Hay días en los que quisiera levantarme, bañarme, desayunar, darles un beso bien grande a mis hijas y decirles: “Chao mis amores, mamá se va a trabajar, nos vemos en la noche”. Volver en la noche y disfrutar esa hora antes de ir a la cama, con historias, besos y mimos.
También hay días en los que no quisiera tener que lidiar con nada concerniente al mundo de los niños. A veces sueño que soy una súper ejecutiva, llena de retos profesionales, retos mentales y logros por alcanzar. Y otras tantas, imagino lo orgullosas que mis hijas estarían de una mamá ejecutiva e importante, que fuera una inspiración para ellas. Esos son mis días grises, en los que me siento aburrida, frustrada y perdida.
¿Quién a veces no quiere cambiar de empleo o tiene ganas de salir corriendo por un mal día de trabajo?
La monotonía en esta profesión a veces agota. El esforzarte y no ver muchos frutos, el dedicarte tanto y sentir que nunca es suficiente, también. Sin embargo, esos días grises pasan y me dejan una gran enseñanza: Donde estoy ahora, también es parte del viaje y es donde debo estar en este momento, porque yo lo elegí así.
Entendiendo esto, me levanto, me sacudo el polvo que me queda de la pataleta del día gris y continuo mi camino, disfrutando lo que tengo y tratando de ignorar lo que quisiera tener -pero no tengo- en este momento.
Sin embargo, desde que volví a mi país, la gente me pregunta cosas como: ¿Vas a trabajar? ¿Qué has pensando hacer? ¿Piensas hacer algo ahora que estas aquí?… Preguntas que no tenían una respuesta clara, pero que me dejaban pensando en dos cosas.
Primero, ¿Por qué el hecho de que una mujer esté 100% en casa no se ve como una ocupación seria? Por el contrario, para los otros parece que uno está perdiendo el tiempo o está dejando pasar la vida, así te digan: “Qué bendición poder estar con tus hijas” y “Es el mejor trabajo del mundo” .
Segundo, volver al mercado laboral es algo que quisiera hacer. Quisiera volver a sentirme productiva desde otro campo.
¿Qué me pongo a hacer? ¿Cómo retomo mi vida laboral?
Me senté a ver mi hoja de vida. Al tratar de actualizarla y no saber qué poner en los últimos 7 años en los que me dediqué a mi casa y a mis hijas, me frustré y la dejé a un lado. Pueden ser restricciones mías, pero me parece que el mercado laboral castiga DURO esos huecos. ¿Será que me tomarían en serio si pusiera: “Últimos años de experiencia: Gerente de Familia? … No sé. Así como tampoco sé si lo que quiero es ejercer de nuevo mi profesión de ingeniera.
Me siento como hace 20 años que tuve que decidir qué estudiar, y esto fue una lucha entre el corazón y la cabeza. Mi corazón quería ser actriz y mi cabeza ingeniera. Ahora me preguntan: ¿Qué te gustaría hacer? Mi corazón dice “Escribir y pintar” y mi cabeza “Busca algo más productivo”.
Escribir y pintar me apasionan. Pero a veces siento que lo único que sé hacer bien en este momento es ser mamá, esposa y administradora de una casa. Justo lo que no quiero seguir haciendo el 100% de mi tiempo. Me cansé de solo tener esos roles.
Cada vez que me preguntan: “¿Y tú qué haces?” siento incomodidad al decir: “Estoy en la casa con las niñas”. No me gusta lo que siento con esa respuesta. Me da un poco de rabia el hecho de sentirme tan perdida y no saber qué hacer con mi vida a estas alturas.
Tener que reinventarme y reencontrarme después de 7 años no es fácil. Moverme de donde estoy me ha costado mucho. Después de escribirlo, hablarlo y analizarlo, entendí que estaba siendo “más fácil”para mí inventar excusas que tener que enfrentar mis miedos y esforzarme a salir de ese estado.
Por otro lado, me metí hasta los tuétanos en mi rol de mamá que, al pensar en quitarles un poco de mi tiempo a mis hijas, la culpa vino con su dedo acusador a decirme: “Eres una mala madre por querer hacer eso”.
Sin embargo, como a los miedos hay que enfrentarlos y a la culpa callarla, aquí estoy re-conociéndome, tratando de recordar cuáles eran mis sueños y buscando unos nuevos, buscando motivaciones y proyectos solo para mí. Necesito resurgir. No quiere decir que deje de ser mamá o esposa, es simplemente que hay ciclos que se cumplen y siento que necesito volar.
Para las que estén pasando por algo parecido, les recomiendo el libro: “El camino del artista”, un curso de descubrimiento y rescate de la propia creatividad. A mí me ayudó a reencontrarme con mis motivaciones, gustos y habilidades, esos que había perdido y olvidado.
No sé a qué lugar llegue con estas ganas de moverme de mi zona actual, pero sí espero llegar a algún lado. Creo que sentirnos incómodas con algo, es una alarma que nos está diciendo que debemos actuar y movernos; que no nos acostumbremos a la insatisfacción y al conformismo.
Hay cosas que debemos aceptar porque no hay más que hacer. Pero hay otras que dependen de nosotras para que puedan cambiar.
Aceptar lo que sentimos es el primer paso para poder movernos y encontrar lo que necesitamos. Por ahora estoy haciendo lo que mi corazón me dice, que es escribir y pintar. De pronto en un tiempo podré decir: “Soy Paola, escritora y artista” y no simplemente “La mamá de Fulanita y Sultanita y la esposa de Perencejo”.
Y mientras me reinvento ¡Sigo aquí! En mi profesión de mamá, honrando esta labor que, aunque no esté reconocida ni remunerada (que debería), es una profesión digna que me ha transformado y me ha enseñado cosas que no se aprenden en ningún curso, ni en ninguna universidad.
¿Y tú, estas feliz donde estás? ¿Qué te impide moverte? si paraste de trabajar por un tiempo, ¿Cómo volviste al mercado laborar? ¡Cuéntame!
Sigue a Paola en: @ydiosmecreomama
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