Después de varios años enfocando mi energía y mi trabajo en la búsqueda del balance y la armonía física, emocional, espiritual y energética, aún me encuentro con instantes de vacío e incomprensión, miedos y hasta frustración. Sé que es normal experimentarlo, porque el camino que implica sanar todos los días, sube escalón a escalón, y querer que todo se mantenga en un estado constante, es caer en el perfeccionismo.
Por ejemplo, en lo emocional, cuando llevo un montón de tiempo sin molestarme y sin que nada me saque de mis casillas, me encuentro con una situación que me hace explotar, pelearme con mi esposo, mis padres o perder el control con mis hijas. Me puedo molestar, lo sé; pero ahora puedo reconocer el momento antes de que ocurra, entonces la mayoría de las veces tengo la capacidad de recurrir a ciertas herramientas antes de llegar ahí; sin embargo, hay momentos en los que exploto y eso no va con lo que podría hacerme sentir mejor. Entonces me digo: Si ya sabía cómo pasar por esta situación… ¿Qué fue lo que me llevó a ella?
A veces, en lo cotidiano, siento miedo cuando veo que todos estamos saludables y fuertes, y pienso que eso pueda tener un giro, o sea, pienso que en cualquier momento, un ser querido se puede enfermar. Es como un sustico latente, que obviamente puede ocurrir, pero no debería convertirse en fatalismo.
En lo espiritual y energético, me he acostumbrado tanto a meditar, alinear mis chakras y hacer trabajo interno diario, que cuando no lo hago, siento que podría “descarrilarme”.
Es decir, ahora que todo va bien y de repente pierdo la calma, siento que pierdo el camino de paz que he logrado o pienso que algo no tan bueno podría pasar.
Y es que justamente lo que intentaré llevar a estas líneas hoy, es algo que ronda en mi cabeza y voy a atreverme a explicarlo.
Llega un día en el que sientes que prácticamente todos tus espacios mentales y emocionales están sincronizados, eres testigo de tu paz, de aquello que alguna vez pediste o visualizaste… Pero no te lo crees.
Llego a esta conclusión de incredulidad, porque mientras mejor y más equilibrados nos sentimos, puede invadirnos un temor de perderlo todo, de que algo nos quite la alegría o que simplemente después de tanta cosa buena, lleguen automáticamente las cosas malas.
Y sí, la vida tiene sus ciclos, sus altos y bajos; pero aquí lo importante es sumar a nuestra lista de logros: el adiós al apego, al pesimismo y al bendito autosaboteo, porque ese “combito” es justamente el que no nos permite saborear y disfrutar lo que tenemos hoy.
Muchísimos otros factores influyen, claro que sí, por ejemplo, temores inculcados o adquiridos, sensación de falta de merecimiento y la dañina búsqueda de la perfección. Este tipo de cosas, nos llevan a pensar que aunque tengamos todo, algo nos falta, y si no nos falta nada, sentimos que nos vamos a quedar sin algo, ¡Diminuto conflicto! diría cualquiera irónicamente.
Pues sí, si estás leyendo esto, es porque tal vez estás viviendo una armonía a medias y necesitas limpiar aquello que no te deja abrazar lo que tienes a plenitud. Por cierto, es parte de lo que sigo trabajando y sanando día a día y de lo más difícil con lo que me he topado hasta ahora.
Para eso, aquí te dejo algunas herramientas que utilizo y me centran con éxito cuando me descarrilo:
- Recuerda SIEMPRE que estás aquí para ser feliz y aunque suene trillado, hacer todo por lograrlo y después defender a capa y espada ese estado.
- Entiende que aquello que sabes, desarrollas, tienes o atraes, está llegando a ti por motivos realmente importantes, bien sea para sanar y avanzar o para que despiertes alguna parte dormida o anestesiada de tu vida.
- Despídete de los temores, sí se puede tener todo, nada está condicionado, podemos ser saludables, amados y ricos a la vez. Y aunque nos enseñaron lo contrario, podemos reprogramar esa manera de pensar.
- Disfruta el presente, solo allí está lo real en el tiempo.
- Da las gracias diariamente para que no se te olvide lo afortunada que eres. Entiende que todo posee una misión y estará junto a ti el tiempo que sea necesario: esto incluye cosas materiales, trabajo y hasta seres queridos (Lo de los seres queridos es una de las cosas más difíciles de entender).
- Vive como si no hubiese un mañana y cuenta tu verdad a tiempo, di todo lo que quieres decir a quien tengas que hacerlo.
- Perdona, perdónate y libérate de culpas.
Limpia tu mente de la necesidad de recibir alguna mala noticia o esperar un golpe en cualquier ámbito de tu vida, solo tú eres la responsable de lo que creas a tu alrededor. Lo que duele, viene a mostrarte algo y a transformarte definitivamente. Créeme, pronto pasará.
Nuestro episodio de esta semana es con la comediante, voice over y presentadora venezolana JEAN MARY
Y como queremos que todo el mundo lo vea, ¡Aquí lo tienes!
¡Esperamos que lo disfrutes!