“Nunca imaginé, ni en mis peores pesadillas, que me había enamorado de un psicópata narcisista y comenzaría a vivir la experiencia más traumática y devastadora de mi vida.” Lee esta historia de Natasha Lopera @loperanatasha
Él era alto, atractivo y carismático, me hacía reír todo el tiempo, me asombraba su nobleza, era tan especial, ayudaba a todos, al que vende dulces en el semáforo, a la señora del servicio, al portero del edificio, a sus amigos y a la sociedad.
De hecho, tiene una ONG…
Su encanto y nobleza me atraparon de inmediato y el amor por sus hijos acabó por enamorarme. Siempre hablando con ellos, con palabras como : te amo, eres lo más importante de mi vida, solo quiero que seas un gran ser humano, no me importan tus calificaciones del colegio, sino que seas una gran persona, etc.
En las noches rezaba el rosario frente al altar más grande y hermoso que jamás hubiese visto, tenía a la Virgen de la Misericordia y la de Guadalupe, el Señor caído de Buga, Cristo Sacramentado y muchos rosarios hermosos.
Siempre fue muy respetuoso, de hecho, fuimos amigos por varios meses, mientras yo veía todo lo maravilloso que era este hombre, carismático, familiar, noble y altruista, siempre trabajando por una gran causa social.
Él estaba por encima del bien y el mal. Cuando me dijo por primera vez que yo le gustaba mucho y que le regalara un beso, mi corazón se detuvo por un momento y pensé… ¡Dios mío qué ricoooo este papacito, no puedo cree que se haya fijado en mí!
Y ahí empezamos un tórrido romance, lleno de atenciones, regalos, flores, serenatas, peluches, chocolates y el mejor sexo de mi vida.
Yo pensaba: me gane la lotería; pero lo que nunca imaginé, ni en mis peores pesadillas, era que me había enamorado de un Psicópata Narcisista y comenzaría a vivir la experiencia más traumática y devastadora de mi vida.
Rápidamente me propuso vivir juntos y yo acepté. Sentía que levitaba, que caminaba entre las nubes; empezamos a hacer planes para el futuro y nuestra boda que sería un año después, sus hijos me adoraban y yo a ellos, tenía más que un esposo, una familia.
Aclaro, sus hijos no vivían con nosotros pero sí pasaban mucho tiempo en casa. Nos fuimos a vivir a Pereira, él me convenció de ir a vivir allá; quería una vida tranquila, sin el ruido de la ciudad y en una casa hermosísima, con piscina, jacuzzi y un jardín de cuento de hadas.
Dejé todo en Medellín: mi vida, mi trabajo, mi familia, todo, para emprender una aventura al lado del hombre que amaba.
Todos los días hacíamos planes nuevos, planeé trabajar en Pereira, abrir un nuevo mercado en el eje cafetero, viajábamos juntos y a diario llegaba con un detalle para mí.
Después de un mes de estar viviendo en Pereira, empezó mi pesadilla. Comenzó de una manera muy sutil a hacerme sentir culpable de todo cuanto ocurría: mientras en la mañana me llevaba el desayuno a la cama y me cantaba una canción, en la noche yo era un monstruo, que no lo amaba lo suficiente, no lo valoraba y no lo respetaba; todo era motivo de conflicto. En las noches mientras rezábamos el rosario, el comenzaba a llorar y a decir: Dios mío cámbiala, o haz que yo la deje de amar, no puedo con este amor tan grande, y lloraba como un bebé.
Me decía: yo solo quiero una esposa que me ame, pero usted no me ama. Yo hacía todo lo que me decía y más; termine cargando una culpa que me llevó a un estado de esclavitud, todo se lo tenía que hacer, desde sacar su ropa para que se vistiera, amarrarle sus zapatos, poner la crema dental en su cepillo de dientes, ponerle el reloj, tenía que llevarle las cuentas y carpetas de todo lo que gastaba; me hacía tener un archivo detallado de cada cosa, tenía que hacer todas sus vueltas, todo absolutamente todo, pero nada era suficiente para él, no dormía porque él se duerme a las 4:00 am, y yo no podía irme a dormir sola, no me lo permitía; comenzó a denigrarme y a decirle a todo el mundo, amigos y familia, que yo estaba loca y que lo estaba enloqueciendo; lloraba mientras contaba cómo yo lo estaba destruyendo y decía que no sabía qué hacer conmigo.
Comenzó el “Gasligthing“, una forma de tortura psicológica que usan los psicópatas. Así que movía las cosas de la casa, las escondía y luego aparecían.
por ejemplo, una mesa que siempre estuvo en un lugar, un día apareció en otro, y yo le decía: ¿quién puso esa mesa ahí? y él respondía: ¡Ay Natasha! siempre ha estado ahí. Me miraba fijamente y me decía: estás mal, eres esquizofrénica y comencé a pensar que eso era verdad y que yo estaba loca.
Yo le preguntaba, por ejemplo: ¿cuándo fuimos a tal sitio? y él me respondía: jamás estuvimos ahí; o yo decía: tú me dijiste esto o aquello y él respondía: ¿yo? jamás dije eso, y comenzaba a llorar y a decir que yo era esquizofrénica, que no tenía contacto con la realidad y empezaba a rezar por mí para que Dios me cambiara, me sanara de mi enfermedad mental o que me alejara de él.
Cada día era una pesadilla y comenzó tratarme cada vez peor; gritaba como una bestia, se daba golpes a sí mismo, su mirada era diabólica, y luego, segundos después, era todo un ángel, lloraba y me pedía perdón, me abrazaba y comenzaba a cantarme una canción.
Así paso un año, yo estaba consumida en un estado de depresión profunda, no comía, no dormía, estaba muy flaca, había perdido 8 kilos y estaba muy enferma; tenía ataques de pánico, mareos, gripas a repetición, arritmia cardíaca y migrañas, entre otros síntomas.
Fui al médico, me hicieron todos los exámenes que existen y no tenía nada; fue peor, él me decía: ¿ves? no tienes nada, todo está en tu mente, estás loca; en las noches llamaba a sus amigos, familia y a los hijos a decir que ya no aguantaba más, que estaba a punto de enloquecer, que estaba viviendo un infierno, que oraran por él, que yo lo estaba destruyendo; y un día me dijo que se iba a suicidar y que no aguantaba más, que yo la noche anterior me había levantado a media noche invocando espíritus, que yo era una bruja y que había encontrado pruebas de que yo lo tenía rezado, y me mostró unos pelos con amuletos enrollados con una cinta roja.
Todo era una mentira, mentira una tras otra, manipulación y tortura psicológica; yo veía como hacía lo mismo con los demás, los usaba para su beneficio y ellos no se daban cuenta, veía como usaba a sus hijos para su beneficio, incluso los ponía uno en contra del otro, veía sus mentiras y engaños, como ponía a unos en contra de otros, como lograba todo lo que quería, como tenía muchas, muchísimas amantes, como evadía impuestos, como ese hombre maravilloso nunca jamás existió, pero sabía que no podía decir nada, nadie me iba a creer, yo era una loca esquizofrénica, así que lo que yo dijera, iba a ser usado en mi contra.
Entonces callé, me convertí en un zombi, no tenía nada, mi vida estaba completamente destruida, no tenía dinero, ni trabajo, ni amigos, ni familia; y lo peor es que creía que estaba loca, me sentía vacía, sin alma y tuve varios intentos de suicidio.
Pero un día pude escapar (literalmente), así que huí a Medellín con la ayuda de una amiga, porque era escaparme o morirme. No era capaz de estar un minuto más frente a él.
Hoy en día aún me persigue…
Y después de un sufrimiento insospechado, estoy aquí, recuperada y con ganas de ayudar a miles, millones de mujeres en el mundo que están siendo víctimas de Psicópatas Narcisistas, estos seres que aparentan ser grandes hombres, que son padres, amigos, hermanos, que están en todas partes, en las empresas, en el gobierno, en las ONG’s y en nuestras casas, disfrazados de hombres normales.
Estos hombres nos están maltratando, violentando y matando; yo corrí con la suerte de que jamás intentó matarme, pero a diario estamos viendo en las noticias como están matando mujeres a diestra y siniestra a manos de sus parejas.
Pocos saben esta realidad, por eso creé la Fundación Alice, donde estamos trabajando para educar sobre el tema, enseñando a reconocer estos agresores, interviniendo a las víctimas para ayudarlas en su rehabilitación, y empoderándolas para que conviertan en mujeres emprendedoras en el tema, porque la justicia no funciona adecuadamente en estos casos.
Si tú crees que nunca vas a ser víctima de un psicópata estás muy equivocada, son el 3% de la población; en Medellín y el Área Metropolitana hay 180.000 psicópatas, 3 de cada 100 mujeres están en una relación con un psicópata y tú puedes ser una de ellas. Síguenos en nuestras redes sociales, no solo tú estas en riesgo, todas las mujeres a tu alrededor lo están, tus hijas, hermanas, amigas y madres.
No esperemos a caer en esta situación, tenemos que informarnos y replicar esta información, les aseguro que cada día atiendo a muchas mujeres en Medellín que están siendo depredadas por estos seres sin alma. Lo bueno es que hay esperanza y se puede salir de esto. Estamos para ayudarte.
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