Cómo dejé de gritarles a mis hijas en esta cuarentena

educar sin gritos

Descubre qué hizo nuestra colaboradora, Paola Campos ( @ydiosmecreomama ) para tener más paciencia y dejar de gritarles a sus hijas durante la cuarentena.

 


 

Educar sin gritos fue una decisión que tomé hace cuatro años, y me ha llevado por un camino de sanidad interior y muchos aprendizajes.

Estoy segura de que educar sin agresividad no solo se puede, sino también es saludable para las dos partes, madres, padres y niños. Para las que quieran saber de qué se trata educar sin gritos, tal vez pueda ayudarles con este post que escribí unos meses atrás:

LEE: El día que empecé a criar a mis hijas sin gritos.

 

¿Cómo no gritar en el confinamiento por la cuarentena?

Con este caos que todos empezamos a vivir a causa del Coronavirus, nos hemos enfrentado a una situación desconocida que nos ha generado descontrol y una serie de emociones que cambian a diario.

Desde el inicio de esta cuarentena, traté de no mirar muy lejos y enfocarme en un día a la vez para que no fuera tan pesada mi carga emocional.

Sin embargo, era consciente del GRAN desafío al que nos enfrentaríamos. Hijas 100% del tiempo + homeschooling + esposo en homeoffice.

Todos bajo el mismo techo… ¡Ufff! ¡Abrumador!

 

Una cosa es la expectativa y otra la realidad

Con el pasar de los días, me empecé a sentir cargada, cansada e impaciente. No es para menos, cambió nuestra vida de un día para otro. Tuve que establecer nuevas rutinas, ejercer roles que no hacía y ser la educadora de mis hijas.

Además, tuve que enseñarle a mi hija con necesidades especiales, lo que se traduce en desafíos aún mayores.

Mis primeros 12 días de cuarentena estuvieron acompañados de estrés y muchos gritos.

En el día 12 tuve mi breakdown. Lloré, pataleé y me di cuenta de que, como venía mi rutina y mi actitud (impaciente, explosiva y gritona), el encierro en casa no sería sostenible en el tiempo.

No era saludable para nadie, menos para mis hijas. Aunque he tratado de ver pocas noticias, era claro que esto no iba acabar rápido. Esto va para largo y mi rol de profesora (que es el que más me cuesta), va hasta junio.

 

 

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Hija: Mamá quisiera que volvieramos a la vida normal para que tu no estes tan brava! 💔💔💔 Mamá: yo también quiero volver a la vida normal, porque esta me está exigiendo mucha paciencia y a veces no me alcanza… 🥵 La vida últimamente a todos nos ha estado exigiendo un nivel de paciencia muy alto. La última semana siento que se me agotó la paciencia con todo y no estoy logrando controlar al perro rabioso que llevo dentro. 🙈 Esto me recordó una pregunta que me hacen con frecuencia: ¿como haces para nunca gritar? Esto por lo que escribo de mi proceso de “educar sin gritos”. Mi respuesta es: a veces grito! A veces me descontrolo! A veces hago pataleta y lloro! Como en la última semana. Por más que busquemos no gritar (sería lo ideal), a veces pasa. Somos humanas y a veces no es fácil. No nos culpemos si no lo logramos. Cada día es una nueva oportunidad para hacer las cosas diferente. Ser conscientes que la violencia y la agresividad solo generan más violencia y agresividad y dejan heridas en las personas que más amamos, es el principal motivo para educar sin gritos! Ánimo mamás ya están llegando las vacaciones! 🤪 #educandosingritos #ydiosmecreomama #sinpaciencia #mamaimperfecta

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Entonces busqué una solución…

Hice una lista de cosas que me estaban afectando

 De alguna forma estaba en negación. No quería aceptar esta nueva rutina, pero no tenía otra alternativa que hacerlo, porque no había más.

Así que hice algo que me funcionó en el pasado para resolver algunos problemas. Hice una lista de las cosas que más me estaban afectando del encierro y las prioricé.

 

Quedaron estas dos como las principales…

  1. La dinámica del homeschooling.
  2. Cero tiempo para mí.

 

Tomé medidas ante las cosas que me afectaban

Al tener el panorama más claro de lo que me estaba afectando y entender de dónde venía mi impaciencia y mis gritos, pude hacer algo al respecto.

Así que:

 

  1. Hablé con el colegio y les dije cómo me sentía. Ellos me ofrecieron más apoyo, lo cual ha sido muy positivo para mi hija y para mí. Y por mi parte cambié de actitud. Decidí que primero estaba mi salud emocional y mental y la de mi familia. Si logramos hacer todas las tareas y actividades del colegio ¡Bien! Y si no, ¡Bien también! Estoy haciendo lo mejor que puedo y a nuestro ritmo.
  2. Hablé con mis hijas y mi esposo, y les dije que el hecho de estar todo el día juntos, no quiere decir que siempre estoy disponible. Escogí un lugar de la casa que se volvió mi lugar de paz, calma y orden. Ya saben que cuando estoy ahí es mi momento para leer, orar, meditar o no hacer nada, y todxs están aprendiendo a respetarlo.

 

He visto resultados positivos: menos gritos.

Estas pequeñas cosas hicieron un gran cambio en mi rutina. Sobre todo me hicieron sentirme menos presionada, lo que se tradujo en menos gritos.

Nuestros gritos siempre salen de nuestra frustración, cansancio, desespero e impotencia. Si analizas la fuente, nunca el motivo principal van a ser tus criaturas. Ellos simplemente con sus cosas de niñxs, echan la última gota que derrama el vaso que ya estaba lleno con tus problemas y preocupaciones.

 

¿Estas dejando que las presiones externas te saturen?

Todos en este momento estamos recibiendo presiones de diferentes tipos: colegios, trabajo, noticias que generan ansiedad y redes sociales que nos “invitan” a ser positivos, a aprovechar el tiempo, a hacer lo que nunca hicimos, a reinventarnos, cocinar, leer, hacer deporte y bla bla bla (seguramente, muchos de los que recomiendan esto no tienen niños pequeños).

Sentir toda esta presión sobre nuestros hombros puede generarnos enojo y frustración. El enojo en sí mismo es una reacción humana normal. No es ni bueno ni malo. El problema no es el enojo, sino la forma en que lo manejamos y lo expresamos, porque generalmente es con gritos.

Este no es el momento para exigirnos mayores niveles de productividad, al menos para mí no. Creo que lo más importante y saludable en este momento es aceptar lo que sentimos (bueno o malo), y poder expresarlo de manera adecuada sin miedo a ser juzgados.

Permitámonos sentir y seamos pacientes con nosotras y nuestrxs hijxs. No dejemos que todas esas presiones externas nos saturen y terminemos descargándonos en quienes menos tienen parte en esta historia.

 

Tratemos de tener la mejor actitud, que esto será largo ¡Y es lo que hay!

Nadie sabe cuándo vamos a volver a la normalidad. Mientras tanto, lo que podemos hacer es tratar de hacer lo más llevadera posible esta situación y tratar de tener paz en medio de la tormenta.

Sé que es fácil decirlo, pero muy difícil aplicarlo. Tendremos días donde vamos a tener que explotar, desahogarnos y llorar. Pero el día siguiente es una nueva oportunidad para tratar de hacer las cosas diferentes.

Todos estamos tratando de sobrevivir en medio de esta tormenta. Tratemos de darles a nuestrxs hijxs en esta cuarentena lo mejor que tenemos y no lo peor.

Por último, piensa por un momento qué recuerdo quieres dejarle a tus hijos en esta cuarentena… Pensar en esto te ayudará a regular de la mejor forma tu enojo, estrés y/o ansiedad, lo que se verá reflejado, créeme, en la disminución de tus explosiones y gritos.

Foto: Noah Buscher on Unsplash

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