Cómo es una primera cita para un hombre y cómo es una primera cita para una mujer

Si estás leyendo esto desde la experiencia previa en portales y revistas dedicados a exponer la verdad después de una primera cita, o si eres asidua lectora de horóscopos domingueros o de esa para siempre cuestionable “academia del amor”, este post no es para ti.

¿Te suena agresivo? Lo es, porque la rutina de una primera cita (ese intercambio de coqueteos formales que hasta ahora nada tiene que ver con irse a la cama), sigue siendo la misma: llena de expectativas, recato, curiosidad y coqueteo.

Y LA FICCIÓN TIENE MUCHO QUE DECIR SOBRE EL TEMA.

En Mad Men (2007-2015), serie ambientada en la década de 1960, Don Draper expone que, “a pesar del éxito, sus efectos son temporales”, por lo que el que te vaya bien en una primera cita, no asegura una segunda.

Mientras en Californication (2007-2014), una de las series postmodernas más contestatarias de la televisión, el personaje de Hank Moody, confiesa que después de una primera cita nunca está del todo interesado, “pero igual me encuentro diciéndole lo hermosa que es. Porque es cierto. Todas las mujeres lo son, de una u otra forma. Siempre hay algo en cada una de ellas, una sonrisa, una curva, un secreto. Pero a la mañana siguiente, resacoso, me doy cuenta de que no estoy tan disponible como creía la noche anterior”.

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Ambos personajes, aún en épocas distintas, ven con cinismo la interacción de esa expectante primera cita. Y es que no importa la década, las cosas no cambiaron tanto:

Tú pasas el día pensando en qué ponerte, en un escote no demasiado impúdico ni demasiado recatado; te arreglas el pelo una y otra vez; piensas si usar mucho o poco perfume y tomas precauciones en caso de que la cita se extienda hasta el día siguiente…

Él va al gimnasio, se pone lo que probablemente sea un jean y una camisa de vestir y lleva todo el día pensando en cómo extender la noche.

Y da igual si pasa o no. La escritora francesa, Francoise Sagan, dijo que “el único objetivo de un lindo vestido es provocar en el hombre las ganas de quitártelo”.

El sexólogo venezolano Gerardo Jiménez, dice que las mujeres son mucho más apreciables que los hombres: el vestido o la blusa; tacón o sandalias; boca pintada o no; zarcillos que resalten el cuello; uñas pintadas y hasta el simple hecho de usar rímel, hacen de la mujer ese oscuro objeto del deseo que hace que el hombre, aún sin quererlo, se vea embobado.

Nosotros, por nuestro lado, no tenemos las mismas armas de coqueteo. Somos eso que ven encima de un pantalón, saco y camisa. ¿Cómo sabes qué tan importante eres para nosotros? Simple. Buscar un beso al final de la noche sin procurar llevártela a la cama.

Por crudo que suene, Jiménez explica que, apartando los artilugios y adornos que nos ponemos en la primera cita, el hombre, hormonal e impaciente, siempre va a procurar ir más allá, mientras tú quieres tomártelo todo (o casi todo) con calma. Pura biología.

Si después de ese primer beso, quedan en un cortés ‘nos hablamos mañana’, es buen presagio.

La clave del día siguiente radica en la interacción posterior al primer beso o al primer algo. Y en los tiempos que corren, es la pantalla del celular o la computadora, el termómetro más exacto para medir el interés del día siguiente.

No es una ecuación compleja: si pasa todo el día siendo dulce y atento en el 2.0, sabes que todo va bien; si es arisco o indiferente, sabes que no tanto. Pero hay un punto medio: esa reserva que aplica de lado y lado, de no mostrar demasiado interés, hacerse el duro o la dura, hasta que el otro tome la iniciativa.

La cosa es así: si durante esa primera cita hablaron de tus relaciones pasadas, no comiste nada durante la cena, te portaste como una novia o aprovechaste la ocasión para hacer terapia, es bastante probable que no haya una segunda vez. Si por el contrario, hablaron en cantidades iguales de hobbies, política, cine o cualquier otra trivialidad, la expectativa habrá incrementado lo suficiente como para repetir la ocasión.

Cómo saber si no hay otra mujer dentro del escenario será tema de una próxima entrada. Pero valga una frase de Hank Moody como adelanto: “I love Women, I have all their albums”.

Foto: Pixabay.

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