Quiero hacerle un cumplido a los hombres tímidos

Hace unas semanas leí el tweet de un hombre que cuenta cómo después de una cita, acompañó a la chica hasta la puerta de su casa. Ella le sugirió subir para tomar algo y él respondió que no bebía, que muchas gracias y se fue. El autor dice que hoy, 16 años después, es que se ha dado cuenta de que “tomar algo” podría tener algún significado adicional.

No solo me reí mucho con el tweet, las respuestas son un hilo maravilloso de hombres tímidos contando sus torpezas e impericias en el terreno del amor y del lenguaje.

 

Cómo conquista un hombre tímido asuntos de mujeres
El tweet del que les hablo.

 

Yo retuiteé, claro. Entonces un amigo me dijo que a él le pasó algo parecido. Salía con una chica. Ella le invitó un sábado a su piso de la playa. ¡Él se apareció con cinco amigos! Esto me lo contó por whatsapp.

Esa chica, para suerte de mi amigo, es su mujer desde hace 20 años. Ambos se ríen de esta anécdota y sospechan que si él no hubiera cometido esa desmaña, quizá ni estarían juntos hoy.

Yo me la imagino a ella muy acicalada, planeando cena, limpiando la casa, imaginando cómo iría la noche y… de pronto, se aparece este manganzón con los jugadores de un equipo de fútbol al completo y teniendo que prepararles unos bocadillos con atún a todos. ¡Para matarlo, vamos!

 

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Otra amiga me ha relatado las anécdotas de cuando salía con un chico muy tímido. En una de las primeras citas, le dijo en el coche que había notado que durante la cena vio cómo estuvo viéndole los labios mientras comía y hablaba, y le preguntó si pasaba algo, si le quería decir alguna cosa al respecto.

.-No, bueno sí. Bueno, si eres tan lanzada dímelo tú que ya lo sabes.

.-¿Qué te lo diga yo? ¡No soy adivina! ¡Buenas noches!- dijo riéndose y puso la mano para abrir la puerta.
Entonces él cerró los seguros y dijo: “Espera, lo que te quería decir, si te parece bien, era esto” y, acto seguido, la besó.

Otra amiga casi no lo cuenta. Salía con un compañero de clases muy timorato que había reunido el valor para invitarla a unas copas. “Yo le veía los nervios a leguas. Le dije que sí porque no era feo del todo y hacía intervenciones interesantes en clase. Esa noche salimos, tomamos unas copas. Recuerdo claramente que subimos a su Monza marrón que estaba estacionado en un lugar muy grande. Él hablaba rápido. Encendió el auto y en lugar de dar retroceso, aceleró y nos fuimos por una escalera hacía abajo. No nos pasó nada para lo que pudo ser. Vinieron los bomberos, la gente se aglomeró. Yo no aguantaba la risa, pero luego me empezó a doler la espalda. Al final me pusieron un collarín que tuve que usar unas semanas”.

Esta pareja tuvo una relación de 10 años que empezó con aquel infortunado episodio del que ella se mofó durante años y él seguía bajando la cabeza apenado.

Revisando estas historias de timidez y desaciertos, creo que hay que reivindicar un poco a los hombres tímidos, torpes con el cortejo, poco entradores y callados.

Se tienen que preparar mucho para aproximarse a una potencial pareja, algunos ni saben bien cómo hacer la primera aproximación física, un roce de manos, una caricia leve, todo les resulta arduo como subir una montaña. Nosotras las mujeres, complejas, difíciles como solemos ser, constituimos un reto inmenso para personas que, una vez que se sueltan puede ofrecen su mundo en todo su esplendor.

Este es mi guiño a los tímidos, que nos han dejado tantos momentos graciosos y entrañables.

¿Tienes alguna historia con un tímido? ¡Cuéntamela por aquí!

 

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