Yo soy mamá a través de la adopción

En este mes de las mamás, quisimos abrirles un espacio a dos mamás muy especiales para nosotras. Una de ellas es Sol Aguirre, escritora española, autora del libro “Algún día no es un día de la semana”, a quien seguimos muy de cerca y admiramos muchísimo. Sol es mamá de dos chicos rusos a través de la adopción y en este artículo nos cuenta un poco sobre esta faceta de su vida.

Por otro lado, contamos con el testimonio de Ana Isabel Moreno, psicóloga colombiana, dedicada a hacer pedagogía sobre temas relacionados con la adopción y mamá de dos pequeñas. Ana nos cuenta su historia y nos da luces acerca del tema.

Aquí les contamos sus historias.

SOL AGUIRRE, MAMÁ DE VLADIK Y DIMA (ESPAÑA)

Yo siempre quise ser madre. No me veía casada, pero sí quería ser madre. Siempre había pensado tener un hijo biológico y otro adoptado, pero la vida va pasando, vas viendo amigas embarazadas y te das cuenta de que eso tampoco es algo que tú necesitas en tu vida.

Básicamente siempre quise ser madre, siempre quise adoptar y cada vez más, me parecía que esa era la opción que se adecuaba a mi idea de la maternidad porque, yo siempre lo digo, que más que tener hijos, yo quería que unos niños tuviesen madre.

Y vas creciendo, te vas dando más cuenta y siendo más consciente de lo que hay por el mundo, ¿no? y dices: ‘pero Dios mío, pero si hay un montón de niños que no tienen unos papis’, dado que para mí el embarazo y el tema de tener un bebé tampoco es algo súper importante, tenía claro que adoptaría y que no serían bebés, porque los niños mayores siempre se quedan ahí, y me parece absolutamente injusto. Yo no buscaba un sustituto de un bebé que no hubiese podido tener, yo buscaba a unos niños que no tuviesen mamá.

En cuanto al proceso, yo había oído mucha cosa, como todo el mundo; de lo larguísimo que es, de lo horrible y, claro, como en todo, lo malo es lo que más se hace ver, lo que más se oye.

En mi caso, entregué el primer papel en octubre de 2009 y en agosto de 2011 ya tenía a mis hijos. Es verdad que la burocracia es la que es, pero mis mayores dolores de cabeza fueron por parte de la administración española y de esa burocracia lenta y, en algunos casos, ridícula.

Dentro de todo fui afortunada, la burocracia en Rusia (de donde son mis hijos), funcionó maravillosamente, porque en Rusia primero te asignan región, luego te asignan niños y para una persona que quiera dos hermanos hasta 6 años, lo lógico es que digan “bueno, vamos a ver en qué región hay más niños así”, y por ahí empieza la cola. En mi caso, solo puedo aplaudir y agradecer a mi agencia de adopción por todo lo que me ayudaron. Para mí fue todo, menos traumático.

El vínculo se establece como en una maternidad biológica. Yo tengo amigas que han tenido niños y me dicen: “La primera vez que lo tuve en mis brazos no sentí nada, me podían haber dado otro”.

Yo creo que cada caso es un mundo, en el mío, pues hija, la convivencia y el roce hacen el cariño, como en todo. No te voy a decir que a los niños los adoraba, porque además eran dos niños de 4 y 5 años enfadados con la vida, que no hablaban mi idioma, yo hablaba un poco de ruso; pero aquello fue muy infernal, y poco a poco, como con todo, con la convivencia.

Lo más difícil ha lo que tenido que renunciar es a mi soledad, mi independencia, el poder improvisar; eso ha cambiado. Ahora empiezo a recuperarme un poco, pero para mí el convivir con alguien, y más con dos niños que necesitan de ti constantemente, era horrible. Lo mejor, ¡hombre! ver esa evolución, que además en el caso de los niños adoptados con cierta edad, es maravilloso ver cómo se van adaptando. Las ganas de ser felices les pueden a TODO, a ir a un colegio con niños que no hablan tu idioma, tú imagínate a esos niños que prácticamente llegan a otro planeta, ver cómo se adaptan tan increíblemente. Para mí otra cosa que es conmovedora es la relación que tienen mis hijos entre ellos, se ‘hostian’ como todos (jaja), pero es algo que va más allá, incluso de mí; o sea, ellos tienen clarísimo que el otro es su familia desde el principio, y eso no lo separa nadie.

Les cuento una historia: imagínense que mi hijo mayor tenía 5 años cuando los recogí en el orfanato y, claro, uno siempre se pregunta hasta qué punto el niño es consciente de lo que está pasando. Bueno pues, nos metimos en el coche cuando los recogí y dijo en ruso algo así como ‘Adiós, orfanato’, o sea que tenía clarísimo que ahí no iba a volver. A mí eso me dejó completamente loca, cómo un niño con 5 años puede ser tan consciente de lo que está pasando.

No sé, de verdad no sé cuándo fue la primera vez que me sentí mamá. Tampoco sé muy bien lo que es ser madre, todavía cuando voy al colegio y me dicen ‘ah, tú eres la madre de Vladik o de Dima’ y yo me quedó ‘así’.

Soy madre, no sabría decirte, pero si es cuestión de tener que ser responsable de ellos dos, y de tener claro hacia dónde quiero ir, probablemente incluso antes de conocerlos, el día que los conocí ya sentí que eran mis hijos, ya no había marcha atrás; de hecho en Rusia el primer paso es ir a conocerlos para dar el ‘ok’. Imagínate la barbaridad, a mí me da igual, me encuentre con lo que me encuentre, esos son mis hijos, punto, entonces, desde el momento en que me dijeron que habían dos niños en Rusia, que se llamaban Vladik y Dima, y me mandaron las fotos, ahí ya tuve clarísimo que era su madre.

¿Qué consejo le daría a alguien que quiera adoptar, sea padre, madre o espíritu santo? Pues, que vayan a informarse al sitio adecuado, que hablen con una agencia de adopción, -el mío fue Créixer Junts (Barcelona)-, porque es verdad que tengo amigos con casos de ‘fui a buscar uno y me encontré con cuatro’. A ver, yo he oído muchas barbaridades que son imposibles, entonces yo les diría que se fuesen a informar a un organismo oficial.

Mi dos hijos, que ahora tienen 11 y 12, los adopté cuando tenían 4 y 5 añitos. Pero, fíjate, aunque siempre tuve claro que quería adoptar, el momento en el que me decidí fue porque una amiga cercana adoptó una nena rusa, ella tenía un hijo biológico; pero por problemas de salud no podía tener más hijos, y ella me dijo ‘probablemente si hubiese podido tener más hijos biológicos los habría tenido, pero si hubiese adoptado la primera vez, nunca hubiese tenido hijos biológicos’.

Lo que quiero decir es que, como cualquier tipo de maternidad, la adopción tiene sus pros y sus contras, pero tiene una satisfacción tremenda, y sí, es difícil, depende del niño, de las circunstancias y de mil historias… pero también eso pasa con la maternidad biológica.

ANA ISABEL MORENO, MAMÁ DE MARIANA Y JULIA (COLOMBIA)

Siendo sincera, adoptar no fue mi primera opción. Ojalá hubiera tenido la claridad desde el principio. Luis y yo nos casamos en junio de 2006, a finales de 2007 nos fuimos un año larguito para España a estudiar, y luego regresamos en diciembre de 2008. Desde ese 4 de diciembre dejé de cuidarme, después de 6 meses no había pasado nada, pero no teníamos mucho afán porque estaba terminando mi tesis y debía regresar a Barcelona a defenderla.

Cuando regresé a mi país, comenzamos la tarea con juicio, y al ver que no daba resultados, consultamos y fuimos remitidos a un centro de fertilidad, allí nos dijeron que no había una causa aparente para la infertilidad pero que cuando una pareja llevaba más de un año sin planificar en la búsqueda y no quedaban en embarazo… ya eso se consideraba INFERTILIDAD.

Bueno… entonces comenzamos el proceso, nos sometimos a 3 “lunas de miel” programadas y a dos inseminaciones… ya ahí decidimos que no queríamos invitro y adicionalmente, ya estábamos cansados con el desgaste físico, emocional y económico, aparte que para nosotros, la paternidad era importante pero no la única manera de tener un proyecto y un sentido de vida.

Tiempo después, le pregunté a mi esposo si lo dejábamos así o si seguíamos con la idea de ser papás. A él le pareció extraño porque ya lo habíamos intentado todo y me miró con cara de desconcierto, a lo que yo le contesté que faltaba una vía para llegar a serlo y era la ADOPCIÓN.

Él no se opuso, así que fuimos a un centro de adopción para experimentar cómo nos sentíamos junto a estos chiquillos, y ahí confirmamos que la biología no era trascendental para nosotros, sino la relación que entablaríamos con ese nuevo ser en nuestras vidas.

Una vez tomada la decisión, llamamos a las dos casitas de adopción de la ciudad, y escogimos esa donde nos dijeron que nos recibirían antes. De igual manera. ya era finales de octubre de 2011 y debíamos esperar que comenzara el año. En febrero de 2012 asistimos a una reunión donde nos explicaron en qué consistía el proceso, nos sugirieron leer el lineamiento técnico del ICBF (Instituto Colombiano de Bienestar Familiar) y llenar una solicitud.

Y de ahí a esperar que se conformara un grupo de parejas para comenzar como tal el proceso, para ese entonces las adopciones en Colombia estaban teniendo un cambio a nivel administrativo y a la vez pasaban por una crisis, así que en ese año las cosas fueron más lentas…

Nos tocó esperar hasta septiembre para asistir a nuestro primer taller, hubo 2 más, luego evaluaciones de trabajo social, psicología, medicos, visitas domiciliaras, y en febrero de 2013 nos dieron nuestra idoneidad; es decir, fuimos evaluados como padres idóneos para el proceso de adopción (equivale a la prueba positiva en un embarazo biológico), es ahí donde comienza la espera.

Finalmente nos llamaron el 14 de noviembre para decirnos que nos habían hecho una asignación, y el 18 de noviembre fue el encuentro con nuestra hija mayor… Ese día y sobre todo ese instante del encuentro no tengo cómo describirlo, se juntan todas las emociones, pero de verdad yo podría convertirme en adicta a ese momento, es lo más bello y maravilloso que yo haya podido sentir o experimentar.

Desde ese mismo día, estábamos decididos a realizar un segundo proceso, pero nos tocó esperar. Ya la ansiedad era un poco menor porque teníamos a Mariana y sabíamos que por largo que el proceso fuera, era certero. Así que el 28 de septiembre de 2017 nos llamaron para decirnos que nuevamente seríamos padres de otra princesita, nuestro encuentro con Julia fue el 6 de octubre y esta vez fuimos los tres.

Debo confesar que a pesar de la alegría infinita, era extraño verme en frente de estas chiquillas y nombrarme su madre, me parecía mentira y me era difícil creérmelo. En la relación con mi primera hija, debí aprenderlo TODO, no había tenido curso prenatal, no sabía de qué edad iba a llegar y no me había preparado lo suficiente.

Tuve que recurrir a mis amigas para que me enseñaran trucos y observarlas día a día, para reconocer qué tipo de mamá necesitaban, puesto que me di cuenta de que esa era la clave, no imponerme como la madre que imaginé que debía ser, sino escucharlas y observarlas para poderlas conocer y luego poderles brindar de la mejor manera, la acogida a mi vida.

Lo más difícil y a la vez lo más bonito, ha sido dejar el ego a un lado y de verdad adaptarme a ellas, es decir, no imponerme ni imponer mis propias necesidades. Y poder adquirir el ritmo en la labor de madre, se me hace difícil, sobre todo ahora con la llegada de Julia, porque demanda más de mí y son muy diferentes; la mayor es independiente, analítica, tranquila en general, y la segunda es súper activa, demandante, mimada y se ha enfermado un poco más.

Me gusta mirarlas, las veo tan lindas, creciendo, aportando sentido a mi vida; las veo avanzando y convirtiéndose en personajes de nuestra familia. Eso me encanta. Adicionalmente, gracias al proceso y a su llegada, yo encontré una misión para mí y es acompañar a otras personas que quieren estar cerca del mundo de la adopción, eso de verdad le da muchísimo sentido a mi vida y creo que será muy bueno para ellas.

Tengo varias anécdotas. Yo le hablo con claridad a mi hija mayor acerca de la manera como llegamos a encontrarnos en la vida y a convertirnos en madre e hija, en este caso. Por esta razón, ella ha normalizado muchas expresiones relacionadas con el tema de la adopción en su vida cotidiana.

En estos días, en una conversación con su nana, que actualmente está embarazada, le pregunta mi hija: Oye, y cuando tu hij@ nazca ¿tú te vas a convertir en su mamá verdadera?, porque tú sabes que hay unas mamás que solo lo pueden tener en la barriguita y otras que además se convierten en la madre verdadera.

 Yo me sigo sintiendo primeriza como mamá en un montón de oportunidades.

En especial me sentí mamá por primera vez con mis hijas, cuando las he acompañado en sus procesos de enfermedad o cuando las he alimentado (con biberón) … Intento que ese momento sea de mucha conexión, les hablo de la felicidad que me da siendo su madre, de que ya están en casa, que están acompañadas, que Dios se encargó de nuestro encuentro, de todo el potencial que tienen y de lo amadas que son.

A los que quieren adoptar les digo:

  • Que a pesar de la incertidumbre … no teman. Va a ser más fácil y gratificante que lo que tengas en tu cabeza.
  • Que el proceso de adopción es largo, pero esa espera tiene sentido, te prepara y no es eterna, es un plazo que se cumple.
  • Que no hagas tantos planes en tu cabeza, en la espera dedícate a hacerte una despedida de la vida que tienes actualmente, y cuando tu hijo llegue, él mismo se encargará de enseñarte a ser mamá.
  • Crea red con otras mamás a través de la adopción, para que no te sientas única, sola y aprendas o enseñes de las experiencias propias o ajenas.

Fotos: Sol Aguirre y Ana Isabel Moreno

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