Yo era un hijito de mami. Lo reconozco.
Todavía lo soy -y creo que siempre lo seré-, porque no hay nada más espectacular que un vínculo profundo y maravilloso con la mamá de uno. Esa es, para mí, la credencial para amar y respetar a otras mujeres.
Hay dos maneras de ser hijito de mamá.
Les voy a contar un poco cómo era yo en el pasado:
Yo era un ser totalmente dependiente de las opiniones de mi madre, porque en la sociedad que vivimos crecemos con la creencia de que las mamás nunca se equivocan. Antes de cada juego de beisbol (soy pelotero profesional), yo tenía que escuchar la voz de mi mamá para sentirme más seguro (era como una especie de amuleto para mí). El gran problema era cuando no contestaba el teléfono, entonces yo, como buen supersticioso, pensaba que no me iba a ir tan bien como cuando mi mamá me echaba la bendición.
Hasta que un día pensé ¿Qué pasaría si más nunca pudiera escuchar la voz de mi madre? Y tuve que hacer un cambio que fue difícil para mí, y empezar poco a poco a no depender de ella emocionalmente. Ojo, la voz de esa mujer, sigue siendo vitamina para mi alma (Hasta una foto, inclusive).
Pero creo que a ninguna mujer le gusta que un hombre sea “el hijo de mami”, aunque esto tiene un punto bueno y un punto malo: el beneficio para una mujer de tener a su lado a un hombre que quiere y valora mucho a su mamá, es que sabrá que probablemente va a pasar lo mismo con ella. Es un tema de valores (Así lo veo yo).
Lo malo es que contarle todo a tu mamá (y cuando digo todo, es todo) o involucrarla en todos los aspectos de tu vida, significa que ella siempre estará en el medio de tus relaciones amorosas y lo que te rodea. Y como el consejo de tu mamá es tan importante, puede crear una confusión al momento de decidir cosas trascendentales, que a estas alturas deberías decidir solo.
Creo que una madre nunca quiere ver a su hijo en el piso o tomando malas decisiones, pero cada uno es dueño y debe hacerse responsable de su vida y su destino; y debe saber que en esto no hay un “deber ser”, sino que debes mantener todo en su lugar.
Despegarte de tu mamá tiene un impacto fuerte para ambas partes. A mí me pasa: mi mamá piensa que he cambiado mucho y que ya no confío en ella tanto como antes. Pero, aunque sigo valorando lo que ella piensa, decidí darle menos responsabilidades sobre mi destino y ser menos dependiente de ella, al fin y al cabo, la dependencia de quien sea o de lo que sea, hace mucho daño.
El hijo de mami que soy ahora, es un hijo que solamente quiere disfrutar de su mamá y hacer que su mamá disfrute de él. Quiere tener una relación sana con ella. Este hijo de mami no quiere crearle amarguras ni preocupaciones por cosas que él puede resolver solo.
Los extremos son malos de lado y lado, y a veces es muy difícil mantener a todo el mundo contento; pero los roles de las personas que te rodean siempre deben estar claros.
Pienso en ella todos los días, todos los días la amo un poco más. Aunque es imposible decirle a mi mamá que no se preocupe por mis problemas, ahora prefiero que se ocupe de los suyos, que los echó a un lado por estar más pendiente de mi vida que de la suya.
El hijo de mami que soy ahora solo quiere que mi mamá sea feliz y que sepa que siempre estaremos pendientes de la vida del otro, nunca dejaremos de preocuparnos por lo que le pasa al otro y nunca dejaremos de ser lo que fuimos, solo que ahora ya no seremos el bastón del otro, sino la mancuerna.