Le digo adiós a las amistades tóxicas

Hace poco me encontré con una compañera de trabajo a la que conozco desde hace tiempo, y me pareció muy curioso verla un poco malgeniada y con una actitud demasiado extraña en ella, pues es una mujer muy alegre y relajada.

Le pregunté qué le pasaba y me contó que había estando almorzando con una amiga, y que esta la había dejado cansada, como sin energía, que estaba aburrida porque todos los días era la misma historia.

Que le tenía que escuchar las peleas y quejas sobre su pareja, pero que igual seguía con él.

Y me dijo algo que me dejó reflexionando: “No quiero cargar con los problemas de ella ni de nadie, es un desgaste”. Una frase que me pareció muy sabia.

Es que, definitivamente, muchas veces cargamos (más de la cuenta), con los problemas de nuestros amigos. Con esto no quiero decir que no los apoyemos cuando pasan por un mal momento, cuando sienten un vacío en su vida o cuando están deprimidos; se supone que los amigos están para apoyarse en las buenas y en las malas.

Pero cuando las situaciones se vuelven repetitivas, cuando en las salidas a comer o a tomar algo, siempre sale a la luz el mismo tema (el ex – los problemas con la pareja – los problemas económicos – los problemas familiares, etc.), uno termina cargándose de mala energía, malhumorado y pensando en cómo solucionar los problemas que no nos pertenecen.

A mí también me ha pasado y no es fácil decirle a una persona -que es especial para uno-, que está siendo una carga o nos está generando mala energía. ¿Cómo decirle a ese gran amigo que limpie su vida, su aura y sus pensamientos? No tengo la respuesta; pero yo opto por alejarme, por guardar distancia.

Porque una cosa es decir 1, 2 o 3 veces “todo saldrá bien”, “quiérete”, “respétate”, “todo tiene solución”; invitar a planes para alejar a la persona de la tristeza, el aburrimiento y hacer todas esas vainas que uno hace cuando quiere apoyar a otro; pero me parece muy desgastante y tremendo que pasen los meses o los años y esa personas siga en el mismo punto: quejándose, hablando mal de otros o victimizándose.

Siempre he pensado que uno atrae las cosas y las personas, ya sean buenas o malas; nuestros pensamientos y actitudes tienen una gran relevancia sobre lo que nos sucede en la vida. Cada uno es responsable de su propia armonía, de su paz interior y de salir de los círculos viciosos.

No hay nada como poder hablar de nada y de todo con los amigos, de reír de lo bueno y de lo malo que ya se superó, de disfrutar con los triunfos y de disfrutar un café o una comida.

No hay nada como sentir que el tiempo es corto para compartir y que al final de la conversación y el encuentro, uno se está recargado, pero de buena energía.

Quizás parezca egoísta, pero prefiero serlo y sentirme tranquila alejando a personas que me hacen sentir mal y decaída… alejando a la gente tóxica.

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Foto: Pixabay.

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