Detrás de cada cuerpo existe una historia que no siempre se cuenta

Hola, quien les escribe es una mujer real, que a punta de las diferentes pruebas que le ha puesto la vida, entendió que las personas siempre tendremos un motivo para ser más fuertes y que rendirse NO es una opción.

Soy abogada, amante del deporte y de la escritura. No me considero un referente de vida, pero saber que yo misma logré vencer muchos obstáculos que creía imposibles, me hace pensar que tal vez puedo compartir esta historia contigo.

¿HAS SENTIDO QUE LA VIDA TE GOLPEA CONSTANTEMENTE Y PARECIERA UN JUEGO DE NUNCA ACABAR? PUES BIEN, ESO MISMO SENTÍ YO DURANTE MUCHOS AÑOS.

Cuando era pequeña, yo era muy gorda y el bullying en el colegio no se hizo esperar, (motivo por el cual el colegio no fue la mejor época de mi vida). Y cuando apenas comenzaba a entrar en mi etapa de adolescencia, me diagnosticaron Epilepsia Crónica (uno en esa etapa de la vida no alcanza a dimensionar lo que significan las palabras: “tienes que vivir con esto de por vida”, de tal forma que para mí la noticia fue como si me hubieran dicho que tenía gripa).

Para que tengan una idea, la epilepsia crónica es una enfermedad que se manifiesta mediante movimientos fuertes e involuntarios en el cuerpo, generalmente en brazos y piernas, que el cerebro NO PUEDE CONTROLAR.

En mi caso, esos movimientos me daban constantemente en los brazos, de tal forma que si tenía algo en las manos, se me caía; si estaba escribiendo, el trazo se me iba; si estaba cerca de alguna persona, la golpeaba; si estaba caminando, perdía el equilibrio, etc.

Tener estos síntomas siendo tan pequeña, hizo que tanto mi familia como yo entráramos en pánico, las personas me miraban con cara de asombro, los niños se burlaban y yo solo lloraba.

Por si fuera poco, cuando finalmente me gradué y comencé la universidad, de repente comencé adelgazar aceleradamente, lo que hizo que muchas personas pensaran que estaba pasando por un algún tipo de desorden o trastorno alimenticio.

Después de muchas visitas al médico y numerosos exámenes, descubrieron que tenía principios de leucemia. Eso, mezclado con la típica gastritis por Helicobacter Pylori que a todos no da (o por lo menos a la mayoría), más mi tratamiento eterno con las pastillas anti convulsionantes, producía un estado en mí que me deterioraba poco a poco: De ser una foca andante (como me decían en el colegio), pasé a ser un zancudo somalí anoréxico (como también me decían en la universidad).

La leucemia es un aumento incontrolable en los glóbulos blancos de la sangre (la cantidad normal en el cuerpo es de 4.500 a 11.000 por micro litro de sangre).

En mi caso lo que sucedía era que diariamente, mis glóbulos blancos estaban aumentando de forma acelerada y por esa razón, cada día estaban cada vez más cerca del límite permitido, lo cual llevaba a que en tan solo cuestión de días me fuera diagnosticada una posible Leucemia, por lo tanto el tratamiento debía iniciarse de forma inmediata.

Físicamente yo estaba adelgazando aceleradamente y el pelo se me caía con mucha facilidad. Mentalmente no lograba entender muy bien lo que sucedía (solo sabía que estaba enferma pero no dimensionaba la magnitud).

Después de muchísimos tratamientos y años en esta situación, logré superar aquellos principios de leucemia y la gastritis permanente; pero lamentablemente sigo siendo epiléptica y tal como me lo dijo el doctor en aquella época, “lo serás de por vida “.

Soy de las que piensa que en la universidad es donde uno finalmente madura (algunos más que otros, claro está) y se da cuenta del mundo que tiene por delante. Y fue en esta etapa cuando entendí lo que era vivir llena de enfermedades.

Comprendí el significado de la famosa frase: “esto es de por vida”, y entré en pánico porque no sabía si podía vivir con eso y a la vez fingir ante la gente tener una vida plena y feliz como la de cualquier joven universitario.

¿Por qué fingir y no decir la verdad de lo que sucedía? Porque el bullying en mi vida debido a los diferentes cambios físicos que tuve fue muy fuerte: por lo tanto en plena etapa universitaria sentía pánico de que algunos “amigos” o personas allegadas no entendieran la magnitud del asunto y usaran esto para burlarse de mí.

La sociedad hoy en día lamentablemente es muy ignorante, sobre todo respecto a temas de enfermedades pocos conocidas, y por lo mismo, esto a veces causa burlas en lugar de apoyo. Finalmente este tipo situaciones médicas tienden a convertirse en objeto de “chisme”, por lo tanto, tampoco quería convertirme en el centro de las miradas.

Resulta que durante esa época tan crítica de tratamientos y exámenes, llegué a pesar hasta 36 kilos (es decir, era un cadáver andante). Me quedé sin amigos y hasta sin familia, porque muchas personas que nunca supieron de la situación, se dedicaron a juzgarme por mi estado físico. Claramente no fue un momento ni era una situación que yo quería andar divulgando, a duras penas supo mi familia más cercana, porque preferí mantener a mucha gente alejada de esta situación.

HOY, YA DESPUÉS DE MUCHOS AÑOS, LES PUEDO DECIR QUE ¡LO LOGRÉ! Y LO QUE ME AYUDÓ A SUPERAR TODA ESTA SITUACIÓN, NO SOLO FÍSICA SINO MENTAL, FUE EL EJERCICIO.

No puedo decir que fue el apoyo de la gente (porque realmente mi mamá fue la única que siempre estuvo y hablar de “apoyo de la gente “ suena a paseo en bus). Claramente hoy no soy las más esbelta ni la más fit, pero créeme que sí soy una mujer con una mente y un corazón más fuerte.

Resulta que finalmente llegó un punto donde me cansé de ser esa mujer que vivía bajo una depresión constante y no me gustaba lo que reflejaba ante los demás. Fue en este momento que decidí inscribirme en un gimnasio y entonces descubrí que El Ejercicio es la mejor medicina para liberar la mente, el alma y el cuerpo. Por medio de esta actividad, no solo mi aspecto físico cambió, sino que internamente mi cuerpo también comenzó a mostrar mejorías enormes, comencé a sentirme bien conmigo misma, psicológicamente el chip mental cambió automáticamente y comencé a ver la vida diferente.

Una vez que tuve claro que quería cambiar mi estilo de vida, decidí enfocar la mente en algo y ese algo para mí era “tener un cuerpo saludable, sentirme bien conmigo misma y dejar atrás esa foca andante y ese zancudo somalí anoréxico.

Así que, una vez tomada la decisión, empecé a investigar sobre tipos de entrenamientos y comencé a tomar clases de prueba en diferentes gimnasios, hasta que finalmente me enganché con uno que me gustó demasiado y en el cual ya llevo más de 2 años. Se trata de un gimnasio en donde se realiza entrenamiento funcional, y de forma muy rápida y solo si se es verdaderamente constante, los resultados se comienzan a notar muy rápido. Asímismo, las personas con las que se comparte y los entrenadores hacen que uno se sienta en un segundo hogar. Por lo tanto la pasión que le tomé al ejercicio me llevó a que automáticamente cambiara mi chip mental, porque me alejaba de las tristezas y me mejoraba en muchos sentidos (físicos y mentales).

Vivir con epilepsia y batallar con una posible leucemia no es fácil, y tengo que decir que ha sido una de las batallas más duras y que más me ha costado superar. Psicológicamente me desbarataba cada vez que me daba una crisis o una ausencia, entraba en depresión y en crisis existenciales eternas y siempre decía que no quería que mi vida dependiera de unas pastillas y que no sería capaz de aguantar mucho más. Hoy te digo a ti que estás leyendo esto, que sí aguanté y pude con eso y sé que podré con muchas cosas más.

A esta conclusión llegué cuando comencé a cansarme de vivir en una constante depresión, porque además, me daba cuenta de que con ella también afectaba a mi mamá, quien fue la persona que más luchó junto a mí frente a estos retos. Y finalmente también entendí que hay personas que están o pasaron por una situación peor que la mía y lograron salir adelante, fue entonces cuando me dije a mí misma: Si ellos pueden… ¿Tú por qué no?

A lo que voy con esta historia (o con este vómito verbal, como usualmente lo llamo), es que quiero invitarte a ti que estás leyendo esto a que POR FAVOR NUNCA JUZGUES, porque nunca nadie sabe la historia que existe detrás de cada cuerpo, y es terrible cada vez que alguien te juzga por tu apariencia física. A la vez también te quiero invitar a que NUNCA TE RINDAS, porque todos los seres humanos, por difícil que parezca, siempre vamos a tener un motivo para luchar y vivir, una razón para ser más fuertes y un día más para sonreír.

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Foto: Unsplash.

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