La culpa parece ser una brújula. En muchas ocasiones la cargamos en la espalda y a veces sentimos una fuerte opresión en el pecho.
Otras veces, nos quita la respiración.
Para evitar esta carga, llamémosla responsabilidad.
Se trata de hacernos responsables por nuestras propias emociones y la de nuestros hijos.
Es curioso, en muchas ocasiones no podemos concentrarnos en el trabajo pensando en los hijos, y cuando estamos en casa tenemos la mente puesta en los pendientes de la oficina
¿Por qué no podemos llegar al justo medio?
Parece que estar felices en el trabajo y en la casa al mismo tiempo es imposible, pero ¿Cómo lo logramos? concentrándonos 100% en la situación que estamos viviendo, así disfrutaremos más y seremos más eficaces, porque pensar en otra cosa, la distracción, solo logra que pospongamos la satisfacción eternamente.
Para mí, lo primordial es dar calidad y no cantidad, aun cuando, en el caso contrario, tengamos todo el tiempo del mundo para estar con nuestros hijos.
Por cierto, algunos padres que deciden quedarse en casa con sus hijos se sienten poco productivos. Creen que no están aportando nada. Cuidado. Esta carga emocional la siente el niño y percibe el enojo de su madre o de su padre. En su lenguaje, piensa: “mamá o papá se ‘tienen’ que quedar cuidándome”.
Uno de los componentes de la culpa es el remordimiento, es como vivir en confusión constante por no saber si está haciendo lo correcto.
Así que sugiero brindar, por lo menos, 20 minutos diarios de tiempo de calidad. Esto es más saludable que dar todo un día de presencia física por obligación y no de corazón. La obligación conduce a la culpa en el interior y, cuando ésta aparece, no se sabe cómo manejarla correctamente y esto definitivamente nos bloquea.
Así que transforma la culpa en responsabilidad, deja de cargar con la culpa, ten confianza en lo que haces y no olvides que estás dando lo mejor de ti por el bien de tu familia.
Si quieres saber algunos practiconsejos sobre cómo manejar la culpa, no dejes de leer mi libro ¡Ayuda, tengo hijos!
Y recuerda: la armonía en el hogar comienza desde el interior de la madre.
Fotos: Pixabay.
*Texto extraído del libro “¡Ayuda, tengo hijos!”