¿Por qué permanecer en un matrimonio que nos hace infelices?

matrimonio infeliz

Que si el matrimonio es la base de la familia, que si me quedo en este matrimonio infeliz por el bien de mis hijos ¿Cuántas cosas vas a soportar gracias a esto? En este artículo, Jhoaris Velásquez (@jhoiqueen) nos enseña algo que tiene mayor peso: nuestra felicidad.


Desde que somos pequeñas nos educan para ser esposas, y a ellos para ser maridos. Y eso hacemos.

Básicamente los jóvenes de nuestra generación (millenials), fueron criados en su mayoría bajo estándares conservadores (pese a que nuestros padres son más liberales que los baby boomers); sin embargo, todavía se siente la carga de un sistema patriarcal que arrastramos desde hace miles de años.

“La familia es la base de la sociedad, y para que tu familia no se caiga debes hacer TODO”.

Ya no sé cuántas veces he oído esto en mi vida… Tal vez tantas veces, como la cantidad de ocasiones en las que me he topado con amigos, realmente frustrados por la incapacidad de acabar con un matrimonio infeliz.

¿A qué llamo un matrimonio infeliz?

Aquel donde no hay respeto hacia ninguna de las partes, donde se ha perdido el rumbo en común, y sobre todo, donde reina la costumbre y ya no existe el amor. Básicamente es como un huevo hueco, una cáscara, un círculo de eventualidades que se repiten por inercia.

“¿Qué dirá la sociedad?, ¿Cómo voy a dejar a mis hijos pequeños sin su madre o padre?”.

Y es que en ocasiones nos sumimos en “el qué dirán”, tanto, que dejamos a un lado lo que realmente deseamos todos: La felicidad.

Y esto en ningún momento significa dejar de luchar ¡Por supuesto que siempre se debe luchar! Pero estableciendo límites.

Llegar al punto del quiebre, de la humillación o del maltrato (hasta con nosotros mismos), son las cosas que se deben evitar.

En ocasiones, la institución familiar pareciese estar sobrevalorada ¡Uyyyyy! ¿Cómo me atrevo a proclamar semejante blasfemia?

Y es que por momentos, miras a parejas que se sumergen en una infelicidad perenne simplemente por mantener esta “fachada perfecta”. No terminamos de comprender que lo único que determinará la felicidad de un núcleo, será la dicha de cada uno de sus miembros.

¡Juzgar, juzgar, juzgar! para eso es perfecto el mundo.

Para nuestros antecesores, ¡Un divorcio es impensable!: “Ese es tu marido (mujer), y debes aguantar lo que sea para mantener a tu familia”. Esta expresión ha sido otra de las recurrentes en mi vida…

¿En realidad es necesario tener un matrimonio infeliz para mantener en pie esta sagrada institución?, ¿Crearle una base de algodón y seguir en la desdicha para que “la gente no te mire mal” o para que “lo hijos no sufran”?

Hoy en día me siento orgullosa de aquellas amigas y amigos valientes que han dicho ¡NO!

Aquellos que han aprendido que un matrimonio fallido simplemente es una enseñanza, pasan la pagina y pueden ser felices de nuevo.

Y los que no se arriesgan a criar niños en un ambiente hostil simplemente por “tener a ambos padres juntos”, sin medir las consecuencias, porque este ambiente, al final, lo único que hará es traerle desdicha a todos.

Esto no me convierte en una HATER absoluta del matrimonio, de hecho, creo en él; pero simplemente soy crítica hacia la institución y considero que quienes lo idealizan por lo que han visto en cuentos y películas, y quienes padecen bajo uniones enfermizas y soportan situaciones que pueden llegar a ser peligrosas, deben poner límites y barreras, donde el valor y el amor propio predominen.

Considero que este mundo será un mejor lugar cuando se comprenda que la felicidad y el respeto por nosotros mismos y el entendimiento del amor más allá del apego, es esencial en todo ser humano como individuo colectivo.

Creo que debemos aprender a desprendernos del infinito y palpitante “qué dirán”, del que tanto a veces nos cuesta desligarnos.

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