A veces un poco de ayuda no está mal… Y por eso, Laura (@laustrazza) nos cuenta como ese aparatito mágico llamado Satisfyer llegó a su vida, sin tener que pedirlo. (Si quieres escribir textos como este, sigue leyendo)
*Texto seleccionado del Curso de escritura digital de Asuntos de Mujeres
Hola, soy Laura. Llevo 11 años casada con un hombre al que amo profundamente y juntos tenemos un hijo de un año.
Esta es la historia de cómo hice para que mi esposo me regalara un Satisfyer (ese aparatico mágico, también conocido como succionador de clítoris) sin tener que pedírselo.
Como sé que algunas quieren lograr lo mismo, les comparto los 5 sencillos pasos que seguí.
Spoiler: los 5 pasos NO son sencillos. Pero los comparto igual por si los quieres poner en práctica J
Paso 1: quedé embarazada
Uno de los momentos más felices de mi vida fue cuando recibí la llamada del doctor para decirme que mi prueba de embarazo era positiva.
Recuerdo clarito que estaba en mi oficina cuando sonó el móvil.
Salí literalmente corriendo a la calle y atendí cuando ya estaba afuera. Pegué un grito de emoción y se me salieron las lágrimas con la noticia.
Paso 2: perdí la libido.
“Ay, esto tomó un giro inesperado”. Pues sí.
Nosotros felices con el bebé en camino, pero no tan felices con mi falta de ganas de sexo. Pasó un mes y yo no quería hacer el amor.
Dos meses. “Ya pasará, son las hormonas del primer trimestre”. Cuatro meses. “Las hormonas un carajo, aquí no hay ganas de nada”.
Cinco meses. “Esposo, yo te hago lo que tú quieras, enfoquémonos en ti”.
Seis meses. “¿Pero en qué momento me volví asexual? no entiendo nada”.
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Paso 3: intenté ver porno.
Sola y con mi esposo. Esto fue idea de él.
Un día me dijo: “¿gorda, y si vemos una porno juntos?”.
No, nunca lo habíamos hecho, porque ¿para qué? No lo necesitábamos, nos iba muy bien solos.
Pusimos una porno de esas como noveleras. Porque ajá, qué rico el foreplay.
¿Adivinen qué sentí? Correcto. Nada. Luego intenté ver porno yo conmigo, segura de que esto sí funcionaría. De nuevo no sentí ni cosquillas.
Paso 4: le di placer a mi esposo de otras formas.
Ya frustrados los dos con este asunto, nos enfocamos en él.
Como al mes cinco de embarazo y después de muchos intentos frustrados, le pedí que dejara de intentar satisfacerme a mí. “Enfoquémonos en mí, sweetie… a ver si eso me despierta algo en el organismo”.
De nuevo, niente.
Paso 5: le confesé mi frustración a mi esposo.
“Quiero querer tiraaaaaar”, le dije chillando y entre lagrimones.
Juro que no era sentimiento de culpa nada más. Genuinamente quería querer hacer el amor. Quería un orgasmo. Quería no sentirme asqueada cada vez que mi esposo empezaba a sobarme y darme besos en el cuello.
Así fue como a la semana siguiente llegó con el Satisfyer.
¡Y lo que pasó a partir de ahí se los cuento en el próximo artículo!
Photo by Dainis Graveris on Unsplash