¿Conocen el mindfulness? ¿Lo han practicado? ¿Se imaginan una práctica de mindfulness con niños?
Pero, olvídense de la posición flor de loto, porque con los niños, la cosa es con movimiento ¡Sí! En movimiento, cantando, bailando y sembrando maravillosos pensamientos en su cabeza.
Pues, por eso, hoy quiero que conozcan a Cynthia Zak, la creadora de Yomu, un sistema que combina técnicas de mindfulness en movimiento, yoga, respiración, música, neurociencia y meditación.
Esta argentina, es una periodista y maestra de yoga, especialista en mindfulness para grandes y chicos, y creadora de un movimiento pedagógico que busca que, a través del movimiento y la música, nos volvamos más conscientes, felices y alberguemos paz en nuestros corazones.
El día de la entrevista, me llevé a mi hija Emilia para que practicara con Cynthia ¡Y no se imaginan todo lo que hicieron juntas!
Bienvenidas a esta conversación.
Cuéntame de ese camino que emprendiste con el mindfulness ¿Pasó algo en tu vida que te llevó a esto?
Yo, desde que tengo uso de razón, recuerdo haber sentido un anhelo muy grande de algo, que cuando uno es pequeño o adolescente no sabe muy bien cómo explicarlo.
Pero es como un vacío, no hay explicación o experiencia que lo llene.
Cuando tenía 16 años me fui al cine a ver una película llamada “Encuentros con hombres notables”, sobre la historia de un hombre, buscador espiritual ruso, llamado George Ivanovich, que se va a Afganistán a buscar un maestro espiritual y en su peregrinaje encuentra a los Sufís.
Los Sufís son la rama mística del Islam, pero es un sistema espiritual de valores universales y trabajan dos o tres cosas muy básicas que son: meditaciones, mindfulness y una meditación circular.
Y cuando yo salí de ver esa película, dije: ¿Dónde están estos maestros? Y empecé una historia de búsqueda de estas tradiciones, de esta información.
¿Así de chiquita?
Así de chiquita. Era una época muy interesante porque era plena dictadura militar en Argentina, entonces era rarísimo, porque todas estas cosas sucedían bajo la mesa y era mucho más peligroso e interesante a la vez.
Y así comencé a buscar y buscar, y me conecté con el yoga como un camino muy directo a la parte física y a la respiración.
Toda la vida me han puesto música, a tocar instrumentos y cantar, y durante toda la vida he tenido oportunidad de trabajar con niños. Entonces tenía lo del yoga, lo de la música, lo de los niños y estudié Ciencias de la Información, Comunicación Social, -esa es mi carrera-.
Ahí se fue armando la cosa.
Yo trabajaba de periodista, era muy practicante del yoga y tenía un periódico en Miami.
Eso te iba a decir, tú tenías un trabajo normal: trabajabas como periodista.
Con una socia, periodista venezolana – Ira Guevara- , fundamos un periódico en el 2001: “El paracaidista, la guía del recién llegado”, un periódico de información para inmigrantes latinoamericanos que caían al sur de Florida como paracaidistas: ¿Cómo inscribo al niño en el colegio?, ¿Cómo saco un seguro médico?, ¿Cómo rento un apartamento?, ¿A dónde voy si me enfermo? ¿Cómo me compro un auto? Tenía de todo. Todavía se puede mirar por internet: elparacaidista.com
¿Pero entonces dejaste ese proyecto? (el periódico)
Con la práctica intensiva del yoga, que fue en la época del periódico, los últimos 4 ó 5 años, estaba obsesiva con el yoga haciendo 4 veces por semana y un día me levanté de la práctica, del yoga mat y dije: ¿Qué estoy haciendo? Ya está, estaba agotada de hablar de inmigrantes y empecé a buscar con quién hacer el entrenamiento para sacar el teacher training de yoga.
Hice la certificación, que terminaron siendo 500 horas, porque justo estaba embarazada de mi tercera hija, entonces pasé todo el embarazo de Satia, haciendo el entrenamiento de Yoga.
¿Y cómo hacías? ¿Periódico, yoga, maestro, hijos?
El periódico lo había ido soltando, mis dos primeros hijos estaban preadolescentes, entonces cuando los niños estaban más o menos organizados en el colegio, yo me iba, los dejaba en el colegio hasta las 2:00 p.m. y me iba con el maestro a hacer la práctica, estudiar, etc.
Nació Satia, y para ese momento yo ya daba clases de yoga para niños…
¿De dónde viene ese interés en los niños?
Los niños siempre me interesaron y mi primer cliente del periódico era un jardín de infantes, un “day care”, llamado Happy kids. Le dije a la dueña: “me voy porque me quiero dedicar a lo del yoga para niños”.
Me dijo: “¡Sube ya! Habla con mi hija que está abriendo un programa de extraescolaridad de yoga para niños con fondos del Gobierno Federal”, ¡Imagínate!
Al otro día, estaba en una escuela y me fui a dar yoga para niños. Me llevé las flautas, los instrumentos y ahí empecé a entender que la música transformaba todo.
Todo eso lo inventaste tú
Sí, y mi producto se diferenciaba del resto.
Hablemos de cómo los niños practican mindfulness en movimiento
¿Cómo se hace yoga para niños?
Se hace jugando… Se hace con canciones…
Uso la flauta y me doy cuenta de que si yo solamente les digo: “Cuando toco rápido, nos movemos rápido; cuando toco lento…” empiezo a ver una conexión entre el sonido y el movimiento.
Tengo que traer música que sirva para que un niño de 4 años pueda seguirme la canción; que no sea una canción como toda loca, o que no tenga sentido, sino que la canción te diga (comienza a cantar): “Párate sereno, los pies en el suelo; respira, respira, tu corazón brilla. Levanta una pierna, la otra en el suelo…”
¿Desde qué edad puede un niño hacer mindfulness?
Desde que nace, o antes… ¡Desde la panza! Queremos que la mamá embarazada entienda que cada pensamiento es una semilla, entonces ella puede plantar un jardín en su cabeza.
Entonces, si cada pensamiento es una semilla, el bebé que tengo adentro ya empieza a recibir eso también. Y cuando el bebé nace, nosotras empezamos con clases, donde la mamá y el bebé trabajan la parte física, emocional y la respiración… Después, desde que caminan… Yo tengo unos enanitos de 18 meses con pañales haciendo los hands-stands perfectos.
¿Y una embarazada, cómo hace para plantar una semilla? Porque una mujer embarazada tiene miedos, hay unos pensamientos y expectativas… ¿Hay algún ejercicio que sirva para plantar semillas de florecitas bonitas, o sea, un jardín?
Sí, la cosa con el jardín es que siempre puedes sembrar algo nuevo, siempre puedes plantar algo nuevo; o sea, si los pensamientos son negativos, de miedo o de confusión, puedo respirar y volver a empezar.
Esto aplica para todo el mundo
¡Total! ¡Para todo el mundo! Pero supongamos en este caso una embarazada, el miedo, la expectativa… La propuesta es: “elijo lo que me haga mejor pensar porque igual no voy a cambiar nada de lo que va a suceder”.
Y ese pensamiento de amor o positivo, como lo queramos llamar, va a incorporar una presencia física y emocional que impacta al bebé y a todos los demás.
Nosotros en YOMU usamos mucho lo de la respiración y el corazón, el corazón físico, el latido del corazón. O sea, si tú empiezas un día escolar con unos niños de 4 años y les dices:
“Vamos a escuchar nuestro corazón latir ¿Cómo lo hacemos? ¿Dónde está? Vamos a tratar de identificarlo”
Y que sea una rutina… Cuando yo me quedo quieto, puedo escuchar mi corazón latir, cuando aprendo que acá está el pulso, puedo usar hasta un estetoscopio, que la maestra tenga, que les haga escuchar, ¿no? Ahí empieza a haber una conexión con la parte física.
En el jardín, lo que plantes, crecerá. Y a veces lo de la maleza y eso, también es necesario, porque también eso sirve para algo.
Nada de “voy a erradicar totalmente todo lo malo”…Voy a aceptar eso, porque eso también tiene una razón de ser y voy a empezar de nuevo; voy a sacarlo y voy a volver a plantar y si vuelve a crecer una maleza, está ok. Lo voy a aceptar.
Siempre puedes sembrar algo nuevo.
¿Podemos nosotros sembrar en los niños o ellos mismos siembran?
Ellos mismos. Lo que queremos es que cada uno lo pueda hacer, pero si tú te levantas en la mañana, tienes una pizarra o un papel, escribe un recordatorio: “Recuerda que tu mente es un jardín, vamos a plantar”. Emilia, ¿Qué vamos a plantar en tu jardín?, ¿Qué ideas plantamos en este jardín de la mente?
Contesta Emilia: Plantar árboles, maticas de pimentón, maticas de tomate, de lo que sea… en mi cabeza.
Cynthia: Yo, por ejemplo, quiero plantar pensar que todo está bien y que todo es perfecto.
¿Qué cosas buenas nos trae hacer todo esto?
Nos trae estar presentes, estar aquí y ahora, ni en el pasado, ni en el futuro, ni en lo que viene. Estar aquí. Full. En cuerpo y mente y todo, y nos trae muchos beneficios de estar mucho más tranquilos, de autocontrol, de poder bajar los decibeles solos, sin que haya siempre un adulto que te diga: “quédate quieta”, “es demasiado”, “es poco”…
¿Cuánto tiempo debe practicar un niño para lograr esto?
YOMU lo que trae es un sistema integral simple de incorporación en la vida cotidiana, porque si yo te voy a decir: “ahora salte de aquí y por media hora por día o, 15 minutos por día, tienes que practicar con Emilia” , entonces te empieza a crear una ansiedad o un estrés… “pucha, se me pasó el día y no lo hice… Y voy a perder…”
O sea, la idea es, por ejemplo: Me levanto en la mañana y mientras estoy organizándola para ir al colegio le pregunto: ¿Qué sembramos hoy en el jardín? Esa es un práctica… O voy en el carro llevándola al colegio y le pongo una canción…
Sí, porque si tú le dices al niño: “estás muy tensionado”… WHAT? No entiende lo que le estás diciendo. Pero si le digo: “aprieta-aprieta-aprieta y relaja…” Sientes la tensión y la relajación. Lo estás viviendo.
La propuesta de YOMU es vivir esto en el cuerpo, bajarlo a la experiencia física y salir un poco de la cabeza.
¿Qué función tiene “la mesa de la paz” y cómo la podemos hacer en casa?
La propuesta de un rincón de la paz o la mesa de la paz, es poder tener un espacio que no tiene que estar estandarizado como “esto es lo que te va a dar paz”, no… Es de pronto el arbolito de la mariposa, una tortuguita, una piedra que te encontraste afuera…
Tú puedes armar tu rincón. La idea es poder respirar, que sea un espacio para respirar -siempre una campana es buenísima porque tiene la vibración- y que sea totalmente accesible, que no tenga que ver con premio o castigo, que no tenga que ver con horarios: “a esta hora todos vamos…”, sino que sea como un espacio al que uno puede ir cuando quiere.
O sea, un espacio donde uno puede ir cuando quiere respirar, concentrarse, meditar…
¡A lo que sea! O a parar un segundo, agradecer… Puedes hacer un rincón de la paz en el umbral de tu puerta. Es un canal, y cuando tú cruzas este canal, ahí tienes una posibilidad de respirar.
Una de las cosas que proponemos con YOMU, es intervenir las puertas. Suponte que en la puerta, tú pones “respiremos juntos”, entonces cuando tú pasas por ahí, es como si tomaras consciencia.
Es como pasar por la puerta de la iglesia y persignarse. Eso es. Es un segundo donde paro, agradezco, respiro y estoy aquí.
¿Qué mensaje les darías a los colegios para que incluyan en sus agendas estas prácticas?
Que esto es un derecho de nacimiento, que esto no es una cosa mística, que esto no es una cosa para elegidos, que esto no es para practicantes de meditación o yoga, que esto lo podemos hacer todos. Que hay que encontrar el ancla.
Eso es lo primero, desmitificar el mindfulness, ¿Me entiendes? No es una cosa para un grupo selecto élite, es para todos, es la presencia, es estar aquí ahora, es no dar un bocinazo cuando se te cruza un carro… Es decir “voy a respirar”, porque esos son imprints en tu mente.
Eso les diría, que la práctica del mindfulness y de respiraciones es parte de la vida. Que estos valores de comunidad, de respeto, de ayuda, de escuchar, de responsabilidad social son fundamentales en el colegio.
¿Nos vuelve mejores personas el mindfulness?
Estuve en Lima y una chica dijo algo que para mí fue extraordinario: “el futuro son los adultos, el futuro no son los niños, el futuro son los adultos.”
El futuro eres tú. Si tú no empiezas a plantar algo, a tener un poco de noción, a frenar el juicio, a mirar un poco lo que pasa, a entender dónde resuenan las emociones y en qué parte está vibrando esto; si en vez de reaccionar porque tuve un problema en el trabajo, me pregunto: ¿Dónde me está resonando esto? ¿Qué está pasando en verdad? Empiezo a transformar.
Entonces, les diría que el bullying empieza con el bullying que yo me hago a mí misma ¿Qué me dije yo cuando salí de mi casa y me vi al espejo?, ¿Qué me dije hace 5 minutos cuando fui al baño a lavarme las manos?, ¿Qué me digo cuando me veo al espejo?, ¿Me hago matoneo o no?, ¿Me hago bullying o no?, ¿Qué rescato de esa imagen?, ¿Qué pienso de mí misma?
Y ese imprint, “Oye qué fea, qué vieja, qué arrugada, qué horrible, qué gorda, qué cansada, qué cara…” ese es el jardín que estoy sembrando, y ya salgo con eso, y voy a un aula y estoy hecha un ocho.
Pero además, los niños vienen de casa donde la mamá hace lo mismo…
¿Qué le dices a las mujeres del mundo, sobre todo de Hispanoamérica, que leen Asuntos de mujeres?
Les digo que nunca se den por vencidas, que todo es posible, que no tengan miedo y que no tengan dudas. Que todo va a suceder en el momento preciso y perfecto. Que todo está perfecto, perfectamente calibrado y que no le tengan miedo a la inspiración y a la creatividad que sientan.
Que busquen los espacios, los tiempos para algo personal; personal no son los hijos, personal no es el trabajo… personal es personal. Eso les diría. Busca un espacio, porque cuando los hijos crecen o me divorcio de mi marido, quedo como en la nada, preguntándome ¿y dónde estoy yo?
También les diría que el poder de una mujer, es el poder máximo, una mujer puede armar un mundo y puede desarmar un universo.
Fotos: Maricarmen Cervelli.