“CADA DÍA DE VIDA, ES UN MILAGRO”…
Esa frase, proveniente de una película, me enseñó precisamente el valor de su significado. Es tan veraz como el amor de una madre.
Y es que cada día de nuestras vidas, nos topamos con personas que traen consigo una gran lección que no siempre somos capaces de reconocer y valorar.
Nadie llegará a tu vida para quedarse para siempre, nadie permanecerá en tu vida para siempre porque simplemente no somos eternos. Eso lo entenderás una vez que aceptes el corto recorrido que nos toca atravesar como seres humanos, y justo allí, comenzarás a vivir.
Cada persona que te rodea tiene una misión por cumplir en tu vida, tiene una enseñanza para dejarte, sean familiares, amigos, compañeros o conocidos; incluso, existen personas que van a llegar a tu vida para enseñarte a no ser como ellas.
Estas lecciones no van a venir siempre de buenas vivencias o acciones, de hecho, muy probablemente cualquiera de estas personas a través de una traición, una mentira o un engaño, van a demostrarte el maravilloso aprendizaje que están dejándote.
Pero la importancia radica en aprender a clasificar las situaciones que atraviesas en compañía de estas personas. Las gratas experiencias son aquellas que llevarás siempre en tu corazón y que hasta podrás recordar con una sonrisa, mientras que las malas son las que te harán crecer y te fortalecerán.
Para mí no existe una “mala” experiencia, sino más bien una difícil manera de aprender a aceptar aquellas cosas que no podemos cambiar.
Pero es que… ¿Cómo se le puede llamar “mala experiencia” a algo o a alguien que te ha dado la oportunidad de convertirte en mejor persona?
Es entonces, en este tramo, cuando debemos abrir paso a la gratitud. Tanto lo bueno como lo malo se agradece, y cuando eres capaz de apreciar cada momento vivido y de agradecer por cada persona que llega y se va de tu vida, podrás desprenderte de ese sentimiento de culpabilidad que uno suele sentir, al no poder controlar los errores cometidos o el dichoso tiempo perdido.
“No importa que seas increíblemente maravillosa con alguien, eso nunca será suficiente para las personas que no saben apreciar”, eso me lo dijo una vez una amiga.
¡Y vaya acierto! Lo esencial está en el hecho de reconocer lo que mereces, y no aceptar menos que eso.
Entender que no vale la pena, que puedes soñar e imaginar en grande siempre que quieras, pero sin dejar de tener los pies sobre la tierra, es una manera de reconocer la realidad de las cosas sin demasiado drama.
Los milagros son sensaciones, momentos, y son también, la propia esencia de cada ser humano. Por eso es importante nunca perder nuestra verdadera esencia, pues esta puede convertirse en una bendición para quienes realmente valoran nuestra compañía.
Y esa explicación que hoy tratas de encontrarle a cada situación o persona que rodea tu vida la hallarás, porque todo tiene su razón de ser.
Pero apenas algo ocurra, no trates de juzgarlo ni de cuestionarlo, ya que debemos recordar que nada sucede por casualidad.
Cuando entiendas que eres más fuerte que todos esos momentos difíciles por los que atraviesas, podrá surgir en ti una transformación interna, donde comprenderás que ni el amor, ni las personas cambian, solo se transforman; y la clave está en aprender a aceptar que todos somos seres diferentes y únicos (y eso está bien).
Ese alguien que sabes que te hace mejor persona es tu milagro, haz que permanezca en tu vida hasta que así lo quieras.
Foto por Cristina Gottardi en Unsplash