El 17 de octubre de 2016, la actriz y presentadora venezolana, Josemith Bermúdez tuvo una fiebre alta y se sentía muy mal. Llamó a su trabajo para avisar que no iría, el cuerpo “no le daba” y ella sentía desde hacía tiempo que no podía descansar. Le hicieron unos exámenes médicos y apareció una infección, y después la operaron para extirparle un quiste en el ovario
¡Sorpresa! Los médicos encontraron un tumor maligno en fase terminal.
La esperanza de vida, según los doctores, era más o menos de dos meses, y la propuesta fue hacer unos drenajes para “darle calidad de vida, mientras tanto”. Ella se negó: “No me voy a morir así”. Sin entender muy bien lo que le pasaba, en medio del dolor y la confusión, se rehusaba a dejarse llevar y al mismo tiempo se preparó para morir.
Así que decidió emprender una especie de aventura para encontrar respuestas, y se fue a la montaña de Ciudad Fresita, en Mérida, Venezuela: “No quería que me hicieran ningún drenaje y me fui a la montaña. La ciencia no sabía que hacer conmigo, así que fui a meditar y a hablar con mi ego. Esas cursilerías de que todo está dentro de ti, todo eso era verdad”, nos confesó Josemith en nuestro Instalive.
Regresó de la montaña, celebró su cumpleaños con una gran parranda y luego la hospitalizaron tres meses. Y ella se aferraba a la esperanza y a sus propias preguntas y reflexiones. “Si no me he muerto, tampoco voy a vivir secuestrada por mi salud”, decía.
El proceso de su enfermedad fue público, día tras día. La gente miraba su progreso y sus días difíciles: “Venezuela estaba en guerra, prácticamente. Yo estaba luchando por dejar de sufrir y la gente estaba sufriendo también. Para mí, en ese momento, existía algo peor que el socialismo, y era mi enfermedad, que me estaba matando. Eso me llevó a contarle a cada uno que yo estaba deteriorada, pero que al mismo tiempo quería sanar y quería llevar ese mensaje a la gente”, nos contó.
En esa Venezuela difícil que muchos conocemos, donde las condiciones médicas son precarias, Josemith afirmó que mes tras mes, “sucedía el milagro” con los medicamentos y las circunstancias. Ella se dedicó a vivir el presente.
Una de las cosas más difíciles, fue la rapada de su cabeza: “Yo estaba muriendo y la gente me miraba con pena; hay cierto morbo por ver cuán deteriorada estás por la enfermedad”. También, llegó a pesar 32 kilos y vestía todos los días de pijama. Los psicólogos y psiquiatras, quienes tenían miedo de que ella se suicidara, le decían que debía animarse, cambiarse la ropa y arreglarse. “Yo respondía: ¿De qué están hablando ustedes?”.
Juancho, su hijo, conoció la enfermedad desde la ingenuidad e inocencia propias de un niño de su edad. Solo le repetía: Mami, descansa; no quiero que se desordenen tus células. “Yo le decía que si moría, lo iba a cuidar desde donde fuera”.
FUERON DÍAS MUY DIFÍCILES Y DOLOROSOS.
De ahí nace la idea de su obra de teatro actual: “Vestida para sanar”, producto de su inspiración y autoría, con un mensaje transformador sobre esta tormenta que le toca atravesar a muchas personas: el cáncer. “La gente está impresionada y hemos llenado. Yo estoy contenta del tiempo que me queda de vida, hago lo mejor que puedo”.
Y aunque hacer teatro en Venezuela es difícil, su meta es ir a varias ciudades y luego salir del país. También quiere hacer cine, pero escribiendo ella misma su propio guion.
El apoyo de su mamá, su hermana y otros miembros de su familia fue fundamental, también la reflexión de ser consciente de que lo tenía todo, de que siempre quiso más, pero en realidad no necesitaba mucho más.
Fueron operaciones, quimioterapia, oración y esperanza. En octubre de 2017, su médico le anunció que el cáncer se había ido. Josemith comentó en una entrevista para el diario venezolano El Nacional, que al momento de recibir la buena noticia, aparte de llorar sin parar, se preguntaba “¿Y ahora qué hago con tanta salud?”
DEJAR EL DRAMA Y SEGUIR ADELANTE…
Después de haber recibido la noticia de su sanación, comenzaron de nuevo los proyectos: una línea de cosméticos, un libro, un trabajo conjunto con la Sociedad Anticancerosa de Venezuela y un stand up Comedy: “Bendecida y afortunada”.
El stand up no funcionó como pensaba, no tuvo la acogida esperada y el precio que debía pagar para “mantenerlo con vida” era muy alto en términos de dinero: “No funcionó, pero fue mejor, porque dejé la flojera y escribí mi propia historia ¡Y me ha ido mejor!”
Hoy, Josemith tiene una vida más consciente. Dice seguir siendo un ángel y un demonio, como todo el mundo. Vive la vida sabiendo que podría ser el último día, porque sabe que en cualquier momento se puede ir. También duerme más y se permite dejar el estrés en el camino.
“ESTOY HACIENDO LO QUE ME DA LA GANA”, AFIRMA.
Si la ven en sus redes sociales, se nota que es una mujer diferente, su pelo corto le queda de muerte, su cara es hermosa y su actitud, más. Tiene una vibra nunca antes vista.
La joven conductora de aquel programa transgresor e irreverente del extinto canal de televisión venezolano RCTV, “Ají picante”; la actriz de telenovelas (quien además, participó en una del reconocido escritor Leonardo Padrón) y la conductora del programa “La Bomba”, tuvo que darle un viraje a su vida, pausar, mirarse internamente y sanar.
Para nosotras es una mujer inspiradora, porque a pesar de lo dolorosa de su experiencia, la enfrentó con determinación y esperanza. Se enfrentó a su ego, a sus preocupaciones de antes, a sus prioridades, a la ansiedad y a la depresión. La admiramos mucho porque hoy se reinventa y trata de salir adelante en un país difícil y además, quiere llevar un mensaje de sanación.
SU MENSAJE ES CLARO: “DEJA DE VICTIMIZARTE Y DEJA EL DRAMA. LA AYUDA LLEGA Y DIOS SIEMPRE DICE SÍ”
Fotos: Josemith Bermúdez