de vida de mi esposo y mío. Cuando lo perdimos, nos quedamos en la nada. Cero.
El peor de los demonios se desató en mí: una profundísima crisis existencial, una terrible crisis de propósito que me llevó a lugares muy oscuros, que me impedían pensar cómo podría seguir viviendo así, por qué seguir viviendo así. De la noche a la mañana, mi vida cambió tan drásticamente que dejó de tener sentido.
¿QUÉ IBA A SER DE MÍ AHORA QUE HABÍA TENIDO QUE PASAR POR AQUELLO QUE TODA MAMÁ Y PAPÁ TEME?
Al salir de la clínica con los brazos vacíos, al paso de los primeros días, la primera semana, el primer mes me hacía la misma pregunta, como un disco rayado: ¿Cómo voy a sobrevivir a esta pesadilla? ¿Cómo voy a continuar mi vida así de ahora en adelante? ¿Cómo volver a vivir esta vida rota, fracturada, dividida en el peor “antes y después”?
EN ESTE MES DE SEPTIEMBRE SE CUMPLEN 6 MESES Y AQUÍ ESTOY: VIVA. ¿CÓMO SOBREVIVÍ?
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VIVIENDO EL DOLOR HASTA LLEGAR A LO MÁS HONDO.
He atravesado por muchísimas emociones durante estos meses de duelo: impotencia, tristeza, ira, rabia, desesperanza, sensación de desamparo, de abandono, soledad, culpa. Si el postparto puede ser un período difícil para una mamá, ¿qué clase de cruel pesadilla puede ser un postparto sin bebé?
Yo me dejé caer en todas esas emociones, sin resistirme, sin reprimirme, caí en los más hondo, pero siempre conservando un pensamiento en el fondo que, sonaba con profunda fe y certeza: “Esto va a pasar y no dolerá igual”.
2.TENIÉNDOME PACIENCIA.
El duelo es similar a una montaña rusa: unos días estás en el fondo, lo más bajo y oscuro, en un lugar donde el miedo y la sensación de vulnerabilidad lo cubren absolutamente todo. Pero también hay momentos en los que estás arriba.
Y yo lo notaba: en ocasiones podía sentir emociones positivas: alegría, inspiración, fe, esperanza, energía para leer, certeza de que todo sería mejor más temprano que tarde. Cuando llegan las emociones positivas, trato de disfrutarlas al máximo, de sacarles el mayor provecho.
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SOSTENIÉNDOME EN MI RED DE APOYO.
Yo he vivido mi dolor a plenitud, pero sostenida por mi mamá, mi esposo, mi familia y amigos que desde la distancia y de cerca me dan amor y palabras de apoyo. Mis familiares y amigos me llamaban por teléfono día y noche, escuchándome con paciencia, inyectándome toda su fuerza, energía.
Me dejé caer, sí, pero también me dejé querer, me dejé sostener, me dejé abrazar. Logré tener la voluntad -no siempre es fácil- de dejarme ayudar por ellos, que querían impulsarme, sobarme al alma, acompañándome a cargar un peso demasiado grande para una sola persona.
4. BUSCANDO AYUDA PSICOLÓGICA.
Soy una inmigrante venezolana viviendo en la Ciudad de México y, aunque para aquel momento estaba acompañada por mi esposo, mi mamá y mi suegra (porque ellas habían venido a darle la bienvenida a su primer nieto), éramos cuatro corazones rotos en casa. En medio del caos que fue tomar verdadera conciencia y dimensionar el momento que estaba viviendo, caí en cuenta de que esto era un trauma demasiado grande.
Buscando a dónde acudir, llegué a IRMA (@instituto.irma) o el Instituto para la Rehabilitación de la Mujer y la Familia. IRMA es una ONG que, desde la Ciudad de México, ofrece atención psicológica única y exclusivamente a mujeres y hombres que han perdido a un bebé antes de nacer. No importan las razones por las cuales pasó lo que pasó: nos ayudan a todos por igual.
Ahí conocí a Tere, mi terapeuta, quien ha sido un pieza vital en mi camino hacia la sanación emocional, me ha acompañado fielmente en cada etapa de mi dolor, ayudándome a renovar esperanzas, guiándome sin prisa, sin presiones, hacia una forma de transformar mi dolor en algo más. En Irme, me he sentido guiada, acompañada, comprendida y querida.
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REGRESANDO AL TRABAJO.
Mi regreso al trabajo después de mi permiso de maternidad fue todo menos fácil. Ansiedad, angustia, preocupación y mariposas en el estómago sentí la noche antes de ese primer día. Pero sobre todo sentía miedo… Miedo a los recuerdos, porque en esos pasillos creció mi barriga, mi bebé.
Sin embargo, una vez pasadas las difíciles primeras tres o cuatro semanas, tengo absolutamente claro que haber regresado al trabajo fue otra pieza clave en mi proceso de recuperación. Soy editora y periodista en una empresa, y haber vuelto a ese mundo, me ayudó a:
- Sentirme motivada, volver a vivir la pasión y entusiasmo de hacer lo que me gusta
- Reconectarme con otra faceta de mí misma, descubrir que, aunque mi faceta de mamá quedó en puntos suspensivos, la profesional seguía activa.
- Tener una rutina dinámica: levantarme temprano, bañarme, salir de casa, tomar el metrobús, caminar, ver gente, sube, baja…
- Poner en práctica mi capacidad de concentración e incluso de pensar en algo que no fuera mi dolor. En los primeros días de duelo no podía ni escribir un lista de mercado; cinco meses después logré culminar un proyecto editorial largo y complejo
- Socializar otra vez, sostener conversaciones acerca “cualquier tema”
- Volver a reír a carcajadas con mis compañeros de trabajo
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TRANSFORMANDO MI DOLOR EN ALGO ÚTIL PARA OTROS.
Decidí compartir mi experiencia en la cuenta de instagram @LaMamadeMatiasS, intentando transformar mi duelo en algo positivo para mí y útil para otras mamás y papás que pasaron o pasarán por la misma situación que pasé yo.
La cuenta nació con la intención de ser una herramienta para que otros encuentren comprensión, empatía, identificación, solidaridad y esperanza. Pero también es un ejercicio para honrar la vida que él no tuvo, una lucha contra el olvido.
¿Cómo llegué aquí? ¿Cómo sobreviví estos 6 meses con sus días y noches? No existe fórmula mágica. No existen “tiempos perfectos” para vivir el duelo por un hijo. Hace falta aceptación, paciencia, compasión, acompañamiento. Hace falta tiempo. Hace falta mucha información.
Hoy me encuentro escribiendo sobre la historia de mi hijo, que es mi propia historia, con la conciencia de que no duele igual que ese oscuro 20 de marzo, aunque no haya dejado de doler.
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Fotos: Unsplash – Instagram de @geralrock / @lordcomepina