Gaba Agudo ( @tevefilia ), te cuenta qué ha significado para ella “volver al mercado de la soltería” después de su divorcio. Además, te da algunas recomendaciones para que este mercado no te agarre desprevenida.
Si para algo me ha servido la cuarentena, es para reflexionar acerca de mi soltería y este mercado en el que estamos la gente ‘de mi edad’.
He descubierto que este tema es una preocupación común en redes, en donde muchos coetáneos, a modo de chiste pero también en serio, hablan del extenso y crudo ‘verano extendido’ (falta de sexo), durante este confinamiento.
Muchos ya estábamos solos antes de que el Covid-19 apareciera en nuestras vidas, y vimos nuestras posibilidades de emparejarnos en el corto plazo reducidas, junto con el inicio de la distancia social como nueva normalidad.
Yo comencé la relación con mi ex marido – a quien conocí por trabajo- a los 28 años, justo en esa época en la que se estaban casando mis amigas con personas que conocieron también en fiestas o a través de amigos o familiares.
Ocho años después me separé de él, con un hijo y una mezcla de sentimientos: necesidad de cambio y sanación, y también esa emoción que contrastaba con el miedo hacia “volver al mercado”.
De la recuperación post separación se habla en muchos espacios: con tus amigos, con el psicólogo, en libros, blogs, películas, y series, pero la ‘reinserción’ en el mundo del dating, es un terreno complicado y sin mucha bibliografía.
Volver al mercado de las citas después del divorcio
La verdad es que cuando te separas o te divorcias, todo el mundo te dice -incluyéndote a ti misma- que mereces “algo mejor”, y uno se aferra a esa ilusión, pero puede que te pase como a mí, que cuatro años después sigues buscando tu “algo mejor” sin ningún mapa de ruta y un montón de pequeños intentos fallidos en el camino.
Y he aquí alguna de las cosas que nadie te dice sobre ser soltera en estos tiempos y que he aprendido en ese deambular.
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El “mercado de la soltería” se parece a un centro de reciclaje de autopartes
Yo lo defino como una especie de ciudad post-apocalíptica en el que hay gente por allá a los lejos que no reconoces, y muchas, pero muchas piezas maltratadas tratando de ser reutilizadas.
La gente poco habla y lo hace bajito, como si tuviera miedo de algo. Y debe ser porque en las “chiveras” -como llamamos en Venezuela a esos centros de reciclajes de autopartes-, siempre pasa algo feo. Ese es el terreno al que una especie de máquina del tiempo te escupe de pronto cuando vuelves a la soltería y decides volver al mercado del dating.
Si te subes a una montaña de cachivaches, reconoces a lo lejos algunos sitios que frecuentabas cuando eras soltera, -antes de formalizar la relación con la pareja con la que estabas-, pero ahora, todo está súper cambiado.
Allá se ven esos bares a los que ibas en grupo con tus amigas, pero algunos cerraron (o están llenos de solteros de edad fuera de tu target). También, muy a lo lejos, como en la periferia, otros lugares, en donde se conocía la gente: las oficinas llenas de gente joven, los eventos musicales y deportivos, los institutos y universidades o los sitios para vacacionar.
Y si a eso le sumas el vivir en un país (Venezuela) muy afectado por el factor emigración y crisis económica, como es mi caso, el panorama es aún más desalentador.
Este inmenso terreno de partes usadas, algunas rotas y otras en reparación, no es lo que tú te imaginabas cuando pensabas en tu “algo mejor”, y conviene llegar prevenidas para no asustarse.
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Te vas a sentir sola y confundida, y no necesariamente porque sigas soltera
Cuando estás cerca de los 40 y buscas pareja, te encuentras con que esas personas con las que solías compartir tus inquietudes, experiencias o inclusive las actividades que hacías como soltera, ya no están disponibles, ni siquiera para conversar sobre ello.
Probablemente ni entiendan los dilemas que enfrentas ahora. La verdad es que este mercado está cubierto de una niebla que no nos deja ver bien. En ese proceso de ‘reacomodo’ de tu círculo social, te sentirás bastante sola y a veces ni sabrás si puedes hablar de ciertos temas con otrxs solterxs como tú.
Yo me he encontrado con que mucha gente ‘de nuestra edad’, inclusive lxs solterxs, tienen un montón de ‘tabúes’ o estigmas acerca de las relaciones, en especial en Latinoamérica.
Uno de los más evidentes, es el de la citas a ciegas o la gente que se conoce online, que existe en nuestros países desde los 90, pero de la que muy poco hablamos en alto en nuestros países.
Quienes conocieron a sus parejas por algunos medios “no tradicionales”, a menudo mienten sobre ello, y otros todavía creen que quienes entran en aplicaciones o redes como Tinder, Match o Plenty of Fish no pueden ser tomados “en serio”.
Te dejo por aquí otro artículo que escribí al respecto: 12 cosas básicas que debes saber al abrir un perfil de Tinder
En mi recorrido por estas aplicaciones, he visto al menos tres perfiles masculinos que incluyen en su descripción la frase: “Dispuesto a mentir sobre cómo nos conocimos”, y eso me hace preguntarme: ¿Por qué sería necesario mentir? ¿Es tan malo estar aquí? ¿Soy la única de mi entorno que está buscando pareja en apps?
Y resulta que te encuentras caras conocidas en Tinder y no sabes qué hacer… Si hacerles like y saludar casualmente, si conversar de eso o simplemente salir corriendo. Es una sensación parecida a la que tenías cuando ibas a un motel en tus primeros años de vida sexual activa: “¿Y si me encuentro a alguien?” Pero ya va… ¿No está acaso esa persona en lo mismo que tú? ¿Por qué avergonzarse?
Y otro tema incómodo para nosotras es si no estás buscando una relación estable… ¿Cómo lo manejas? ¿Puedes ser frontal en eso?
Porque de la necesidad o la decisión de tener sexo casual u ocasional, tampoco se habla si eres mujer, porque es que eso que llaman ‘slut shaming’ (el cuestionarte por la cantidad de parejas sexuales que has tenido o qué tan rápido te vas a la cama con alguien), sigue existiendo y mucho.
Aquella mesa de Sex & The City en la que cuatro amigas compartían con detalles sus aventuras sexuales y se aconsejaban o acompañaban cuando una de ellas se desilusionaba, no siempre sucede en la vida real de hoy.
La verdad es que muchas nos hemos topado con el deseo de compartir con amigas que tienen una pareja estable de años, algo que nos pasó, y hemos terminado apenadas con la acusación de que eso te pasó porque: “Te acostaste con él muy temprano” o “Es que estás buscando en los lugares equivocados”.
Pero mientras las de 40 seguimos poniendo bajo la lupa de los moralismos si “está bien” descargarnos Tinder o si podemos decir a nuestros amigos o familia la verdad de cómo conocimos a la persona con la que salimos, me parece que las de ventitantos y ‘treinta y alguito’ no se lo cuestionan; como nativas digitales.
Para ellas es sencillamente otra forma de conocerse, y quizás, la más común en estos tiempos, aún antes de que la cuarentena viniera a cambiarnos la vida en muchos sentidos.
De esto, por cierto, habla el actor Aziz Ansari en su libro “Modern Romance”, una joya que compara la realidad del amor en la época de sus padres con la de este momento.
Les recomiendo este podcast de Asuntos de Mujeres, sobre cómo convertirte en un partidazo y encontrar la pareja que quieres.
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Hay un paredón de la vergüenza o un cesto de devoluciones
No solamente hay slut shaming, también hay algo de vergüenza en admitir que uno no tiene una vida plena sin una pareja, o tu círculo social sencillamente no es lo que solía ser y tienes que darte una ayuda para conocer posibles matches.
Y ni hablar de que a muchas mujeres, por decir fuerte y claro que quieren una pareja, se les acusa de ‘desesperadas’.
Es frecuente leer en las bios de los espacios digitales de dating cosas como:
“Nuevo aquí”, porque parece que da algo de pena admitir que tenemos mucho tiempo en la búsqueda y nada que conseguimos el like perfecto.
“Solo estoy aquí por la cuarentena”, como si hubiera sido solo un caso extremo que nos tocó a todos.
“No busco nada”. Y uno se pregunta: ¿Y este qué hace aquí entonces si no busca nada?
Pareciera que admitirse como ‘soltera y en la búsqueda de una relación estable’, nos pone en una especie de paredón de la vergüenza por no haberlo logrado por vías “tradicionales”.
Una amiga me dijo una vez: “Es que todos los tipos que están en Tinder tienen un defecto, un complejo, algún ‘detallito’, por eso están ahí”. Me sorprendió que ella pensara así, y me pregunté: ¿Es cierto eso? Pero si lo fuera, ¿Quiere decir que las mujeres que usamos Tinder también estamos ‘defectuosas’?
¿En verdad aún hoy en día creemos que los candidatos a novio que te presenta un amigo o tu tía la casamentera o que conoces en el trabajo, son mejores que los que puede conocer por una app?
Isabella Santodomingo en su libro “Los Caballeros las Prefieren Brutas”, habla sobre el “mercado nacional del usado”, donde van a parar los que llevan uno o varios fracasos amorosos a cuestas; pero a ver, ¿Acaso no llevamos todxs al menos un fracaso amoroso a cuestas? Inclusive, quienes ahora están felizmente casados o arrejuntados, ¿No tuvieron alguna ruptura amarga o algún rechazo antes?
Si ciertamente más del 50% de los matrimonios hoy en día terminan en divorcio, ¿Por qué tendríamos que abrigar sentimientos de fracaso, de estar defectuosos de alguna manera o vergüenza de pasar manifiesta, consciente y activamente a la búsqueda de una pareja, por los medios que nos resulten útiles?
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Las ‘leyes’ de ese mercado han cambiado
Ese mundo del ‘dating’ que conocí antes de esa relación estable y larga, ya no es el mismo, y la cultura y las formas de comunicarse también han cambiado.
Cuando el ex y yo nos conocimos, apenas existía Facebook y él ni siquiera tenía una cuenta porque no le gustaba aquello “de estarse exhibiendo en las redes sociales”. Mientras duró la relación, nacieron Twitter, Instagram, TikTok, Tinder y hasta OnlyFans. WhatsApp y el chat, mientras tanto, sustituyeron a la llamada telefónica tradicional y a eso de hablar en tiempo real.
Se popularizó el envío de desnudos. La infidelidad por aplicaciones se volvió un problema cada vez más polémico y global. Se empezó a hacer común el que las parejas se separaran por conflictos o desacuerdos en el uso de redes sociales y que, inclusive, terceros intervinieran a través de redes en relaciones muy públicas.
Los videos sexuales filtrados ‘accidentalmente’ van y vienen. La gente discute en Twitter si ciertas prácticas sexuales son comunes, ‘normales’ o deseables. Mucha gente habla ahora más abiertamente de relaciones abiertas y de poligamia.
En definitiva, no es sencillo entenderlo si has estado mucho tiempo en la burbuja de una relación monógama y estable, y además de que no es fácil, las ‘leyes’ cambian y se rompen cada minuto.
Y la pandemia y la cuarentena vinieron a sumar otro nivel de complejidad: ahora se complicó lo de conocer a gente en los bares o en las fiestas o en las vacaciones o en cualquier otro tipo de eventos, inclusive, la posibilidad de juntarnos con alguien con quien hicimos match en una app por los espacios públicos cerrados y el riesgo de contagiarse.
La verdad es que si fuera fácil, no habría surgido un mercado tan próspero como el de los dating coachs, gente que dedica su vida a asesorar a otros sobre cómo coquetear, levantarse, conquistar y solidificar una pareja, dependiendo de sus objetivos.
En fin, que si nadie se los ha dicho pues yo me atrevo: el panorama es complicado pero no les niego, también es muy excitante y divertido. Somos todos aprendices de investigación en este campo de estudio, este mercado en donde se encuentran muchos descubrimientos, ‘piezas’ valiosas a menudo y una que otra joya cada tanto.
¿Algo que quieras contarme de tu experiencia en el regreso al mercado de los solteros?
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Foto por Elevate en Unsplash