La endometriosis es un trastorno que afecta a 200 millones de mujeres en el mundo. Suele ser una enfermedad impredecible, a veces rara, que puede incapacitar y afectar tu vida diaria y fertilidad. Sin embargo, se subestima. Por eso, en este artículo, nuestra ginecóloga, Yuddysay Ng (@dra.yuddy), nos cuenta acerca de todo lo que debes saber sobre lo que ella denomina: la enfermedad polifacética.
La endometriosis nos sorprende con sus diferentes e inesperadas maneras de hacerse sentir, por eso he decidido llamarla “La Polifacética”. Sus múltiples formas de presentación la hacen parecerse a un camaleón.
La hemos subestimado y normalizado. Los protocolos y las actualizaciones médicas aún la consideran una enfermedad benigna, y aunque todo comienza en la pelvis, la hemos visto migrar tan lejos, ¡que es posible encontrarla en los pulmones!
¿No es esto lo más parecido a una METÁSTASIS?
Su comportamiento hace pensar todo lo contrario. Es capaz de causar dolor, el más agudo, más irritante y el más profundo de los dolores. No importa. Es un dolor que se presenta durante todos los meses -en el mejor de los casos-, porque algunas mujeres menos afortunadas, lo sufren a diario.
Es una enfermedad impredecible
Unos meses es delicada y permisiva, otros te permite trabajar y cumplir con tus compromisos, eso sí, sin dejar de recordarte que está presente. Pero a veces, se vuelve intensa y causa estragos, tumbándote e incapacitándote sin piedad.
Y como si fuera poco, al espectáculo se van sumando otros síntomas desagradables: la debilidad general y la sensación de desvanecimiento aparecen repentinamente.
Te das cuenta de que la tensión arterial va bajando en picada y no puedes hacer nada. Ya sabes que, inevitablemente, lo que sigue son las náuseas y el vómito, que completan su más terrorífico performance.
La endometriosis va más allá del dolor pélvico menstrual. También se hace sentir al evacuar y durante el acto sexual.
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¡Así es la endometriosis! Y la hemos subestimado
Les confieso que la endometriosis era un tema de poco interés para mí. En nuestra sed de aprendizaje, el morbo por lo “más patológico” se apoderaba de nosotros, los estudiantes de medicina.
El embarazo ectópico, el Virus del Papiloma Humano (VPH), el cáncer de cuello uterino y cualquier otro tema le llevaba la delantera a la endometriosis. Nadie le prestaba atención.
Sin darnos cuenta, el dolor menstrual se iba normalizando. Lo veíamos como algo fisiológico, pero, ¿en qué momento la endometriosis dejó de ser algo patológico?
Me viene a la mente un episodio en mi cuarto año de la carrera, en la clase de Cirugía General. Fue un año de mucha demanda física y mental, de mucha resistencia emocional. Yo tenía estrés siempre. Supongo que esa era la causa de mi dolor menstrual, porque este era inusual en mí.
Al manifestarlo, como buen cirujano, el profesor no dudó en hacer la pregunta que él, consideraría de rigor: “¿es un dolor fisiológico?”
Un dolor fisiológico quiere decir que es un dolor normal, producto del período menstrual.
¡La clara evidencia de que el dolor menstrual era considerado fisiológico!
No lo culpo, ¡la endometriosis puede hacer dudar al más experto!
El dolor menstrual no siempre equivale a endometriosis y para complicarlo más, ¡también hay endometriosis sin dolor!
Pareciera un escenario menos trágico, eso de la “endometriosis sin dolor”, pero no es así. Las que corrieron con “esta suerte”, lo descubren después de pasar años buscando embarazarse, que es cuando aparece el diagnóstico, sumado por supuesto, a la infertilidad.
Además de trágico, es cruel e injusto.
En tiempos modernos, donde la gente ya no fallece de SIDA porque existen los retrovirales para tratarla, donde ya se creó la vacuna contra el Virus del Papiloma Humano, mucho se ha avanzado en tratamientos oncológicos y hasta se habla de la cura para el cáncer, yo me pregunto: ¿por qué no hemos logrado detener la endometriosis?
Y aunque no hay cura para esta enfermedad tan incierta, la ciencia se ha encargado de abrir otras opciones para tratarla: desde el clásico medicamento Dienogest, hasta suplementos con alto poder antioxidante.
Opciones que, en el pasado, hubiésemos considerado inútiles, hoy en día pueden ser nuestros caballitos de batalla para tratarla, en un intento por mejorar la calidad de vida y detener su avance.
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¿Podemos hablar de otros tratamientos para la endometriosis?
Cuando hay sospecha de endometriosis, primero se indica un tratamiento médico, hasta agotar todas las posibilidades antes de optar por una cirugía.
Pero, el enfoque desde la psiconeuroinmunoendocrinología, busca ser más integrativo y aborda la endometriosis desde múltiples perspectivas. Una de las cosas fundamentales, es el manejo de las emociones y la ansiedad.
La actividad física y el ejercicio no deben faltar. Modificar la alimentación pasó de ser una sugerencia a una indicación formal: no hay cabida para los lácteos, azúcar refinado, el glúten y los ultraprocesados, si quieres mejorar.
No existe la mejor pauta ni el mejor protocolo de tratamiento. El manejo integral pareciera ser el óptimo, así como el autoconocimiento y la exploración hasta descubrir lo que mejor se adapta a ti.
“Se hereda”. Quizás ya es momento de que esto funcione como alerta y encienda las alarmas para evitar que la endometriosis pase inadvertida.
Ha sido capaz de atacar a cualquier mujer. Sabemos que no ha respetado raza, color, edad, ni condición social. A veces es imperceptible y muy impredecible.
Es hora de dejar atrás el frustrante retraso en su diagnóstico. Es momento de conocerla, detectarla y detenerla.
¡No la normalicemos!