Una fiesta sin niños…

Hace tiempo, cuando yo era sólo persona y no mamá, me invitaron a una boda “100% libre de niños”.

La invitación llegó vía mail y explícitamente indicaba que el regalo debía ser dinero y que dejáramos los niños en casa.

A lo del dinero ya me acostumbré. Desde tiempos inmemoriales está el tema en la mesa: que si es feo, que si es práctico, que si sí, que si no. No opino, porque yo en mi boda no indiqué nada, dejé a los invitados con el fastidio de pensar qué hacer cada uno.

Fue un riesgo que corrí y me regalaron algunas cosas buenísimas y otras horrendas insalvables. Pero al menos no hubo polémica y yo le sonreí a todo.

En cuanto a los niños tengo que decir que en esta invitación el novio no hiló fino porque, después de tarjeta con ribetes dorados, va y envía un correo electrónico a los invitados con su petición de cena “100% libre de niños”.

Hay maneras de decir ciertas cosas, como cuando conoces un recién nacido y es feo (que pasa siempre, menos con los míos) hay opiniones que hay que suavizar. #DigaleNoALaSinceridadAbsoluta

Al recibirlo no lo vi mal. Un poco de paz se agradece y además los niños comen, y estas bodas se pagan por comensal y cada cubierto cuesta un ojo.

Olvidé el tema hasta que recibí una respuesta al mail.

Pensé que era una confirmación, alguien que sin intención le dio a “responder a todos” en vez de sólo al interesado; pero cuando abrí para ver quién había sido el abobao que nos avisaba a todos que iba a la boda, me di cuenta de que no era un “reply all” accidental.

¡Era una mamá ofendida! Tatatachaaaan!!! (redoble de tambores).

La “mamá ofendida” no es cualquier especie, merece ser tratada con especial atención si no quieres ser objeto de su ira (y no, no quieres).

Este personaje puede volcar toda su cólera almacenada de noches sin dormir, de llantos sin calmar y de infiernos con sonrisa falsa sobre un único ser: TÚ, que osaste ofender a su criatura.

Este lío me afectaba de poco a nada, peeeeero ya que me habían copiado, ¡no me iba a perder la telenovela que se avecinaba!

No recuerdo exactamente el texto, pero la esencia era diáfana:

Ella sin su hijo no iba a ninguna parte y donde la criatura no fuera bien recibida, ella tampoco lo era.

En aquel momento me pareció un poco exagerado, pero como yo no tenía hijos, ni perro y las orquídeas se me morían todo el rato, decidí ser benevolente con ella.

¿Será que cuando eres mamá te pones así? (idiota perdida) ¿Será que es lo normal?

Peeero… el destino quiso que yo fuera mamá y no me olvidara de este episodio, para poder afirmar con contundencia que ¡NO! no necesariamente te pones idiota perdida.

Ella, en particular, se puso así o vete a saber si incluso lo era antes de tener al niño; yo es que la conocí con retoño incluido.

Lo afirmo con la tranquilidad de ser madre de dos y estar deseando conocer unos hoteles que me han dicho que no dejan entrar niños. Tienen piscina temperada, spa, margaritas, silencio prolongado y adultos por todas partes. Ahhh… se me hace la boca agua.

Y no lo siento así ahora que son grandes ya. Eso es así desde el día que entendí que mis hijos estaban bien, los vigilara fijamente las 24 horas o no.

El mundo de los adultos es importante, por eso las maestras son tan amigas entre ellas. Imagínate trabajar en un colegio. Ves al director y te lanzas de una a hablar con groserías, sospechar de amantes y otras actividades ilícitas que no puedes dejar que los cerebros moldeables de los niños sepan que la sociedad oculta.

Yo no pierdo una buena oportunidad de “colocar” a mis criaturas y pasar a ser un adulto del montón.

Si hoy me hubiera llegado aquel mail del que hablamos, mi pensamiento iría de la logística -¿con quién los dejo?- a la alegría: ¡qué maravilla! No solo no tengo que ocuparme de los míos, sino que además, ¡no me tengo que disparar a los niños de los demás!!!

No soy yo muy de niños, ya lo he dicho alguna vez.

No quiero juzgar a esa mamá por su reacción, -a buenas horas lo digo- pero creo que ella se está perdiendo cosas buenas de la vida y su hijo también.

Cada vez que dejo a mis hijos en alguna parte, no sólo me alegro por mí, sino que creo que ellos van a vivir una experiencia buena y divertida, con gente diferente que les va a enseñar otra manera de ver las cosas, que les van a hablar con otro tono y de otros temas… Ellos ganan, yo gano y el cuidador gana. Un Win-Win que llaman ahora los modernos.

Hoy en día estas “mamás ofendidas” solo hacen que las otras creamos que ellas son mejores y que quieren más a sus hijos que las que estamos con el cartelito de “se alquilan niños por hora”

Pero no queridos míos, no es así.

Porque aunque no lo quiera ver, a esa amiga le habría venido bien venir a la cena de adultos sin dar biberón o estar picando croquetas y Nuggets por la mitad y soplándolos (las croquetas y los Nuggets no se enfrían nunca). Le habría sentado de maravilla escuchar chistes sobre resultados adversos del Viagra o el clítoris masculino o como se te caen las tetas sin remedio -esto último fuera de chiste-.

Los padres nos necesitamos para recordar que el mundo también gira sin nuestros niños de la mano.

Porque no siempre van a estar ahí pegados, un día tendrán una vida y les tocará elegir entre cenar contigo y su padre, con los mismos cuentos de 1996, o salir con los amigos… Entonces sí que vas a saber lo que es estar entre adultos.

A menos que tú seas un jodedor muy excepcional o una mamá “Súper Guay”, ellos van a pasar olímpicamente de ti y se van a ir a tomar cerveza en lata apoyados en un coche.

Todo llega.

No te digo que dejes a los niños en la puerta de una iglesia y te vayas a pasar dos semanas en Ibiza hasta arriba de drogas y alcohol, (que podría ser).

Te digo sólo que seas un adulto, que seas mujer o hombre, incluso a propósito del Pride Parade de Madrid de estos días, te puedes dar el lujo de ser varias cosas juntas.

Sé persona para que enseñes a tus hijos a serlo, es lo que toca antes de ser papá.

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Fotos: Pixabay.

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