Una confesión honesta de @marialessandria, una mamá que ama a su hijo, pero se dio cuenta de que la maternidad no es lo suyo. Si pudiera retroceder el tiempo, no sería mamá.
Voy a escribir esta frase por primera vez y estoy muerta de miedo: me arrepiento de haber tenido a mi hijo. Ya. Lo dije.
Los hijos son cargas, lo son. Quitan tiempo, espacio y libertad (al menos a ciertas edades). Nadie te dice que te puedes arrepentir de tener un hijo.
Mucha gente te dice que te puedes arrepentir de NO tenerlo. Suena duro, pero es cierto.
Criar a mi hijo es lo más difícil que he hecho en mi vida. Nunca había estado tan cansada, amargada y deprimida.
La maternidad estos 4 años me ha parecido la labor más fuerte, injusta y deprimente del mundo, y admiro profundamente a las mujeres que tienen más de un hijo o que se quedan en casa con ellos todos el día, todos los días, para criarlos y educarlos.
Don’t get me wrong: amo a mi hijo. Lo doy todo por él y me ha enseñado un montón.
Es un niño hermoso, sano, talentoso, inteligente y gracioso. Pero si pudiera retroceder el tiempo y evitar haber hecho algo, sería convertirme en mamá.
Ahora, retroceder el tiempo es imposible. Entonces lo que hago es usar un minuto, un minuto de mi día para arrepentirme, para odiar la maternidad, para gritar y sentir que esto no es lo mío… Y sigo.
Sigo criando y amando a mi hijo, sigo riéndome de sus ocurrencias, respiro a través de sus berrinches y lo cuido en cada paso que da. ¿Tiene sentido esto que digo? Quizás para muchas no. Pero otras lo leerán y dirán: ¡Así me siento!
¡No estoy sola, ni loca, ni soy una psicópata!
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No todas nacimos para ser madres, pero por cuestiones de la vida, a algunas nos tocó. Y lo hacemos con amor, devoción y cariño. Creo que pocas personas se solidarizan con lo difícil que es ser mujer en general, y mamá en particular, por eso escribo estas líneas.
Después de convertirme en mamá, me di cuenta de que no nací para ser mamá. Pero un hijo no es una guitarra que dejas de lado llevando polvo porque te diste cuenta de que la música no es lo tuyo. Un hijo está ahí viéndote y aprendiendo de ti, lo bueno y lo malo.
Entonces prefiero verlo como mi lienzo en blanco, mi oportunidad para hacerlo bien, para asumir un reto que no me gustó pero que llevo con amor y buen humor. Para esto recibo ayuda: del papá de mi hijo, de mi psicólogo, de mis amigas. Sola, no se puede.
Termino de escribir esto con lágrimas en los ojos porque sí siento culpa. Pero al mismo tiempo, siento alivio al decirlo y al perdonarme por no ser la mujer ni la madre perfecta, porque eso no es lo que mi hijo necesita. Mi hijo me necesita a mí, como soy y como lo crío. Prefiero agradecer que está sano y feliz, que cuento con un colegio tiempo completo y que puedo escribir este texto sin complejos.
Quizá en un tiempo me sienta más a gusto con la maternidad, pueda descansar más y mi hijo sea más independiente.
Estoy segura de que poco a poco todo se irá haciendo más fácil. Si estás leyendo esto y te sientes identificada, quiero que sepas algo: no estás sola, no estás loca, no eres mala. Eres un ser humano y espero que día a día sepas surfear la ola de la maternidad con amor y humor, que agradezcas lo que tienes, así sea poco, y que con el tiempo las cosas sean más fáciles y llevaderas, para ti y para mí.