¿Qué son las emociones? ¿Cómo nos relacionamos con ellas? ¿Para qué sirven?
Vivimos en un mundo emocional, habitado por las emociones que, cual nubes entre nosotros, constantemente tiñen nuestras percepciones.
Son parte esencial de nuestra vida y están íntimamente relacionadas con nuestros pensamientos. No tener conciencia de esto y no atenderlas, es la principal fuente de malestares, enfermedades y neurosis.
En Gestalt, por lo general nos referimos a las siguientes emociones: alegría, placer, amor, rabia, miedo, tristeza y dolor.
La palabra “emoción” viene del latín emotio, que significa “movimiento o impulso”, “aquello que te mueve hacia”. Las emociones alteran la atención y nos preparan para una respuesta más efectiva al entorno.
Éstas tienen dos aspectos.
El primero es el propioceptivo, la sensación que solo YO puedo sentir.
Cada emoción produce un conjunto de sensaciones que nos indican cómo nos estamos relacionando con el entorno, y por eso funcionan como una brújula.
Así por ejemplo, si de repente te encuentras con una persona que aprecias y tienes tiempo sin ver, de inmediato surge en ti una sensación “corporal” que luego puedes traducir en alegría, y el resultado final puede ser que quieras “acercarte” a esa persona.
¿Ves?, el entorno y la persona que apareció, detonaron en ti una sensación y tu conducta cambió inesperadamente.
Pero si en este momento imaginas que te encuentras de repente con alguien querido y que tienes tiempo que no ves, seguramente también sentirás algo; es decir, tú tienes el poder de producirte las mismas emociones que el entorno, y es ahí donde se complica la historia.
Cuando hablo de imaginar, me estoy refiriendo a un conjunto de funciones llamadas cogniciones, entre las que se encuentran los pensamientos, las fantasías, los sueños, los recuerdos y los aprendizajes.
Lo que sucede, es que en realidad somos dos todo el tiempo. Así por ejemplo, si en este momento TE IMAGINAS una comida rica, es un “tú” que le proyecta “eso rico” en forma de imagen a otro “tú” que, al verlo, se le hace la agua la boca.
Dime cómo te hablas y te diré cómo te sientes. Si no tengo conciencia de esto, de cómo me trato, de cómo me hablo y de cómo me juzgo, o me acepto o me justifico.
Si no tengo conciencia de ese otro “yo” o de ese otro “tú”, puedo entonces proyectarlo en el mundo fuera de mí y atribuirle a ese mundo lo que en realidad es mío.
Proyectar lo mío y de lo que no tengo conciencia es fuente, entre otras cosas, de la mayoría de las guerras por las que ha pasado la humanidad, y de otorgarle a Dios asuntos que para nada le incumben y que son nuestra responsabilidad.
El segundo aspecto de las emociones es la expresión. Toda emoción tiene su expresión.
Pudiéramos considerar la sensación como una expresión de la emoción; pero al hablar de expresión, me refiero a lo perceptible por el entorno, lo externo a mí, lo que no soy yo: el otro.
En este sentido, a través de la expresión, las emociones le comunican al entorno lo que nos está pasando, ¿Y para qué? pues porque somos seres sociables.
¿Qué pasa en ti si ves llorar a alguien que no conoces? ¿Y si lo conoces, qué pasa en ti? Expresar las emociones es importantísimo, tenemos un tanque al que van las expresiones emocionales y a este tanque, le gusta estar vacío.
Hay infinidad de expresiones emocionales con infinidad de grados expresivos, desde un simple sí o no, a una explosión de llanto, rabia o un ataque de pánico; desde un decir “te quiero”, a un beso apasionado… Y más allá.
De esta manera, al percibir la expresión, el entorno también se adapta a nosotros y cambia su conducta acorde con la emoción expresada.
Mantener el tanque sin descargar es peligroso, muchas veces el trabajo terapéutico solo se limita a facilitar la descarga del tanque, porque no hacerlo es también fuente de enfermedades.
En lo personal considero que todas, todas las enfermedades tienen su origen en este tanque.
La artritis, por ejemplo, está íntimamente relacionada con algo que llamamos “rabia retroflectada”, que no es más que rabia no expresada y dirigida a mí.
La depresión, cuando no es congénita, también tiene su origen en la “rabia retroflectada”.
En conclusión, las emociones nos señalan cómo va la relación conmigo y con los otros, y también le indica al otro cómo vamos con él.
Pronto estaremos hablando de cada una de las emociones en particular y de su importancia en nuestras vidas.
¡Gracias por leerme!
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Fotos: Pixabay