Del chat caliente, múltiple y pendejo: historias del cortejo cibernético

La última vez que escribí estaba buscando tips a ver qué ponerme para el dating, y ya voy cogiéndole el tirito…
Lo que sin duda va mejor, es en el juego del dating, del texting, sexting, ghosting y todos estos términos que trae el cortejo cibernético.
El solsticio de verano este año llegó con toda y me sentí la más liberada y la más deseada. Mi chat me daba miedo hasta a mí de todas las propuestas que me hacían, (y que yo hacía). ¿Qué tal que le respondiera al que no era? o ¿Que le mandara a mi jefe algún sext? Estaba rojo incandescente, toda una línea caliente y yo estaba jugando todo tipo de juegos.
Como no das la cara, pues le tiras a todo a ver qué pescas, pesca con red y atarraya. Eso sí, hay que tener claro que todos estamos haciendo lo mismo, calentando el oído de varios al tiempo, “arrocitos en bajo” (“pero es nada”), como dicen; casados buscando hacerte el “favorcito”, el que se está separando, el intenso, el confundido, el que es demasiado menor y el demasiado mayor, el que mataría a tu abuela por no cumplir los estándares que tienen para ti, el que es un gran polvo pero no da para más o el que es un polvo extraño y no quieres volver a invitar a tu cama… ¿O sí? (Cómo estaré de desparchada (ociosa) que hasta lo pienso…).
Hay de todo y para todos los gustos en esos chats, y yo también a veces soy la enredada, a veces la mujer de la casa, la que solo quiere sexo, la exitosa, la mucho mayor o la mucho menor; juego todos los roles, bailando al son que me toquen.
Pero sí ¡qué vaina con las mujeres! hay que ser la mujer hogareña y la tigresa al tiempo, pero que no se note, ¡No no no!
Bueno, en realidad estuve como un mes en un alboroto… Acepté en texto cuanta propuesta indecente me hacían o yo hacía, -en la vida real solo hice una-, hasta que me cansé de la maricada de estar chateando con manes con los que sé que no quiero estar, o que son imposibles, o que están demasiado confundidos.
Y vuelvo a estar como un champiñón, sola con mi soledad, pero más tranquila y centrada. Y de repente un día, me tomo una ginebra de más y me da por llamar a uno de ellos. El pretendiente firme y enamorado que no cumple con los estándares de mi familia, ni los míos, la verdad, pero que es un gran polvo.
Y aparece de inmediato.
Toma tu noche y madrugada de pasión y el man jura pues que somos novios:
-Hola linda, cosita hermosa, me enloqueces, almorcemos, desayunemos, te voy a consentir, quiero verte pfffffffffffffffffffffffff ¡Qué intensidad!
Dicen que las viejas somos intensas, yo tengo el palito para que me toquen de esos románticos intensos empedernidos que me saturan, pero claro, seguro porque no me gustan. Si me gustaran seguro hasta le dedicaba la canción de Selena: “I love you like a love song”, que por cierto, si no la han oído, es muy buena, y no puedo decir que está pasada de moda porque creo que no logró estar de moda jamás; pero ajá, me gusta.
Y seguro si esta melcocha me gustara, hasta se la dedicaría, pero me dan ganas de tirarlo por la ventana y de decirle que no se atribuya lo que no es suyo, yo no soy nada de él, ni siquiera su “cosita” que a la hora de la verdad no es nada.
Freno de mano con toda, punto final, nada de nada, es que no aguanta que sea tan buen polvo si me tengo que pasar su intensidad…. Respiro…
Algo mágico sí que pasó en estos días, y es que conocí a alguien a quien conocía desde hace muchos años, pero nunca habíamos charlado de verdad. El man apareció y me dijo que le he gustado desde hace años que bla bla bla y bueno, hasta que un almuerzo nos dimos unos besos deliciosos y me ilusioné.
Pero que no, que está muy confundido, que está saliendo con alguien que NO le gusta tanto (¿WTF?), que no está listo, que esto y que lo otro, y por supuesto, me entero de que le está calentando el oído al menos a otra más.
Pero bueno, eso no es lo que importa, lo que importa es que volví a sentir la emoción de una llamada, de conocer a un man que me parece ¿pareció? fantástico, pero que le dije que no me volviera a llamar hasta que se des-confundiera.
Ay no, yo no estoy pa secarle las lágrimas a nadie, para las inseguridades infinitas de alguien que se le olvidó quién es. Ya sé, todos tenemos nuestras maricaditas, evidentemente aquí dejo expuestas varias de las mías, pero ehhhh… Como dice la sabia película  “He is just not that into you”, -que se la tienen que ver-, pues si no llama es porque no quiere llamar, o no le gustas lo suficiente.
Ya me la vi otras dos veces como para espabilar. Si están solteras, véansela. Y por favor, dejemos la vaina de hacerle sentir a la amiga que seguro el man llama, que le encantaste: ni mierda. Si no llamó, no le gustaste y ya.
Y amiga, construyendo castillos en el aire no se ayuda, mejor una dosis de realidad.
Y así, soy otra vez un champiñón que canceló todos esos chats infundados, lo disfruté en su momento, pero de repente fue como volver en mí y ver lo ridículo de todo.
Probablemente vuelva y me alborote, me sienta sola y empiece a jugar juegos estúpidos, como cuando jugaba Mario Bros, sabiendo que nunca iba a pasar del primer nivel, porque nunca lo logré, o como la esquiada una vez cada año, que trago agua todo el finde hasta que la logro. Se acaba el paseo, me voy con medio lago en la panza con toda su flora y fauna y hasta el siguiente año todo vuelve a empezar como si nunca lo hubiera hecho antes.
Y ni modo de avanzar, porque hay cosas que avanzan y otras que en serio son una estupidez, y se sabe desde el principio. Pero sí, al menos hay que tratar y es un juego que se expande y se contrae. Como dice el dicho, cuando llueve, diluvia.
No es sino que uno tenga un pretendiente y aparecen 5 al tiempo. Y luego el desierto.
Mi coach me dice que todavía tengo rabia de mi ex. ¡Rabia me da pensar que ese man afecte a estas alturas cualquier cosa de mi existencia! Ya me dio un par de tareas como putear a una almohada en las noches cuando llegue a mi casa, así que me voy a putear a mi almohada a ver si suelto y atraigo a mi… no, príncipe azul no… bueno, a ese man que describí en esa lista para el año nuevo de 2018 que todavía no se acaba.
Si estás por ahí… yo estoy por aquí. 

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