Todos en algún momento nos hemos enfrentado a situaciones conflictivas que nos llevan a experimentar rabia, incomprensión, ira, desilusión o tristeza.
En el momento en que decidimos o necesitamos hablar sobre esas situaciones, que en algunas circunstancias nos hieren, la mayoría de las veces, lo primero que sale de nosotros son nuestros juicios y creencias que casi siempre nos impiden encontrar una solución.
La psiquiatra española Marian Rojas a menudo menciona esta frase en sus conferencias: “comprender es aliviar”.
Pero qué difícil es comprender, cuando no sabemos escuchar; cuando no somos capaces de autogestionar nuestras emociones y nos vestimos de jueces.
ASÍ QUE QUIERO DARTE 4 CLAVES QUE TE AYUDARÁN A SALIR DE UN CONFLICTO, Y A TENER UNA MIRADA MÁS ALENTADORA ANTE SITUACIONES QUE MUCHAS VECES NOS DESANIMAN Y NOS LLEVAN A LA FRUSTRACIÓN:
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TÚ ERES EL PILOTO DE TUS EMOCIONES
¿Controlas o dejas que te controlen las emociones?
Las emociones están presentes en más del 80% del comportamiento del ser humano, y están involucradas en nuestra toma de decisiones; son además, un medio para interpretar las situaciones con las que nos enfrentamos en el día a día.
Es normal que en algunos momentos de nuestra vida estemos molestos o no estemos de acuerdo con alguna situación y necesitemos expresar dicha inconformidad.
Sin embargo, es importante saber comunicar las cosas que nos incomodan, pues muchas veces, nos dejamos llevar por el momento y actuamos de una manera en la que herimos a los demás y luego nos arrepentimos.
Para que esto no te pase, es clave que tengas claro qué cosas te sacan de tus casillas; es decir, tener presente qué situaciones o hechos hacen que te molestes, de modo que puedas reconocer una o dos herramientas que te ayuden a salir de tu enojo, como por ejemplo: salir a gritar, quedarte callado o caminar.
Posteriormente, busca el momento adecuado en el que puedas expresar eso que te molestó.
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TÚ, YO Y OTRO
En toda situación conflictiva hay dos puntos de vista claves que debemos tener en cuenta: el primero es el tuyo y el segundo, naturalmente, el de la otra persona.
Si bien ambos son igual de importantes, es necesario tener en cuenta la historia de vida, creencias y los modos de aprendizaje de cada uno, pues estos intervienen en la manera de ver y manejar dichas situaciones.
Para superar el conflicto, muchas veces se requiere invitar a un tercero, quien nos puede dar una mirada más objetiva de la situación y nos puede ayudar a comprender elementos que desde nuestro lugar no podemos ver.
Así que en estos casos, invita a alguien que tenga un punto de vista objetivo para que te ayude a desligarte de tus emociones.
Eso sí, esta persona no puede tener un vínculo emocional con ninguna de las partes; debe ser totalmente neutra.
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BUSCA SER APRENDIZ, NO VÍCTIMA
Los conflictos que vivimos están mediados por errores que cometemos.
Es común que desde pequeños creamos que los errores tienen una connotación negativa, pues en algunas ocasiones fuimos castigados cuando nos equivocábamos.
Sin embargo, cuando “cambiamos este chip” y nos aventuramos a ver los errores como oportunidades de aprendizaje, nos abrimos a las posibilidades y comprendemos que cometer errores es parte de la naturaleza del ser humano.
Algunas preguntas que te puedes hacer y que pueden ayudarte a hacer este “cambio de chip” ante un conflicto son:
- ¿Qué puedo aprender de esto?
- ¿Qué haría diferente?
- ¿Qué de lo que está pasando es mi responsabilidad?
- ¿Qué puedo cambiar de esta situación?
Recuerda siempre que el cambio empieza por ti. Esperar a que otros lo hagan, hace que muchas veces nos sintamos frustrados.
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JUEZ U OBSERVADOR
Cuando nos enfrentamos a una situación conflictiva, los juicios, las posiciones radicales y los “deberías…” que decimos a la otra persona, son mecanismos de respuesta comunes y hacen que no escuchemos al otro.
En estos casos nos encontramos con frases como: “¡Tú siempre haces las cosas mal!”, “¡Nunca haces lo que te pido!” o “Deberías escucharme más”.
Una herramienta que te ayudará a salir de estas molestas situaciones son las preguntas de curiosidad.
Preguntar nos abre un mundo de posibilidades y nos ayuda a acercarnos al problema de una manera distinta. Es allí donde nos interesamos realmente por el por qué de las cosas.
Cuando preguntamos asumimos una posición de observador, donde nos interesamos por saber qué pasó; qué motivó a cierta persona a realizar algo.
Así que escucha para entender y no para responder. Solo cuando alguien se siente escuchado se abre a escuchar.
4. PONTE LAS GAFAS DE LAS SOLUCIONES
Culturalmente estamos acostumbrados a decir a la otra persona lo que debe y no debe hacer. Debemos entender que no necesitamos hacer sentir mal al otro para que pueda entender una situación, o hacerle ver que cometió un error.
Cuando decidimos ver este tipo de situaciones desde otra perspectiva y nos enfocamos en darles otra mirada, necesitamos responder cuál es el problema y cuál la solución.
Hacemos este tipo de preguntas para buscar la solución y no hacerle pagar a nadie o castigarlo por el error que cometió.
Los conflictos muchas veces son inevitables, pues como seres humanos tenemos diferentes perspectivas y, aunque a veces quisiéramos que los demás pensaran como nosotros, esto no puede ser real. Así que la invitación es a tener herramientas que nos ayuden a solucionarlos, más que evitarlos.
Cada situación difícil puede ser una maravillosa oportunidad para entrenarnos a nosotros mismos y sacar nuestra mejor versión.
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Foto: Gaelle Marcel en Unsplash