Diciembre 22, 2016.
2o Centígrados.
Examen final de Micro-Economía Avanzada
Columbia University, Nueva York.
¿Que carajo estoy haciendo yo aquí? Era la pregunta que tenía en mi mente y no podía concentrarme en nada más, a pesar de que tenía en pocos minutos el examen más difícil del semestre.
Quizás era esa nostalgia decembrina que a los venezolanos nos da por esa época o tal vez era el frío de ese día; pero no me podía quitar esa pregunta de mi cabeza.
Aunque haya tenido la fortuna de haber nacido en los andes venezolanos –sí, soy gocho de pura cepa-, eso del frío no se me termina de dar bien.
Seguía buscando una explicación, una excusa, una justificación –lo que fuera– que me ayudara a saber por qué estaba allí en ese lugar y no en un lugar mas cómodo – y menos frío-.
Luego de superar el pequeño episodio de flojera mental y malcriadez, me acordé de lo privilegiado que soy de poder estudiar una especialidad en los Estados Unidos, en especial, dados los tiempos que marchan en mi país natal.
Automáticamente, al pensar en Venezuela, lo primero que se me viene a la mente muchas veces es mi mamá.
En los momentos de dificultades y de dilemas internos -como el que tuve antes de entrar al examen- siempre pienso en: ¿Qué me diría mi mamá en este momento?
Pero muchas veces, no logro poner en una oración lo que ella me diría (no por falta de opciones, más bien, por exceso de consejos que siempre me ha dado mi madre).
En cambio, lo que siempre llega como mensajero oportuno, son pequeños recuerdos de cosas que mi mamá hizo en un momento en particular, que fueron ejemplos para mí.
Y de allí es donde viene la importancia de los ejemplos.
Mi mamá nunca me decía: “Tienes que estudiar más”; ella me decía: “Debes esforzarte más” y me invitaba a trabajar más duro.
Muchas veces, en el mundo de información y estimulación constante que vivimos en nuestro diario vivir, es muy difícil recordar las palabras que nos ayudaron a formar y llevarnos a ser los adultos que somos hoy, pero lo que sí se hace más fácil de recordar son los ejemplos, al menos en mi caso.
Mi madre tuvo que navegar por las rigurosidades de la escuela de Medicina, huérfana de padre y con muchas limitaciones económicas.
Se graduó, y hoy, después de mucho tiempo, los libros de Medicina comenzaron a amontonarse en la mesa del comedor. A mí me llamó mucho la atención y le pregunté: “Mamá ¿Qué hacen esos libros de Medicina ahí?” y ella respondió: “Yo me levanto muy temprano a repasar, a estudiar, uno nunca puede dejar de estudiar y aprender”.
Al recordar brevemente las dificultades que tuvo que pasar, las cuales me ha contado – entre una inmensa pena y a veces lágrimas- sentí que su ejemplo y su esfuerzo fueron el mejor estímulo para yo estar aquí y seguir adelante.
Es mi por qué y para que. Por esta razón, últimamente se me viene mucho a la mente ¿Qué haría mi mama? Antes de pensar en ¿Que me diría mi mama?
Me di cuenta que esforzarme más me daba mejores resultados en mi mundo académico. Cada vez que lo logro, que me salen las cosas bien porque me esforcé, recuerdo a mi mamá.
Con esto, quiero honrar también los ejemplos dados por mis padres y también ir creando los ejemplos que van a servir de guía a mi familia en un futuro y de las personas que tenga la oportunidad de ayudar e inspirar en mi vida.
Los ejemplos femeninos
La importancia de los ejemplos también los veo día a día en mi universidad, donde tengo la oportunidad de compartir con muchas mentes brillantes que, sin duda, serán los grandes profesionales en el ámbito de las Administraciones Públicas y Gobiernos en todo el mundo.
Afortunadamente, la gran mayoría de mis compañeros son mujeres.
Y me parecen un ejemplo, porque muchas de ellas podrían estar estudiando carreras que garanticen mejores posiciones económicas y de poder en su futuro, pero no, ellas decidieron estudiar algo para ponerse al servicio de su comunidad. Ellas luchan por su familia, sus ciudades y sus países, involucrándose en cuerpo y alma a este tipo de formación, en la que deberán esforzarse más, pero serán la muestra de que el esfuerzo se premia con trabajos dignos para ellas.
Siento que ellas siguen reivindicando, a través de su liderazgo, la sociedad que queremos y debemos tener. Un ambiente de trabajo con igualdad de condiciones, donde los ejemplos que ellas plasman, reafirman mucho más que las palabras mudas que algunas veces se proclaman en búsqueda de igualdad, pero que siempre terminan un poco cortas a la hora de convertirse en realidad.
Pensemos qué tipo de ejemplo hemos recibido y cómo convertirnos nosotros en ejemplos a seguir. Quizás eso sirva para ayudar a alguien importante de nuestras vidas a cambiar el mundo, a dar lo mejor de sí o simplemente a poder concentrarse antes de un examen de microeconomía.
Y tú ¿Qué ejemplo estas dando hoy?