¿Sabes qué es el Wabi-Sabi y cómo puedes usarlo para ser más feliz? Lee este post de la coach Valentina Marín (@senderosdealegria), y descubre el secreto japonés de la felicidad.
Hay momentos en los que la vida se presenta de una manera muy diferente a como hubiéramos querido o imaginado, que perdemos el control y nos enfrentamos con situaciones que no son tan chéveres.
Es en estos momentos cuando podemos retomar la filosofía simple, pero profunda, del Wabi – Sabi, uno de los secretos japoneses para una vida feliz.
¿Qué es el Wabi-Sabi?
El Wabi – Sabi hace referencia a una filosofía y visión estética aplicada a objetos, que hace alusión a la belleza en las imperfecciones, al valor del paso del tiempo y acepta con apertura el deterioro y fugacidad de la existencia, tanto humana como material.
Podemos pensar en una taza de café o té que nos ha acompañado durante muchos años, y que puede estar partida o rayada por el uso, pero que amamos y no cambiamos por nada, pues va adquiriendo valor y belleza por la rica historia que posee.
Pero, más allá de la perspectiva estética, es un término que nos puede servir mucho para nuestra vida personal y la manera como concebimos el mundo y la vida.
Richard Powell, autor del libro Wabi Sabi Simple dice que: “Nada dura, nada está terminado, nada es perfecto”, y a esto agregaría, eso está bien.
Es necesario aprender que podemos encontrar belleza en las imperfecciones, que debemos honrar la fugacidad de las experiencias y la existencia misma, saboreando y viviendo el momento presente, que la vida no es ni será perfecta pero que es hermosa; y nada es permanente, por eso cada momento es sagrado.
Puede que nos sintamos frustrados con las situaciones, pensemos que las cosas no son como quisiéramos, que deseáramos que algunas cosas duraran más y otras menos, que hagamos planes y no salgan como esperamos o que alguna experiencia no sea tan perfecta como anhelábamos.
¿Cuándo necesitamos Wabi – Sabi?
Necesitamos Wabi – Sabi, para ayudarnos a adaptarnos de una manera saludable a los cambios e interminables ciclos de la vida.
Es más, en este momento estamos experimentando una coyuntura que nadie esperaba y que nos puso la vida de cabeza: el COVID-19. Y vale la pena recordar las palabras de Darwin en 1962, quien dijo que: No son las especies más fuertes ni inteligentes las que sobreviven. Sobreviven los más flexibles y adaptables a los cambios.
Podemos aprender a reconocer la belleza y apreciar la imperfección e impermanencia de todo en la vida como una oportunidad para vivir al máximo y crecer.
Suele pasar que dejamos el disfrute en un segundo plano, pues primero debemos demostrar en nuestras redes lo bien que la pasamos y lo perfecta que es nuestra vida, (yo soy experta en esta tendencia), desconociendo que el valor de un momento desperdiciado no se repite jamás.
No quiere decir que debamos dejar de tomar fotos a nuestra comida o viajes o hacer videos de los momentos especiales. Se pueden hacer, siempre y cuando no perdamos la intención y el valor REAL que reside en vivirlo y no en perderlo por el afán de enseñarlo.
Estamos ante un llamado de atención y un recordatorio de volver a lo esencial, lo sencillo y mágico de la vida que no se encuentra en la carrera a la perfección, en los anhelos interminables ni en los apegos.
¿Cómo podemos empezar a practicar Wabi – Sabi?
Saborea el momento presente
Mucho se habla ahora sobre la práctica de consciencia plena o mindfulness, el arte de vivir en el presente, y es necesario entrenar nuestra mente a estar en el aquí y el ahora, a disfrutar al 100% de los momentos positivos cotidianos.
Podemos empezar separando unos minutos del día para enfocarnos en la respiración, en las sensaciones corporales o emociones. Es también una practica que nos invita a estar presentes a lo largo del día: a disfrutar de esa primera taza de café en la mañana, o de contemplar las nubes y su movimiento con asombro, de escuchar(nos) de una manera más profunda y, cuando podamos, abrazarnos de corazón a corazón.
Abraza tu historia personal
Vale la pena reflexionar sobre el camino personal recorrido, sobre todos los altos y bajos de la vida, pero, esencialmente de llevar la atención a los momentos de alegría, aprendizajes y transformación (tanto externa como interna) que hemos experimentado con el paso del tiempo.
Cada persona tiene una historia única que debe ser valorada y reconocida por su belleza auténtica y peculiar. Reflexionar y escribir sobre estos momentos es importante, pues nos permite cultivar perspectiva y orgullo sobre lo que sí hemos hecho. Es igualmente importante dar amor a las cicatrices y momentos que han marcado nuestra vida, no debemos olvidar que cada una de ellas aporta valor a nuestra historia personal.
Extrae aprendizajes
Cuando las cosas no salen como esperamos o nos vemos sorprendidos por sucesos inesperados que alteran el orden de nuestra vida (como el Coronavirus) es importante llevar el lente a lo que podemos aprender de esa situación. El aprendizaje nos pasa de víctimas a creadores, nos permite adaptarnos y cultivar una actitud resiliente con respecto a los cambios, pérdidas y transiciones.
Encuentra belleza en lo sencillo
Es importante aprender a redefinir la belleza, a expandir la mirada y traer a nuestro enfoque elementos sencillos que puedan tener una belleza o elegancia simple.
Esto lo podemos hacer en nuestro hogar con los objetos que ahí tenemos, con las personas que nos rodean y también con la naturaleza.
Podemos tomar fotografías y armar en nuestros celulares o cámaras un álbum de Wabi – Sabi.
Llegó la hora de abrazar el cambio, la fugacidad e imperfección como una fuente de belleza, sabiduría y crecimiento grandiosa.
Hablamos de los estragos del tiempo, de la resistencia a envejecer, de la eterna belleza y juventud que la mayoría buscamos. El tiempo no hace estragos, el tiempo moldea obras de arte y otorga valor y sabiduría, tanto a los objetos como personas. Qué maravilla la de poder contar historias, tener arrugas y cicatrices (internas y externas) que han marcado el trayecto de toda una vida.
Te invito a leer otro artículo que escribí hace tiempo: KINTSUGUI, el arte de amar tus cicatrices y aprender de ellas.