Evlin de @pormistacones hace un reflexión sobre lo que significa ser “la otra”, “la amante”, “la moza”. Si has estado ahí, te conviene leer este texto.
La otra: dícese de la mujer que comparte lecho, cama, familia y amigos con el amor de tu vida que obvio no es tu pareja.
“La otra”, es esa mujer que no tiene ni idea de que existes, o se hace la loca para no perder lo que tantos años le ha costado su relación. “La otra”, es esa novia que cree en la fidelidad de su amorcito, mientras este coquetea sexualmente contigo desde su celular… Esa mujer, según tú, es la otra.
Hace un tiempo un amigo me envió un artículo muy interesante que se titulaba “¿Por qué me gustan los hombres casados?”.
Este decía que, según un estudio, 90% de las mujeres se sienten atraídas por un hombre si este es casado o comprometido. Hacían además la metáfora de que si una mujer ve un vestido que le queda bien a otra, ella también lo quiere tener. Dicen que es porque ese hombre ya ha sido “testeado”, y por lo tanto, otra ya aprobó su capacidad de compromiso, convivencia y muchas razones más.
¿90%? (Yo alucino) ¿Tan mal estamos?
Yo soy de las que opina que tener una relación con una persona comprometida, es súper complicado. Emocionante, excitante, loco, pero complicado…. Y muy vacío. La vida me hizo entender a punta de trancazos esta frase mía: “Hombre ocupado, hombre capado” .
¿La otra? Hija, lo siento, pero la otra eres tú.
Así él te venda villas y castillos y ponga el cielo a tus pies, la otra eres tú. El comodín pues, el “por si acaso”. Suena duro, pero así es.
Yo siempre soy defensora de lo que cada quien quiera hacer con su vida, pero si te amas y te respetas, no aceptas ser el comodín de nadie.
Conozco gente que dice sentirse “feliz” siendo la amante, no sé, se los respeto. Puede que ese ser te haga sentir la única cuando estás con él. Que te diga que eres su gran amor, que su mujer no lo quiere ni lo entiende como tú… En serio ¿Te crees eso?
El otro tema es el tiempo que se pierde esperando a que se divorcie
¿Divorciarse? ¡Nunca, mi amor! En mi experiencia, la mayoría de los hombres NUNCA termina una relación. No generalizo, pero si hiciéramos una estadística, ganarían. Generalmente, hacen todo lo posible para que te hartes y seas la que des el paso para decir “¡Hasta aquí!”. Si eso pasa de novios, imagínate de casados. ¡Puede que tengas suerte! Pero conozco gente que lleva más de 20 años esperando a que el tipo se divorcie.
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¡Y ni hablar del tiempo de calidad que mereces de una pareja!
Puede que los pocos momentos que pasen juntos sean maravillosos. Que el sexo a escondidas del mundo entero, sea súper intenso y emocionante, -no lo dudo-; que la química de lo prohibido se desborde por los poros ¿Y después?
Que quizá haya momentos súper intensos de cybersex y que aparte te diga: “No pasa nada. Total, es virtual” (Lo lamento pero eso es infidelidad también).
Con ese señor no hay fines de semana en calma, no hay escapadas románticas (a menos que sea muy aguerrido y arriesgado) No hay cine a los ojos del mundo, ni teatro con amigos, ni salidas con su familia, ni besos en la calle… Muchas veces, ni un despertar juntos. ¿Tú quieres eso? Bueno, perfecto, pero después no te quejes.
“Los últimos serán los primeros” versa esa famosa frase bíblica, y este no es el caso. Su mujer, su novia o prometida, su familia, su mamá y sus hijos…TODO, hasta su trabajo está antes que tú.
Quizá seas del tipo de mujer que no quiere compromisos, que le va bien tener una relación de esta manera, es válido
El problema es que también nos creemos que los sentimientos están al final de la lista… Y muchas veces no es así. La mayoría termina involucrándose, enamorada perdida y destinada al último puesto en la vida de su amado. Y ni hablemos de la soledad de ser la amante. Lo más triste es que en una relación así la soledad es mucho más común de lo que tú crees. ¡Sigues sola, mi amor! Ese señor está ocupado y nunca estará del todo disponible para acompañar tu vida como tú quieres.
Y para ponerle la guinda a este pastelito: “No le hagas a las demás lo que no te gusta que te hagan”. Entiende que en la vida todo se devuelve, que esa “Otra” como tú la llamas” es una mujer como tú, que también se enamoró. No te extrañe que la vida, como un boomerang, se devuelva y te estampe en la cabeza el título de “la otra” a ti también.