Cómo vivir un día a la vez
Quienes manejan, saben lo difícil que es hacerlo cuando el tiempo está con neblina, lluvia o poca visibilidad. Es agotador y asustador no ver ni saber qué hay más adelante en la vía.
Así es como me vengo sintiendo hace un tiempo. Iba por un camino soleado y, de un momento a otro, vino una tormenta que dañó mi visibilidad. Esa tormenta puede ser una mala noticia, una enfermedad, una separación, una muerte, un cambio, etc.
Estando en esta situación, me doy cuenta de lo importante que es el mañana para nosotros y cuánta tranquilidad nos da saber para dónde vamos. Uno crea una proyección de lo que quiere o espera del futuro y con esto va “tranquilo” (o no) en el viaje de la vida.
Muchas veces corremos y nos angustiamos en el día a día por tratar de cumplir las metas que establecimos y entonces no vemos ni disfrutamos lo que hacemos hoy.
¿Qué precio estoy pagando por tener ese mañana que no sé si existirá?
Mucha gente no se para a pensar en esto, porque quizá le cuesta mucho el presente… Porque quizá le cueste vivir un día a la vez.
Pero la vida siempre se encarga de enseñarnos algo. Yo, por ejemplo, en alguna época de mi vida, no veía bien mi presente, por estar mirando “lo bueno que fue mi pasado”. Luego me di cuenta de que el hoy es lo único que tenemos, ¡LO ÚNICO!
Ayer ya se fue y mañana no existe.
Hagan el ejercicio de no pensar en mañana y vivir solo el hoy, “un día a la vez”. Puede parecer un poco raro porque estamos acostumbrados a planear y programar casi todo en nuestras vidas.
Decir: “Estoy viviendo un día a la vez” es fácil, pero aplicarlo es más difícil…
Pero vale la pena intentarlo, porque vivir en el presente nos quita las cargas de lo que ya fue y de lo que creemos que será. Nos deja solo lo más real que tenemos que es lo que está pasando ahora mismo. De pronto el hoy no es el más lindo, pero es lo que hay y es de eso de lo que debemos aprender. De pronto el hoy es lo que siempre soñamos, entonces disfrutémoslo, vivamos y agradezcamos por estar vivos y estar aquí.
Algunas de las cosas que me han ayudado a vivir un día a la vez son:
- Hacer una lista de mis preocupaciones. Las analizo una por una y me pregunto: ¿Hay algo que pueda hacer al respecto? En las que puedo hacer algo, actúo y la quito de la lista. Para mi sorpresa, la mayoría de mis preocupaciones son miedos e hipótesis del futuro sobre lo cual no tengo ningún tipo de control.
- Basada en lo anterior, empecé a trabajar diariamente en no enfocarme (divagar) en pensamientos llenos de miedo, negativismo y preguntas que no tienen respuesta. Cada vez que ese tipo de pensamientos llega a mi cabeza, reconozco que es normal que vengan, pero los dejo ir, porque no merecen ni mi tiempo ni mi preocupación. Ser conscientes que pensar en esas cosas negativas no trae nada positivo a nuestras vidas, ayuda mucho.
- Dejar de programar tanto. A mí me encantaba programar el año y hacer un montón de planes que al final lo que me producían era angustia porque no los podía cumplir todos. Ahora planeo solo lo estrictamente necesario y a corto plazo.
- Agradecer por lo que pasa hoy. A veces agradecemos por cosas generales o pedimos mucho por cosas futuras. El hoy está lleno de cosas por las cuales agradecer, especialmente las pequeñas cosas.
Entrenando diariamente en esto he logrado enfocarme en lo que vivo hoy: El aquí y el ahora. Me siento liviana, como quien va de viaje y disfruta el paisaje y no está afanada ni preocupada por llegar.
El mañana no es claro para nadie y en mi caso no logro ver bien qué viene más adelante ¿Tú sí?
A pesar de que quisiera seguir por la ruta que ya conozco, hay momentos en la vida en los que que tenemos que dejar que Dios nos guíe por caminos diferentes, y aunque este no sea el que nosotros planeamos, debemos tener la seguridad de que es allí donde debemos estar.
Mi invitación es a que desaceleres, porque la vida no es una carrera. Es importante tener sueños y metas, pero creo que es más importante disfrutar el camino aceptando todo lo que viene (lo bueno y lo malo).
Puede ser que al final lleguemos a donde siempre soñamos o planeamos, puede ser que no. No importa ¡No sacrifiques tu presente! Disfruta de tus hijos, de tu casa, tu trabajo, tu pareja; disfruta lo mucho o poco que tienes. Disfruta tu juventud o tu vejez, y no te preocupes por lo que ya fue, no te angusties por lo que será; enfócate en lo que sucede hoy, en lo que te pasa ahora mismo.
“En el momento que dejas de pensar en lo que puede pasar, empiezas a disfrutar lo que está pasando”