Victoria Belim (seudónimo de Victoria Frolova), nació en Ucrania y emigró a los Estados Unidos cuando tenía 14 años.
Es periodista, traductora, habla 18 idiomas y actualmente reside en Bruselas.
Mi Ucrania (Lumen, 2022), su primera novela, relata el viaje que realizó a su país en el año 2014, en un intento por recuperar la historia de su familia y su propia identidad.
Con ella hablé sobre su libro, la guerra y la importancia de pertenecer.
Disfruta esta entrevista.
Quiero preguntarte sobre el sentimiento de pertenencia. Saliste de Ucrania cuando eras muy jovencita y has vivido la mayor parte de tu vida en el extranjero, ¿a dónde sientes que perteneces?
Es una pregunta muy interesante, porque creo que el lugar al que pertenecemos cambia según el lugar donde estamos.
Siento que mi identidad tiene suficiente complejidad como para que pueda ser estadounidense, ucraniana y europea. Pienso que cuando regreso a los Estados Unidos me vuelvo más europea; una vez que estoy en Europa, soy estadounidense y en Ucrania, a menudo soy una forastera, porque he vivido durante mucho tiempo fuera de mi país.
Pero me siento como en casa en todos esos lugares sin nunca sentir que realmente pertenezco a algún lugar de alguna manera. Perder esa estabilidad, esas raíces, tiene un efecto liberador, porque puedes convertirte en lo que quieras ser en lugar de que lo hagan por ti.
¿Por qué te interesó tanto conocer la historia de tu familia en Ucrania, especialmente la de tu tío abuelo?
Porque para mí, el hecho de que su historia quedó en el olvido y se perdió en el archivo familiar fue algo muy desconcertante.
Fue un shock que alguien pudiera ser borrado de las historias familiares tan fácilmente y pudiera desaparecer. Su historia no se conoce, su tema es tabú, no podíamos hablar de él libremente.
Para mí, eso estaba mal en muchos niveles. La historia de mi tío abuelo me perseguía y yo quería intentar entender qué sucedió exactamente y por qué tenemos miedo de hablar de él.
¿Pasó por tu cabeza que encontrar su historia era encontrar la tuya propia?
Definitivamente, sucedió. Sentí que una vez que aprendiese esa historia, entendería mejor mi pasado.
Entender nuestro pasado es también una clave para comprender nuestro futuro.
Creo que cuanto más tiempo pasé buscando su historia, más me di cuenta de que estaba buscando partes de mí misma.
Este es un libro muy sensorial, ¿era importante para ti enseñar los olores y sabores de tu país?
Yo quería llevar al lector de viaje conmigo, por eso quería que cuando lo leyera experimentara todo lo que yo estaba haciendo en mi viaje.
El sabor y el olor de esos panes que hice con mi abuela, el olor a papel polvoriento de los archivos, el olor del jardín de cerezos en flor… quería sumergir al lector en estas sensaciones para que se relacionaran con mi historia en un nivel más profundo. Esta fue una decisión muy deliberada.
Entiendo que para ti los olores son muy importantes, ¿verdad?
Sí, también tengo formación como perfumista.
¡Me encanta eso!, ¿cómo sucedió?
Fue algo que sucedió por accidente, porque yo estaba escribiendo un blog sobre fragancias y, como es una industria muy pequeña y cerrada, mucha gente empezó a contactarme, les parecía curioso que yo hablara de perfumes con tanta pasión.
Un día, de la nada, recibí la oportunidad de estudiar perfumería y no dudé en aceptarla, me parecía una oportunidad increíble.
Por esta razón, los olores son relevantes para mí, porque estos se procesan en la misma área del cerebro donde se procesan las emociones y los recuerdos. Los olores pueden evocar muchas cosas.
Aunque la historia de este libro es del viaje que hiciste en 2014, leerlo me ayudó a entender lo que está ocurriendo en Ucrania actualmente, porque se habla de la guerra como algo etéreo, que está lejos, pero en tu libro enseñas a gente de verdad, porque al final la guerra le pasa a las personas.
En algún momento del libro tratas de diferenciar las guerras en las que ha estado involucrada Ucrania, ¿no sientes que siempre hay guerra de por medio en la historia de tu país?
El siglo XX de Ucrania definitivamente se define por las guerras, especialmente la Segunda Guerra Mundial, son tantas víctimas en la guerra y tantas las personas que han sufrido, de una forma u otra.
Tienes razón en que el informe de guerra deshumaniza a las personas, de pronto todo se convierte en líneas de territorios fronterizos, territorios anexos, estadísticas de números de víctimas, pero ¿quiénes son estas víctimas?
Por eso, para mí era muy importante que este libro fuese una historia personal, porque así se puede entender mejor la historia en general, a través del prisma de las historias personales; y creo que era muy importante para mí darle voz y un rostro humano a Ucrania, darle una imagen que contrastara con las que vemos en la televisión en este momento: bombas, cadáveres, destrucción.
Son imágenes horribles y mi país no se reduce a estas imágenes.
Una de las cosas que más me gustan de tu libro es que las mujeres tienen un gran papel, ¿me cuentas algo al respecto?
Definitivamente, es un libro sobre mujeres fuertes.
Hay dos aspectos cruciales: por un lado, cuando en Ucrania un hombre se iba a luchar en la guerra, las mujeres se quedaban en casa, tenían (y tienen) que cuidar a los niños, encontrar comida para asegurarse de que todos están a salvo y muchas cosas más.
Eso les da a muchas mujeres la característica de supervivencia, como a mi abuela Valentina, y la capacidad de resistencia de la fuerza para hacer frente a situaciones extremadamente difíciles cuando no se puede hacer nada más.
Por otro lado, las mujeres tienen un papel muy importante en la conservación de las historias familiares. Ellas son quienes cuentan las historias y en mi familia no es diferente, son ellas quienes conservan la esencia.
Pero es cierto que cuentas que Valentina, tu abuela, no quería hablar sobre ciertas cosas cuando tú indagabas.
No quería, había algunos aspectos del pasado que eran demasiado oscuros, demasiado traumáticos para contar.
También sentía mucho miedo, un miedo inexplicable que persistía y, por lo tanto, era muy difícil hacer que ella compartiera su historia. Ella realmente no estaba interesada en los detalles dolorosos del pasado.
Cuando algo te marca, tu mente procura olvidarlo y dejamos que el tiempo se encargue de todo, pero es importante recordar, hay que dar voz a las personas que ya no están para que no se reduzcan a una estadística más de otra guerra.
Acerca de la identidad, en el libro constantemente se habla sobre la diferencia entre ser ucraniano y ser ruso, ¿cuán importante era para ti enseñar la diferencia entre los dos?
Para mí era más importante entender cuál era mi identidad ucraniana, porque cuando era niña, en mi familia nunca nos enfocamos en quién era ucraniano, quién era ruso o cuál era la diferencia entre ellos.
En 2014 cuando comenzó el conflicto con Rusia, para mí era muy importante tratar realmente de distinguir los dos países y culturas. Cuando comencé a viajar por Ucrania, tuve una mejor idea de cuál era mi identidad y, especialmente, entendí por qué sentí tanto dolor durante el conflicto.
Para mí 2014 fue extremadamente difícil, emocional y extremadamente agotador. La pérdida de identidad es un evento traumático para todos. Tú como inmigrante lo sabes, Patricia, es un momento en el que te preguntas a ti mismo a dónde perteneces, qué me hace más o menos ciudadana de mi país o si podré encajar o no si vuelvo a mi país.
Mi experiencia de estar en el extranjero ya me ha marcado lo suficiente como para que ahora sea una forastera en mi propio país; creo que todos esos son puntos muy válidos, legítimos y también deseos difíciles de resolver, por lo que me tomó varios años ir a Ucrania y conocer gente y conocer gente que tenía búsquedas similares a las mías para entender qué estaba pasando.
¿Cómo te sientes ahora mismo?
En este momento siento mucho dolor porque estoy fuera de Ucrania y, de hecho, con bastante frecuencia sueño que vuelvo a mi país.
Precisamente ayer por la noche soñé que volvía, estaba en mi jardín y por todas partes había ramas rotas; yo estaba quitando estas ramas rotas y colocándolas en una gran hoguera, fue un buen sueño y yo estaba feliz de estar ahí, me repetía constantemente “por fin estoy aquí, por fin estoy aquí”.
¿Tienes familia en Ucrania?
Sí, mi primo Dimitro, de quien hablo en el libro. También mi tío, el padre de mi tío Dimitro, fue a Ucrania hace unas semanas desde Canadá, porque era el aniversario de la muerte de su madre y quería ir al cementerio.
Ellos dos son mucho más resilientes de lo que creo, cada vez que les envío un mensaje para saber cómo les está yendo, me contestan como si no estuviese pasando nada y terminan preguntándome a mí si estoy bien.
No puedo terminar esta entrevista sin que me cuentes cómo es posible que puedas hablar 18 idiomas.
Cuando viajo trato de aprender el idioma del país que visito.
No hablo los 18 idiomas del mismo nivel, por supuesto, porque es imposible mantener al día dieciocho idiomas, no haría nada en todo el día si me dedicara solo a eso, pero sí estoy en clases de idiomas, de hecho, parte de mi motivación para aprender español fue este viaje.
Había querido aprender español por mucho tiempo, porque hablo francés o italiano y portugués y sentí que el español era una gran omisión. Una vez que comencé a aprender, realmente lo disfruté, creo que es un idioma hermoso con una cultura hermosa que lo sustenta. Así que en general hablar con la gente y conocer diferentes culturas es mi mayor incentivo para aprender.
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