Hace unos meses me enteré de que habías tenido una hija.
Como padre primerizo dichoso, publicas fotos de la bebé todos los días con mensajes tiernos que hablan de lo feliz que te sientes en esta nueva etapa de tu vida.
Aunque hace mucho tiempo decidí superar lo que había pasado y hablar contigo en términos amistosos y como adultos, el nacimiento de tu hija me hizo volver a ese triste episodio que me marcó para siempre.
Tenía apenas 15 años y tú 26. Te conocí en un chat por internet y comenzamos a coquetear sin decir nuestros nombres reales.
Finalmente decidimos reunirnos en un centro comercial para ir al cine.
Tenía apenas 15 años y tú 26.
Te había dicho por chat que había estado con otros hombres y los había besado. Pero no era cierto.
La verdad es que estaba muerta del susto.
Fuimos al cine y al salir me besaste con lengua, me agarraste por la cintura, y me volviste a meter la lengua hasta el fondo de la garganta.
Tuve que irme porque mi padre me estaba esperando en la planta baja del centro comercial.
Quedé asustada pero también quise verte de nuevo.
Fuimos a tu apartamento porque me dijiste que allá podíamos ver un par de películas tranquilos. Me dijiste que tus padres estarían en casa, así que tomé el metro y fui.
Cuando llegué, tus padres iban de salida y nos quedamos solos.
No quiero volver a hacer un recuento detallado, más de diez años después, de lo que pasó.
Tampoco he podido definir si ese día, en esos minutos antes de huir de tu casa, abusaste de mí.
Sé que llegué a casa y me duché unas tres veces.
No entendía qué había pasado, una violación se supone que tiene que ver con que un hombre penetre a una mujer.
No pasó eso. Pero me manoseaste, me tocaste, me hiciste acostar en tu cama y tuve que resistirme a tu insistencia en quitarme la ropa.
No te dije que quería hacerlo. Todo el tiempo te pedí que pararas. Pero seguías forzándome, y entre risas me decías que no me pusiera tan seria, que me dejara llevar.
Me sentí muy frágil, utilizada e impotente.
Tenía apenas 15 años y tú 26.
Es difícil borrar ese día de la mente y del cuerpo. Incluso más de diez años después.
Ahora que te veo en fotos junto a tu hija, espero que a ella no le pase lo mismo cuando tenga 15.
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Foto: Pixabay.