El concepto de amor romántico nos ha hecho mucho daño, y sí, leíste bien esa oración. ¿Por qué en vez de idealizar el amor no somos más conscientes sobre él? En este artículo, Sara (@searmas) , reflexiona más sobre las relaciones y cómo vivirlas sanamente desde la madurez
Corazón acelerado, nervios que se retuercen en el estómago, emoción. Gritas hacia adentro cerrando los ojos con fuerza y arrugando la cara de ternura. Euforia. Obsesión. Manos sudorosas. Ilusión de perfección. Subidón de adrenalina, serotonina y todo lo que se le parezca.
Relacionas todo con la persona que te gusta, si tu amiga está comiéndose una uva, tu inmediatamente dices – ¡A fulanito también le gustan las uvas! -.
Y sincerémonos, nadie está exento de experimentar todas las sensaciones que acabo de describir. Ni siquiera a las que le han roto más veces el corazón ni las que somos más razón que emoción.
Siempre había pensado que el amor romántico era una idealización del amor, pero mientras más leo sobre este tema, me doy cuenta de que lo que llamamos amor romántico es el enamoramiento, eso que inicia lo que quizás llegue a ser una relación madura.
Los problemas empiezan cuando esperamos que ese proceso, que caduca a los dos años según los expertos, dure para siempre.
Entonces el inconveniente no es el “amor romántico”, sino querer prolongar la etapa de enamoramiento más allá de lo que da, e idealizar una fase que tiene que terminar para dar paso a otra.
¡Como todo en la vida!
Hollywood y Disney nos han hecho mucho daño, de eso somos más conscientes ahora; sin embargo, no son los únicos culpables.
La crianza, las parejas que representaban un modelo para nosotros, la literatura, algunos conceptos religiosos y las comedias románticas, también son responsables de nuestra visión sobre el amor.
Sea cual sea el motivo que te ha llevado a idealizar el amor, también existe un grupo de personas que no creen en ese romanticismo, por eso en Asuntos de Mujeres nos preguntamos: si no creo en el amor romántico, ¿en qué creo?
¿Qué es el amor?
Comencemos por el principio: ¿Qué es el amor?
Este es uno de esos conceptos complejos que nos dejan en blanco y cuando intentamos dar una respuesta, lo llenamos de lugares comunes.
Barbara Fredrickson es una psicóloga conocida por sus aportes a la construcción de la teoría de las emociones positivas y ella define el amor como “micro momentos de felicidad que vivimos con otros seres vivos, no solo en una relación de pareja”.
Sencillo, ¿no? Micro momentos, específicos, no constantes, no para siempre.
De momento está claro que enamorarse es la parte fácil, pero saber amar es lo que complica todo el asunto.
La palabra amor la hemos manoseado de tal manera que la utilizamos para explicar decisiones y conductas de las cuales esperamos que se nos absuelva, solo porque “lo hice por amor”. Cuando lo que representa es: codependencia, irresponsabilidad, miedo, obsesión.
Amamos todo, el cantante de turno, el último restaurante que visitamos, la película, serie o libro que disfrutamos hace una semana. Amamos todo visceralmente.
El psicólogo Gary Chapman, famoso por su libro “Los 5 lenguajes del amor”, explica que el enamoramiento “nos da la ilusión de pertenencia e intimidad, y este proceso nos envuelve en una falsa sensación de que no somos egocéntricos y que nos hemos vuelto una especie caritativa y elevada a la que solo le importa el bien del otro.”
Y no hay nada más fantasioso que lo descrito anteriormente, ¿no? – ¡Ah sí!, un cuento de hadas.
Ver a la gente enamorarse parece adictivo, emocionante y hasta estimulante
Pero la necesidad más básica del ser humano no es enamorarse sino ser amado de verdad por la otra persona, significa que tiene que estar incluida la razón y la decisión de amar al otro, no solo el instinto. Y esto requiere de esfuerzo, disciplina y crecimiento personal.
Entonces podemos decir que el amor, más que una emoción, es una decisión.
¿Y qué pasa cuando el cuento de hadas se esfuma?
Pues que entra por la puerta grande y triunfante el hacer valer nuestros deseos individuales y con esto, el punto de quiebre en el que pueden pasar varias cosas: el fin de la relación, resignarse a vivir infeliz o reconocer que el enamoramiento ha pasado y “luchar por el amor verdadero”.
Y con “luchar” me refiero al intento por salir adelante donde estén involucradas las dos partes, un ejercicio consciente de que hay una incomodidad que necesita ser arreglada por el bien de las personas y con el fin de conservar la relación.
Y con “amor verdadero” quiero decir que habrá espacio para la emoción, pero no será obsesiva.
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Desglosemos las características más populares del amor romántico
- Es para toda la vida: el típico “siempre te voy a querer”. A menos que por revelación divina conozcas el futuro, esto nunca lo podrás saber; pero el fervor adolescente te hará pensar que es una verdad absoluta.
- Es exclusivo y se explica en frases como “no podré amar a nadie más que a ti”. Y creo que aplica la misma intención de arriba. ¿Cómo lo sabes? Lo cierto es que la vida cambia constantemente y no sabemos cómo estaremos en unos meses o años.
- Es incondicional, es decir, ¡hay que aguantar! La frase: “te voy a querer pase lo que pase” lo explica bastante bien. No hay que aguantar maltratos físicos ni psicológicos. Punto. Lo demás se puede intentar solucionar en terapia, pero esa es la clave, al menos intentarlo y no terminar con todo en el primer arrebato de furia.
- Implica renuncia: “Lo hago todo por amor”, “te quiero más que a mi vida”. Pero la realidad es que somos seres egoístas que miramos lo que nos conviene, una vez que se pase el enamoramiento, como explicaba Chapman, cambiará nuestra percepción. Además, hacerlo “todo por amor” puede traer frustración cuando no existe reciprocidad. Y amargura, mucha amargura.
- Si piensas que lx odias entonces es perfecto para ti. Cosas como: si te manda señales de que no te quiere, ¡eso es que te quiere! O como nos decían en el colegio, si un niño te molesta es porque le gustas. Este punto es el epítome del amor tóxico.
- Romantizar el drama. Porque si hay drama es “ideal”. Que no te conteste los mensajes e inmediatamente confabules historias en tu mente; que involucres a toda la familia y amigos generando controversia; que si le dan «me gusta» en las redes sociales, por favor ¡detente! Este comportamiento solo demuestra que estás obsesionada con esa relación.
- El mito de la media naranja. Según esta teoría, la otra mitad debería hacer match y eso supuestamente garantizará que sea una relación duradera y exitosa. También es un cliché que le suelen decir a las personas que están solteras: “estás incompleta, necesitas a alguien para que te cuide y te proteja”.
Sabemos que esto es una mentira absoluta, nadie está hecho a nuestra medida y tampoco necesitamos de otro ser humano para estar completxs.
Lo que sí es seguro es que puedes encontrar a alguien con él/la que tengas cosas en común, pero inevitablemente, será diferente a ti. Esto creará roce y momentos de incomodidad, que con un poco de intencionalidad nos ayudará a crecer.
- El matrimonio como señal de éxito. Nos enseñan que el matrimonio debe ser la meta y representa el éxito de una relación de pareja. Pero cuando este se tambalea entramos en pánico, porque la manifestación del romanticismo pleno está a punto de esfumarse. Y en ocasiones seguimos ancladas en una relación sin fruto por miedo a estar solx o porque representa un fracaso, según algunos estándares. ¿Te ha pasado?
Entonces… si no creo en el amor romántico ¿en qué creo?
No creer en el amor romántico está bien, pero pienso que nos veremos involucradas de una manera u otra, porque somos humanos, no robots y las emociones están allí. Sin embargo, prefiero creer en el amor consciente y maduro, ese que no hace de todo un drama, sino que evalúa las situaciones y les da perspectiva.
Ese con el que te sabes amado no porque él/la otrx es perfectx y cumple tus expectativas, sino porque has decidido conscientemente compartir tu vida con esa persona.
Una vez que bajamos de la nube del enamoramiento sigamos decidiendo ser generosos, procurar el bien del otro, ser vulnerables y trabajar en equipo eso, es amor verdadero, o al menos en eso creo.
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