Depresión postparto: cuando el momento más feliz de tu vida no lo es

La depresión postparto es una depresión, diría yo, como cualquier otra: se hace imposible o por lo menos muy difícil disfrutar de las cosas que se disfrutaban antes, aparece un sentimiento muy cargado de minusvalía; es decir, la percepción de no ser capaz de enfrentarnos a la vida y a sus situaciones cotidianas y llega el insomnio como un estresante más y como un agravante que no nos permite el descanso pleno.

En general, la depresión nos presenta una visión muy sesgada, la persona deprimida es negativa frente a sí misma, los otros y al mundo.

Por si no fuera poco, esta enfermedad tiene unos agravantes importantes, entre ellos una carga hormonal y unos cambios físicos, psicológicos y ambientales, que al no conocerlos y no poder manejarlos, hacen que los pensamientos negativos se refuercen y se alimenten para crecer en tamaño y periodicidad.

Y el mayor de todo en este caso: acabas de tener un hijo o unos hijos, en el caso de partos múltiples, y esto, DEBERÍA SER EN TEORÍA, lo más feliz de la vida. De hecho, todas las personas que se acercan a ti se encargan de repetírtelo, sin entender muy bien lo que estás viviendo internamente.

No quiero decir que sea el bebé quien agrave la situación ni mucho menos (salvo que me lo hubieran preguntado a finales de 2013 e inicios 2014), porque haber tenido un bebé, -al menos en mi caso- que había deseado, buscado y esperado con el amor más grande del mundo, pasar por un embarazo del cual me sentí orgullosa, tener mi familia cerca esperando también el momento con la misma emoción, mi esposo acompañándome y siguiendo cada uno de mis deseos (a veces con los que no estaba muy de acuerdo) y tener una niña que al otro día de nacida, parecía la hermana gemela de Blanca Nieves, no daba cabida a ninguna forma de depresión.

Bajo todas estas condiciones más que favorables, sentir que no valía la pena, que me había equivocado, que nada de esto era tan importante, empezar a perder el sentido de la vida, de mi vida y de la existencia de una niña que se luchó su llegada al mundo en el parto y por la cual yo también me jugué la vida, es algo que ninguna mamá quisiera vivir, pero algunas veces lo vive y a veces es involuntario.

Entonces viene la gran pregunta: ¿cómo no poder disfrutar a la persona y el momento que se supone el más feliz de la vida?

Mis sueños comenzaron a derrumbarse y empecé a pensar que la vida se me había acabado, me confronté con cada una de las expectativas que me había creado (o creído) y el castillo de mis ilusiones se derrumbó.

Pero entonces, ¿Qué queda de todo esto que parece tan sombrío? ¡Aprender!

No hay nada más que hacer, tratar de escucharTE, mirar el mundo con ojos realistas y buscar soluciones para aprender.

¿Pero para aprender qué?

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A reconocer que se está pasando por un mal momento que no se puede resolver solo.

A tener humildad, dejándome guiar, aun pensando que tenía las herramientas para saber qué hacer.

A tener paciencia, y les cuento que a mí me costó mucho. Llegó un momento en que no podía controlar casi ninguna de las situaciones que me generaban estrés. Por ejemplo, mi hija tenía alergia a la proteína de la leche y no había nada que hacer para acelerar el proceso de curación; mis medicamentos empezarían a hacerme sentir mejor, pero no en una semana; algún día volvería a dormir más de dos horas seguidas, pero aún no; no sabía si ese vacío y esa sensación de miedo, por no decir terror profundo, iría a desaparecer o no de mi vida. En “realidad” no sabía si mi vida iba a regresar y si yo iba a ser capaz de recuperarla.

A entender que no puedo controlarlo todo, que no todo depende de mí y que a veces las cosas ocurren simplemente como tienen que ocurrir y no es responsabilidad de nadie.

Me di cuenta de que fui muy fuerte, aprendí a mirarme con ojos más benévolos, porque la depresión postparto es muy dura y hace que te castigues por lo incastigable.

Aprendí de prudencia y aceptar los puntos medios, porque es verdad que se puede llegar a amar a otro ser más que a la vida misma, pero que ese ser necesita una mamá con vida propia o una mamá que considere que tiene una vida.

Aprendí, después de un tiempo, -ojalá hubiera sido mucho antes-, que no era la única y que la depresión postparto es más común de lo que me imaginé.

Pude constatar lo poco que se reconoce públicamente esta situación, por más que buscaba en internet, no encontraba con quien identificarme, no había quien me dijera desde lo impersonal, al menos, que eso pasaba, que había cosas por hacer y que se solucionaba en la mayoría de los casos.

Pero bueno, finalmente, y POCO A POCO, aprendí a hablarlo yo, a reconocerlo yo y logré que otras personas encontraran en mi experiencia un punto de encuentro.

Así fue como nació sermama.co, como una opción para las que quieran informarse sobre: “depresión postparto” “grupos de apoyo para depresión postparto” “acabo de tener un hijo y no me siento feliz”, “yo tengo/tuve depresión postparto” “tratamiento para la depresión postparto” y “qué hacer en caso de depresión postparto”.

Encontrarán (como diría Maricarmen Cervelli, la directora de Asuntos de Mujeres) una tipa en Medellín, Colombia, que tuvo depresión postparto, que escribe un blog donde te cuenta su experiencia con la depresión postparto, hace lo mejor que puede para comprenderte, te hace recomendaciones, no te juzga y que logró salir de esta situación; pero sobre todo, que descubrió cómo es SER MAMÁ. 

Te espero con los brazos y las letras abiertas porque te aseguro que tú también puedes salir de esto.

Fotos; Gratisography y Clara Vélez.ser_mama

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