No quiero mencionar los nombres de las personas que me han motivado a escribir esta carta. No hace falta.
Tampoco puedo generalizar.
Soy una mujer de 29 años que ama el ejercicio, entreno crossfit y todo lo que se cruce por mi camino, y miro con preocupación como las redes sociales se han vuelto el arma letal para unos y la desgracia e infelicidad de otros.
Como muchos, yo tuve la no amena experiencia de ser víctima de este entorno y durante mucho tiempo, lidié con éstas para no sentirme insatisfecha y miserable con mi cuerpo. Así que con base en esto y de manera muy respetuosa (como decimos los colombianos antes de tirar la pulla…), deseo comentarle a usted señor@ fitness influencer que:
Cuando usted comparte sus publicaciones, enseñándole a la gente las partes absolutamente marcadas y definidas de su cuerpo con una frase de motivación y le agradece a su “estilo de vida”, usted puede hacer mucho daño. Y se lo digo porque yo lo viví, así que me siento con el total derecho de decirlo.
Es muy usual que usted publique fotos de todos sus entrenamientos, que muchas veces, no son tan reales como parecen, (porque yo he entrenado con vari@s de ustedes y son más bien flojit@s).
Esto les trae muchos seguidores, por tanto, patrocinios, publicidad y representaciones; en conclusión: plata… ¿Y quién no quiere plata?
Pero esos entrenamientos o la comida que usted prepara y sube a sus redes sociales, con insumos sumamente costosos que no todos pueden comprar; y esas rutinas de ejercicio “exagerado” que muchos llaman “Disciplina, Voluntad, Fortaleza”, me hacen sentir mucha compasión y me mueven profundamente…
¿Sabe por qué? Porque yo sé que mucho de eso no es ni disciplina, ni voluntad y mucho menos fortaleza. Al contrario, es estrés involuntario cargado de mucha debilidad, debido a una sola cosa: Una relación dañina con la alimentación… por no llamarlo “trastorno alimentario” (sea ortorexia, bulimia o anorexia), porque esa es terminología técnica que le podrá dar un especialista, yo no lo soy; pero soy una persona que lo padeció.
Entonces mi consciencia se remonta a los momentos en que al igual que usted, vivía tan obsesionada por contar las calorías de lo que me comía, en pesar mis alimentos, en comer todo orgánico, en dejar cosas que “no eran buenas para el cuerpo” y en restringirme a tal punto, que cuando salía con mis amigos, familia, pareja o lo que fuera, mientras todos se comían una pizza o se tomaban una cerveza, yo pedía agua y miraba en la carta lo que no tuviera harina blanca, azúcar y hasta aguacate…
¿Por qué? No lo aceptaba en ese entonces… pero sí, por mi relación dañina con la comida.
Muchas veces, mientras compartía con mis allegados y los miraba a los ojos, en realidad mi “mente” estaba anclada a un pensamiento de comida, porque era en lo único que pensaba… y no en pizzas, hamburguesas o esas cosas… sino que mi cabeza estaba calculando milimétricamente qué me iba a comer hasta el 31 de diciembre de los tres años siguientes… Nótese esto como una exageración porque soy paisa (de Medellín), pero no se vaya más cerquita porque es casi que la realidad.
Cuando yo veo sus publicaciones donde dice: “Estilo de vida flexible”, “Vida sana y feliz” y todas esas cosas… Sé que usted NO es feliz… Sé que usted carga mucho estrés por la comida, sé que usted va a entrenar así tenga gripa, tos, pulmonía o la enfermedad que sea… sé que cuando usted publica una foto comiéndose algún “pecado” y pone: “Una vez al año no hace daño” o “Cheat Meal”, me puedo imaginar los pensamientos que tiene y el estrés que le queda después de meterse eso a la boca.
Y digo que lo sé y me atrevo a asegurarlo, porque lo viví y sé que muchos que leen esto, lo viven o lo vivieron y sé que es UN DESASTRE… por no tirarme este post con una palabra grotesca, que es mi especialidad…
Entonces con esta carta, quiero decirle que usted no está solo, que hay mucha gente como usted, pero que tener lo que usted tiene, puede arrastrar a mucha gente. Por eso, deseo pedirle, con el corazón en la mano, que sea consciente de eso.
Que hay niñas, adolescentes y adultas, que creen que su “disciplina” es sana, que su “cuerpo” es perfecto y el de ellas no; que si la mamá les sirve pasta, no se la comen porque eso “engorda terriblemente” o “desmarca los músculos”; porque comer ensalada con pollo y los menjurjes orgánicos será mejor… y eliminan tantas cosas de su vida que ya solo pueden pensar en comida y en lo “marcados” que desean estar.
Yo solo deseo decirle que usted puede aceptar y buscar ayuda si la necesita… y puede que muchos digan: ¡No necesariamente! ¡ella es feliz así! bueno… puede que sí, yo no soy la dueña de la verdad absoluta, pero sí me atrevo a asegurar que la mayoría no lo es y que su vida se ha vuelto tan cuadriculada y esclavizada por la comida y el ejercicio, que los otros placeres se volvieron un lujo.
Así que, si usted no es una cuenta fitness, sino el seguidor que le dice que la ama por su “Disciplina y Confianza”, estimada amiga, le aseguro que su seguidor no es feliz… de verdad no lo es.
Salga de la identificación con su mente, esa no es usted, usted no es eso. Usted es lo que vivía antes del fitness y las redes sociales… Usted es la niña o el niño que dejó por allá. Eso es usted, vívase, quiérase y tenga la consciencia de que está aquí solo hoy.
No crea en falsos dioses fitness, que tienen una vida, que le aseguro, no es envidiable, porque hasta en paseos deliciosos, alejados del mundo, piensan en comida y no pueden pasar su rutina de ejercicios…
Eso no es disciplina. Eso es esclavitud.
Foto: Scott Webb en Unsplash