Como siempre, la periodista Mariale Herrera ( @marialessandria) , nos ofrece un texto honesto, en el que confiesa algo que podría sucederle a muchas mamás: en medio del cansancio o el agotamiento, una de las cosas que hacen o pasa por su mente al perder la paciencia, es pegarle a su hijx para que se calme. Hoy, Mariale te cuenta qué hace cuando esto le sucede a ella.
Amo a mi hijo. Es un niño inteligente, cariñoso, gracioso, talentoso. Lo amo. Pero a veces quiero pegarle.
Al criar, hay días hermosos, que parecen sacados de una cuenta de Instagram de esas perfectas que vemos por ahí. Y hay días espantosos, de gritos, llantos y de no entendernos.
Esos días, me provoca pegarle a mi hijo.
Pero no lo hago.
No lo hago por varias razones.
La primera es porque está mal pegarle a quien sea. Si está mal pegarle a tu jefe o a la vecina que te cae mal ¿cómo va a estar bien pegarle a un niño, un ser tan indefenso e inocente?
La segunda razón por la que no le pego a mi hijo es porque no funciona. Muchos dirán “A mí me pegaron y soy un adulto perfecto”. No, no lo eres. Nadie lo es. Y que te hayan golpeado no ayudó. No soy psicóloga, pero creo que no necesito serlo para saber que un ser humano maltratado no puede tratar bien a nadie (o al menos, debe trabajar bastante para sanar y lograrlo).
La tercera razón por la que no golpeo a mi hijo es porque siento que no es una respuesta lógica a lo que él está sintiendo. Sería responder a MI pataleta. A lo que YO siento en ese momento. Entonces, lo que hago es alejarme de él, respirar, contar hasta 10 y tratar de calmarnos.
La cuarta razón por la que no le pego a mi hijo es porque, si quiero enseñarle lo que es la disciplina y el control, pues no puedo perder el control yo ante sus sentimientos, sentimientos complejos como los de cualquier ser humano, como los tuyos y los míos. Sería hipócrita hacerlo.
La quinta razón por la que no le pego a mi hijo, es porque a mí JAMÁS me pegaron. Nunca vi a ninguna de las personas que me criaron siendo violentas. Y puedo estar 99% segura de que les di razones para querer pegarme en algún momento. No lo hicieron. Siempre eligieron el respeto y el cariño.
Amo a mi hijo. Es un niño con sentimientos complejos, con días malos y buenos, es un hijo único, que ama la atención, tiene más juguetes de los que necesita y casi siempre le complacemos los antojos. Eso lo entiendo.
También entiendo a las mamás que les pegan a sus hijos. No está bien. Pero lo entiendo. Entiendo lo que pasa por la mente de una mamá agotada, deprimida y con mil cosas en la cabeza. No puedo imaginarme lo que pasará si sufre de violencia, pobreza o alguna enfermedad mental. No está bien, pero lo entiendo.
En mi caso, me toca entenderme y comprender quién soy: soy una mamá soltera de 31 años, criando a un niño de cinco en otro país, con su papá viviendo en otra ciudad. Trabajo, hago ejercicio, voy a terapia, tengo un par de amigos, ayudo a mi familia, tomo vino, como chatarra y veo series.
A veces quiero pegarle a mi hijo y creo que no estoy sola.
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Lo que hago cuando quiero pegarle a mi hijo
No soy ninguna experta, solo tengo cinco años siendo mamá, pero si algún día quieres pegarle a tu hijo, esto es lo que te recomiendo:
- Aléjate: si tienes la oportunidad de salir del mismo espacio, hazlo.
- Respira: utiliza cualquier técnica que te sirva. Solo respira conscientemente.
- Cuenta hasta 10: mientras respiras, cuenta. Creo que eso nos calma.
- Toma la vía contraria: abrázalo muy fuerte y bésalo. Creo que las emociones fuertes en los niños a veces vienen de falta de contacto. Al menos con mi hijo, creo que así es.
- Llora con él: Esto es lo más importante que hago con mi hijo.
¿Por qué lloro con mi hijo?
Cuando lloro con mi hijo nos calmamos los dos y le muestro que soy un ser humano. Creo que hoy es tan importante criar hombres que entiendan cómo nos sentimos las mujeres, cómo explotamos cuando ya no podemos más. Y ese primer ejemplo humano, se lo quiero dar yo a mi hijo: Soy tu mamá, soy un ser humano y lloro cuando no puedo más. Tú también puedes hacerlo y está bien.
Además, después de llorar me siento más ligera.
La maternidad puede ser muy injusta. Y hay días en los que no dejo de pensarlo. Se espera que criemos con amor, trabajemos, nos cuidemos y seamos alegres y simpáticas siempre.
En mi caso, lo hago sola y hay días en los que me supera. Y es válido. En esos momentos, me recuerdo que puedo pedir ayuda, que es importante hacerlo y que es la única forma de no transformarme en un monstruo: le pido más días a su papá, me tomo un día en el trabajo, contrato una niñera por unas horas. Lo que sea necesario y sé que es un privilegio que no todas las mamás pueden disfrutar. Si eres de las que puede hacerlo, aprovéchalo.
Soy Mariale, amo a mi hijo y a veces quiero pegarle.
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Foto por Marcos Paulo Prado en Unsplash