Esta es la reflexión honesta de la periodista espiritual, Romina Martucci ( @soyoropendola ) quien confiesa cuánto criticaba a otras personas como forma de ser “chistosa”, hasta que un día, se dio cuenta de que al hacerlo, estaba proyectando lo que estaba mal en ella misma.
Cada proceso de sanación es integral, va tocando todo, va desenterrando y recordando aquello que incluso se había vuelto parte de nosotros y lo veíamos como bueno o normal.
Parte de mi sanación hacia mí misma y hacia los demás, se ha dado en torno a lo criticona que era. Sí, leyeron bien, y es que incluso esa “característica” se había convertido en parte importante de mi personalidad.
Sin darme cuenta, esa actitud tóxica me mostraba una total ficción en mis relaciones y amistades, las personas se acercaban a mí por y para nutrirse de mis chistes o comentarios sobre los y las demás, y la mayoría de las veces estos comentarios eran pesados e hirientes, siempre directos y veraces, eso sí; pero totalmente inútiles e innecesarios.
Pero todo empezó a cambiar
Hace varios años recibí la primera señal sobre ese camino equivocado que cada día tomaba más fuerza. Después de culminar un diplomado en Programación Neurolingüistica, pude comprobar que cada persona es y actúa a su manera, no porque así lo queramos, sino porque tenemos una historia, creencias, temas familiares y hasta traumas detrás y la mayoría de las veces, esa historia puede actuar como una cruz.
Al comprender eso hice las pases con la palabra compasión. Esa, que en aquel momento me retumbaba como cursi y cargada de debilidad, comenzó a cobrar el mayor sentido para mi vida.
Cuando comencé a entender esto, mi trabajo interno apenas comenzaba. Fue así como me adentré a analizar en qué consistía mi burla constante y mi señalamiento sin piedad hacia los demás, desde un gato cojeando que pasara frente a mí, hasta un ser querido.
Para que tengan una idea, solía decir cosas como: “Qué se sentirá ser así de nulo”, “Aquella doña qué hace manejando, ¿No se ha dado cuenta de que ya murió de los vieja que está?”
Lo peor es que durante todo el día conseguía comentarios y frases cada vez más ofensivos, sin encontrar un para qué.
Encontré entonces, otra de las respuestas más fuertes en ese andar y se asomaba en mí una gran verdad: estaba actuando como el típico payaso que llora por dentro. Todos reían junto a mí de mis “ocurrencias”, seguro que con ganas, pero a costa de una tarea que para nada me haría sentirme orgullosa más tarde.
Todo mi trabajo se centró entonces en aceptar que aquello que criticaba en los demás, era lo que más rechazaba en mí cuando lo hacía, la típica ley del espejo, que por fin me la estaba aplicando a mí misma.
Ahora bien, este relato puede que les suene a engreimiento de mi parte en aquel momento, pero la verdad es que jamás me he sentido más que nadie, todas mis críticas realmente hablaban de una inseguridad tremenda de ser juzgada por los demás y un perfeccionismo loco que desde hace tiempo decidí despedir desde muy dentro de mí y que a veces se asoma de alguna manera para hacerme reflexionar.
Hoy en día, sí existe una parte alentadora de este cuento de superación, pues ese combo de bofetadas necesarias me hicieron darme cuenta a través del tiempo de que se me iba la vida enfocada en los demás, en vez de enfocarme en mí, en mi amor propio y en mi crecimiento personal y espiritual.
Si me preguntan ahora mismo, no me he convertido en santa ni nada cercano a eso, además reconozco que mi humor siempre tendrá un toque oscurito que jamás abandonará mi esencia por alguna razón; pero lo que sí asimilé es que no tiene sentido perder mi tiempo y energía en tan triste pasatiempo de criticar por gusto, atención o aceptación; al final, el daño completo era para mí, pues los criticados ni se enteraban de mi manía y estéril afán.
Vivamos nuestra vida, limpiemos nuestras heridas y dejemos que los demás limpien las suyas; no critiquemos ni juzguemos más y preguntémonos ¿Quiénes somos nosotros para enjuiciar?
Les prometo que dejar de criticar es de los mejores regalos de paz que podemos entregar a nuestro cuerpo y a nuestra alma. Palabra de una regenerada en la materia.
Cómo dejé de criticar a los demás
Ahora bien, así sané yo, así lo superé yo y esto es muy personal; sin embargo, si de algo les puede servir, me atrevo a darles algunas recomendaciones:
- Activa la compasión, desde la verdad y desde lo que significa realmente.
- Comprende que no somos quiénes para tapar nuestra inconformidad riéndonos de los demás.
- Lo más importante, todos batallamos con algo.
- Todos podemos ser fuertes pero también muy frágiles.
- Lo que hoy parece poco factible que nos ocurra, puede estar a la vuelta de la esquina.
- Aprende a reír con las personas enfrente, ríe con ellos no detrás de ellos.
- Celebra tus chistes desde el amor y no desde la inseguridad.
- Libérate de culpas, no te compares.
- Deja de sentirte orgulloso de lo hiriente que puedes llegar a ser.
- No olvides que lo que estás diciendo a alguien de otro, ese alguien puede pensar que también lo dices de él o ella.
- Cuida tus amistades, es mejor inspirar con confianza y humildad.
- Y cuando logres todo esto: créete que sí cambiaste y perdónate.