Conoce a Ana Bella, una sevillana superviviente de violencia machista, quien logró convertir su situación en una fundación (@fundacionanabella) que hoy apoya y ayuda a cientos de mujeres en el mundo, también sobrevivientes de violencia basada en género.
Cuando cumplió 18 años, la vida de Ana Bella dio un vuelco. La sevillana, que había sacado la mejor nota de España para ir a estudiar Traducción e interpretación en Granada, conoció a quien creyó de inmediato era el amor de su vida. Una semana después de conocerlo, él la hizo elegir entre ir a la universidad y estar con él.
Ella –como había visto en los cuentos de hadas- eligió el amor. Once meses después se casaron. Fue ahí cuando empezó su calvario que duró más de once años.
Su historia
Se puede decir que tú tuviste un flechazo, eso que llaman “amor a primera vista”
Exactamente, pero el amor a primera vista es una señal de alarma muy grande que no identificamos las mujeres, al revés, nos sentimos honradas, nos sentimos especiales porque estos hombres nos elijan.
No solo que nos elijan, sino que nos pinten castillos en el aire
¡Claro! según la Universidad del Amor en Nueva York, el amor a primera vista solamente funciona en el 8% de los casos.
Si un hombre te conoce y prácticamente quiere casarse contigo, vivir contigo, ser pareja y desde los primeros días te dice que te quiere, es una señal de alarma enorme. Hay una gran probabilidad de que esa relación pueda ser abusiva porque no te quiere a ti. No te puede decir que te quiere si no te conoce.
Lo que quiere es, digamos, son los prototipos que tiene en su cabeza de una pareja, y lo que va a hacer a lo largo de la relación, es ir amoldándote para que tú te conviertas en esa idea que él tiene. No te quiere a ti, sino a la idea que él tiene. Así empiezan a maltratarte.
No te voy a preguntar cuándo comenzaron los maltratos, porque yo considero que empiezan cuando te hace elegir entre la universidad y él
¡Claro! ¡Desde el primer momento! desde el primer momento que yo no tenía voz en esa relación. Eso empezó desde el primer momento.
Aunque recuerdo un día que yo fui a comprar a la tienda de la esquina, él estaba durmiendo la siesta.
Cuando vuelvo, se enfada, me da contra la pared, me insulta. Yo no entendía nada, hasta empecé a recoger mi ropa para irme otra vez a casa con mis padres, porque yo no entendía nada. Entonces él me sienta, me dice que se había asustado mucho porque cuando se ha despertado yo no estaba, y que pensara qué hubiese pasado si me hubiesen secuestrado o violado.
También me dijo que él era responsable de mí ante mi familia. Al final, después de 4 horas así, yo acabé pensando que yo había sido muy mala por haber salido sola.
¿Cómo era tu vida estando con él?
El maltrato era mayormente psicológico. Yo vivía (económicamente) muy bien. Tenía un negocio donde veía a 5000 personas al día. Yo le he vendido cuadros a Prince o a Rob Stewart, no te puedes imaginar. Hasta tenía un Rolls Royce. Pero tenía internalizado que yo no podía hacer nada sin que él lo supiera.
¿En qué consistían los maltratos de este señor?
[Suspiro] Yo he tenido toda clase de maltratos. Cuando entré en la casa de acogida, me me dieron un papel y un boli y me dijeron que tenía que contar todo lo que había vivido durante esos 11 años, porque hay que ampliar la denuncia, para que sea constitutiva tenían que ser unos delitos de malos tratos continuados en el tiempo. Pues, no solo usé una hoja, yo utilicé 500 folios.
¡Qué barbaridad!
Mira, el día de mi boda, con la mirada él me decía a quién podía besar y a quién no. Y en tu boda todos te quieren besar, eso fue un problema.
También me hacía firmar contratos en los que yo me comprometía, por ejemplo, a no leer libros, a estar siempre a menos de 3 metros de él, a hacer cosas sexuales…
Por ejemplo, que no podía comer mantecado (galletas), entonces él me ponía el mantecado en la mesilla de noche para que yo me hiciera la tentación. O, por ejemplo, mi padre no podía abrazarme, ni besarme y no me podía rozar nadie…
Y nunca pedía perdón, era yo quien le tenía que pedir perdón a él porque como él me pegaba, él tenía que pegarme y hacer una cosa que no quería hacer porque yo había actuado mal. Él decía que él me pegaba porque me quería, porque si no me quisiese ya me habría dejado hace tiempo.
¿Cómo saliste de ahí?
Bueno, 11 años más tarde, yo llamé a un teléfono que había de ayuda, pero no llamé porque sentía que estaba siendo maltratada; yo llamé para hacer una pregunta legal.
Él me dijo que nunca me podía separar de él, que lo nuestro era amor o muerte, así que yo quería saber si yo podía separarme aunque mi marido no quisiera. Entonces me dijeron que para responderme eso, yo tenía que ir a una cita con una asesora jurídica, y yo les dije que no podía ir.
Entonces me preguntaron:
– ¿Eres discapacitada?
– No.
– ¿Tienes coche?
-Sí
– ¿Tienes las llaves de tu casa?
– Sí
– ¿Y por qué no puedes venir?
Y yo, con 29 años, tuve que decir: -“Porque no puedo salir de mi casa sola”.
Yo no te puedo dar a ti una explicación de esto. No la tengo. Es surrealista. Cuando me ha maltratado este hombre, yo tenía una indecisión aprendida, me robó todos los instintos para reaccionar. Yo no podía reaccionar, es que no podía ni pensar, era todo el día, en tensión. Yo con 4 hijos, pesaba 45 kilos.
Y una vez que llamaste a este número de emergencia que me contaste, ¿Qué pasó después?, ¿Cómo actuaron ellos?
Me enviaron a una casa de emergencia, después a una casa de acogida; pero tuve que irme de la casa de acogida a un piso tutelado porque mi exmarido convenció a una trabajadora social de Málaga para que le dijera dónde estaba yo y se presentó allí.
En aquella época, cuando el juez dijo que mi exmarido podía ver a los niños, tenías que abandonar todos los recursos. Entonces yo me quedé en la calle con 4 hijos y sin trabajo, sin experiencia laboral demostrable y sin estudios.
Lo que yo tenía era un certificado que acreditaba que yo era una víctima de violencia de género, y con eso yo podía pedir una ayuda al Estado, que en aquella época eran 320€. ¡Imagínate 320€ con 4 hijos, yo me vine abajo! No sabía qué hacer. Y yo miraba ese papel y me acordaba de lo que había sufrido: las palizas, las noches sin dormir, los correazos…
¿Y qué pasó después?
Bueno, en ese momento yo me di cuenta de que no era un víctima como decía ese papel, yo era una mujer muy fuerte, una mujer que había aguantado cosas que muchas personas no son capaces de aguantar. Y que todas esas cualidades que yo he utilizado para resistir un maltrato y superarlo, ahora las iba a utilizar para conseguir una casa, un trabajo, conseguir la custodia de mis hijos y empezar a ser feliz.
Y, bueno, empezar una vida feliz porque me atreví a romper el silencio, pero la mayoría de las mujeres maltratadas no piden ayuda.
En España solamente piden ayuda 23% y hay 1,5 millones de mujeres maltratadas ahora mismo que son invisibles para sus compañer@s de trabajo, para su familia…
En once años de golpes y de maltratos, ¿Tu familia no se dio cuenta?, ¿Nadie se dio cuenta?
Recuerdo que me reuní con mis amigos después de separarme, y uno me dijo que él (su exmarido) les decía: “Ana Bella es una mujer casada y no hay que molestarla”. Y, claro, después de un tiempo dejaron de llamarme. Tengo otra amiga que me dijo que ella veía que él me trataba como una niña chica, pero nunca me dijo nada.
Una vez mi hermana me dijo que me ha visto cardenales en el cuello, y yo dije que era que, cuando le daba la teta al niño, él me daba pellizcos. Fin de la conversación. Si ella se hubiera dedicado 5 minutos más, te aseguro que yo le habría contado lo que vivía.
Al final yo no les echo la culpa, porque es verdad que yo era una niña muy buena, que sacaba buenas notas, inteligente, teníamos un negocio millonario, vivía muy bien, mi niña en un colegio internacional bilingüe, teníamos mucho dinero y creo que ellos pensarían que si yo hubiese estado sufriendo, habría hecho algo.
Hay una campaña que dice que si las personas se dan cuenta, tu familia, tus amigos se dan cuenta, y no intervienen, son cómplices. ¿Cómo valoras tú esto?
Es así. El silencio nos hace cómplices. Las mujeres no nos damos cuenta de que estamos siendo maltratadas, pero la gente alrededor de ti sí.
Y deberían hablar y si no quieren denunciar, pues por lo menos hablar con la víctima y hacérselo saber, porque a lo mejor nosotras no nos damos cuenta de que estamos siendo maltratadas. Es que eso me ha pasado a mí. Es que yo he visto noticias en la tele de mujeres asesinadas y yo he dicho: “¿Y esta mujer por qué no se ha ido de su casa antes de que la maten?” Sin darme cuenta de que yo era una de ellas.
¿Tus hijos en algún momento se dieron cuenta de que tú estabas siendo maltratada?, ¿Cómo les afectaba los maltratos de tu marido o cómo consideras tú que les afectaba?
Sí, claro.
Un día, estando yo embarazada de mi último hijo, mi marido me estaba pegando, y mi segundo hijo fue corriendo a llamar a la abuela. Como vio que la abuela no hacía nada, corrió a llamar a la mujer que trabajaba en mi casa, que era una ucraniana de 2 metros; y yo recuerdo de ver por la rendija de la puerta de mi cuarto, a mi hijo, a la abuela y a la chica, los 3 mirando, pero nadie hizo nada.
Claro, cuando ya yo estaba en la cama llorando, se acercó mi hijo y le dije: “No te preocupes, papi me quiere”. Un error de mi parte. Yo le estaba diciendo a mi hijo pequeño que pegar es amor.
Entonces a las mujeres siempre les digo que por los hijos no aguanten, que lo mejor que podemos hacer por los hijos es salir de la relación tóxica y darles un ejemplo de una madre que no se deja humillar, que no se deja maltratar y de una familia donde las cosas se hablan y no se usa la violencia.
En tu caso hubo violencia física, pero hay muchas relaciones de maltrato en las que no existe este tipo de violencia
Una relación donde el hombre ejerce violencia sobre la mujer, es una relación de dominio y sumisión. A mí mi marido me pegaba, porque yo todavía tenía personalidad suficiente para rebelarme, y él tenía que utilizar la fuerza física para tenerme dominada; pero hay tantas y tantas mujeres con castigos de silencio, incumplimiento de promesa, control del tiempo, control económico, humillaciones, desprecio, pruebas imposibles, vejaciones, actos sexuales indeseados.
Estas son las más maltratadas, a las que no les hace falta ni pegarles para tenerlas dominadas ¡Y esas son las invisibles! Esas son las que podemos detectar y las que podemos ayudar a que recuperen su vida.
La fundación
En el año 2006, Ana Bella creó la fundación que lleva su nombre, con la intención de animar a las mujeres que están siendo víctimas de violencia a romper el silencio, auxiliar a mujeres que, como ella, son supervivientes y ayudarlas a construir una vida en la que puedan ser felices.
La Fundación Ana Bella cuenta con más de 20 mil voluntarias en todo el mundo y grupos de apoyo en 22 países de Latinoamérica, Canadá, Estado Unidos y Europa.
Aquí la ayuda emocional ofrecida por las redes se ha trasladado a una ayuda y acompañamiento presencial de mujeres supervivientes.
¿Consideras que desde que nació la fundación en 2006 hasta ahora, ha habido algún cambio de conciencia en la sociedad?
¿Desde que nosotras empezamos? Pues mira sí, estamos consiguiendo una transformación social, acelerando los procesos.
Hemos conseguido que a las mujeres que hemos sido maltratadas no nos vean como unas víctimas, sino como unos agentes de cambio. Eso es un cambio tremendo, un cambio de paradigma total. Nosotras no somos el problema, sino que somos parte de la solución.
Que exista violencia de género no es culpa de las víctimas, es culpa de los hombres que la ejercen y eso es lo que nosotras estamos haciendo ver.
Hemos logrado una solución global a una vulneración de los derechos humanos que es mundial, que es la violencia contra la mujeres; porque las propias supervivientes hemos transformado nuestro sufrimiento, que todas lo queremos olvidar, lo hemos transformado en experiencia, en empatía.
¿Cómo es tu vida ahora, Ana Bella?
Bueno, estoy enamorada de un hombre bueno que me lleva a bailar salsa y bachata (risas).
Lo único que tenemos que hacer las mujeres cuando nos gusta un hombre es presentárselo a nuestras amigas, y no caer en sus brazos ciegamente. Así como cuando vamos a comprar un coche, vamos a todos los concesionarios; incluso lo probamos antes de comprarlo, ¿A que sí? Igual cuando vamos a comprar una casa, vemos muchas, vamos a muchos bancos para la hipoteca, vemos la casa de día, de noche, cuando llueve o cuando no llueve… ¡Con una pareja debe ser igual!
¿Te costó mucho volver a enamorarte, volver a confiar?
¡NO! Si yo se lo digo a todas las mujeres, la mayoría de los hombres son buenos y podemos tener relaciones sanas con ellos.
Bueno, la verdad es que no fue tan fácil, después de mi exmarido, cualquier hombre era bueno; entonces estuve 9 años con una pareja, buena persona, pero a veces no basta con eso. Yo lo he querido, pero no era feliz porque no teníamos el mismo proyecto de vida.
Tardé 9 años en empoderarme para decir: “Esto no es lo que yo quiero. Yo merezco ser feliz”. Entonces yo desde los 39 hasta los 46 años, he hecho lo que me ha dado la gana, he salido a bailar, he viajado, he tenido todas las experiencias que he querido tener y he podido. Con mi exmarido estuve 11 años sin bailar, me prohibió bailar… ¡Yo que soy sevillana y me encanta!
¿Y ahora?
Con mi pareja de ahora no me pierdo ni un paso de la Semana Santa, él viene conmigo, me ayuda con todo, somos compatibles.
Se puede conseguir, pero primero he tenido que aprender a quererme yo, primero he tenido que quererme yo, porque ningún hombre me va a dar la felicidad, ningún hombre va a venir a rescatarme, ningún hombre va a venir a protegerme. En todo caso, podemos caminar juntos…
¡Les tenemos una gran noticia!
Asuntos de Mujeres y la Fundación Ana Bella unieron esfuerzos para ayudar y acompañar a víctimas y/o supervivientes de violencia machista en España, Venezuela, Colombia, México, Chile, Argentina, Ecuador, Bolivia, Guatemala, Estados Unidos y Canadá, entre otros países.
Según cifras de la Organización Mundial de la Salud (OMS), 1 de cada 3 mujeres en el mundo ha sido víctima de violencia por parte de su pareja. Es por esto, que desde nuestra creación en 2016, desde Asuntos de Mujeres, Patricia Rosas-Godoy y Maricarmen Cervelli, nos hemos comprometido firmemente, no solo a darle visibilidad al flagelo de la violencia contra las mujeres, sino también a empoderarlas para que se atrevan a romper la espiral de violencia en la que están inmersas.
Cada caso de violencia es alarmante, por eso, la alianza con Fundación Ana Bella, nos permite trabajar en conjunto para gestionar adecuadamente lo que le sucede a cada mujer, porque muchas de ellas son víctimas, no solo de violencia física, sino también psicológica y económica, además de ser encasilladas en estereotipos de género que solo perpetúan su marginalización social.
A través de esta sinergia, y asumiendo con responsabilidad sus papeles de agentes sociales de cambio, Asuntos de Mujeres y la Fundación Ana Bella trabajarán arduamente para darle visibilidad al problema, ser la voz de las que no pueden hablar, prestar una asistencia real y concreta a las mujeres que todavía están inmersas en la espiral de violencia, y acompañarlas en las diferentes etapas de sus procesos.
¡Escríbenos y te ayudaremos!
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Fotos: cortesía.