Recientemente entrevisté a la coach mexicana, Marisa Gallardo, una mujer con una energía maravillosa que me dio algunas lecciones sobre los pensamientos negativos, el miedo, el perdón, las creencias que nos limitan y el verdadero disfrute de la vida.
Marisa estará en Colombia este mes de febrero, para promocionar una serie de actividades relacionadas con estos temas, especialmente, su curso online de 30 días, llamado “¿Quién manda en tu vida?”, que, en lo particular, me tiene muy entusiasmada, porque nos permitirá mirar profundamente todas esas creencias y aprendizajes que nos han limitado toda la vida y han influido en nuestras relaciones de pareja, en el trabajo, con nuestros hijos y con la visión que tenemos de nosotras mismas. Marisa nos dice que sí podemos transformar todo esto en lo que sí queremos y merecemos ¡Y me llena de esperanza!
¡Conozcan a esta mujer y todo lo que tiene para darnos!
¿Qué significa que nosotros mandemos en nuestra vida?
Bueno, me encanta tu pregunta. Muchos de nosotros creemos que somos los que estamos mandando en nuestras vidas, pero en realidad las decisiones las estamos tomando desde un lugar inconsciente.
Muchas veces la está dirigiendo la voz del miedo, la preocupación y los programas aprendidos, que nos dicen que la vida es peligrosa y que hay que desconfiar; entonces, desde ese lugar estamos tomando muchas decisiones; ese es casi 94% de nuestra psique que está en el inconsciente y de lo cual no nos damos cuenta.
Entonces por eso, es que cuando le puse a mi curso ¿Quién manda en tu vida? la intención era crear conciencia de que, aunque pensamos que somos nosotros, es a veces la programación o ese modo robot que no nos permite cuestionar lo que pensamos.
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¿De dónde viene toda esa robotización, de nuestros papás, de la crianza, del colegio?
Pues, justamente como tú lo dices, viene de todo un poco.
Viene de que son siglos de programación en el miedo. Tenemos un inconsciente colectivo que ha estado muy permeado por la idea de la lucha, del ataque, de creernos que somos seres separados.
Cuando pensamos que somos todas esas cosas, nos hemos desconectado de nuestra verdadera esencia, y eso nos ha llevado a experimentarnos como seres separados que viven con mucho temor y pensando que los demás quieren atacarnos o quitarnos algo.
Entonces, desde ahí estamos programados a querernos defender y la defensa es algo que está muy sentada en el ego, y no en nuestra verdad ni en nuestra esencia; entonces, básicamente la programación se adquiere desde el inconsciente colectivo pero también tenemos un inconsciente familiar, que son las cosas que se han pasado de generación en generación.
Creencias como: “Los hombres de este clan se dedican a ser abogados o doctores”, “Las mujeres de esta familia llegan vírgenes al matrimonio”; cualquier creencia que nosotros hayamos adquirido de nuestras familias para pertenecer a ella pero que hoy condiciona nuestra vida.
Asímismo, también hemos adquirido muchas de estas creencias en la escuela a través de tutores y maestros; también de los medios de comunicación: los comerciales y los anuncios.
Hay muchas creencias en los cánones de belleza y en el estilo de vida de lo que se considera “felicidad”.
Para muchos, felicidad es tener un puesto de trabajo determinado, ganar tanto dinero, tener una cuenta de banco con tanta cantidad, tener una casa con jardín, con perrito, estar casado, ser una familia y tener un hijo varón más grande que una niñita. Todas esas ideas que pensamos que son “felicidad”, que nos vendieron y que nunca nos cuestionamos.
Para muchos de nosotros nos funciona la idea del matrimonio o la idea de trabajar en una empresa o en una corporación; pero para muchos otros no. Entonces no significa que existe una sola forma de vivir, sino que hay tantas formas de vivir como personas en el mundo.
¿Y cómo nos damos cuenta de eso, o sea, cómo me doy cuenta de que yo tengo una creencia durante toda mi vida, que me ha estado afectando?
Las creencias se ven en los resultados que estás dando en las diferentes áreas de tu vida.
Cuando tú no te sientes satisfecho, pleno, dichoso o a gusto, es porque tienes cierta información que te impide dar los resultados que quieres. Entonces te vas a dar cuenta de dónde no está funcionando lo que crees, dependiendo del resultado que tienes de ello.
Y esa insatisfacción no viene a lastimarte ni a fastidiar tu existencia, sino que viene a avisarte: “OJO, existe otra forma de vivir”; pero para ello necesitas cuestionar de alguna forma lo que has venido creyendo hasta ahora.
Cuando me doy cuenta de eso y empiezo a cuestionar, ¿Cuál es el paso que debo dar después? ¿Qué proceso debo vivir para transformar esa creencia y con ello mejorar mi vida?
Primero, darnos cuenta de que una creencia es un acto repetido en el tiempo al que yo le doy un significado. Yo le doy un significado a partir de supuestas evidencias que encuentro, solo que mis evidencias son interpretaciones, no son realmente hechos fácticos.
Además, una creencia puede tener consenso social. Pareciera que entre más personas piensen así, más verdadera es mi creencia. Pero cuando yo me voy a cuestionar una creencia, me tengo que dar cuenta de que para que yo crea en algo se necesita el poder de mi voluntad y sobre todo de mi atención y con ello de mi emoción.
Entonces, no porque lo piensen muchas personas, o porque hasta ahora yo lo haya evidenciado de esa manera, esa es la única realidad porque puedo pensar en tres personas que viven una vida satisfactoria en esa área, y que probablemente no tienen esta creencia. Entonces, si no es real para ellos tampoco tiene porqué ser real para mí.
Tú hablas mucho de gestionar los pensamientos. Yo, por ejemplo, tengo una Cruella de Vil dentro de mi cabeza que me dice cosas negativas, y cada quien tiene la suya, que le dice cosas: “Tú no eres capaz”, “Estás gorda y eres fea”, “No salgas”, “Ella es mejor que tú”. Y esos pensamientos generan mucha inquietud y angustia en la gente…
Sí, bueno, los pensamientos son energías en movimiento.
Básicamente, nosotros tenemos una antenita y nuestra antenita está alineada al tipo de observadores e intérpretes de la vida que somos.
Muchos de nosotros crecimos en familias o en una cultura en la que sufrir era bien visto, en la que ser rico es malo, porque los ricos son malos, corrompen y el dinero destruye. Probablemente, esas ideas nos fueron haciendo un tipo de observador particular en la vida. Cada persona observa el mundo según sus propios lentes, hay unos que lo observan desde el drama y otros que lo observan desde un estado pletórico de felicidad.
Hay otros que lo observan desde un mix, pero en realidad aquí lo que hace que nosotros nos identifiquemos con ciertos pensamientos, es el tipo de observadores que somos, es hacia dónde tenemos sintonizada nuestra antenita.
Si estamos sintonizando la preocupación porque hemos pensado que estar preocupados es algo que nos funciona, pues vamos a llamar a todos los pensamientos que están en esa línea, vamos a hacerlos parte de nuestra vida. Entonces la idea aquí es que nosotros afinemos nuestra antena y sintonicemos otras frecuencias más amorosas y más funcionales.
En realidad, nosotros sí tenemos el poder de decidir a qué pensamiento le creemos y a qué pensamiento no, de entrada, porque ningún pensamiento negativo es cierto. Cualquier pensamiento que me lleve al miedo, me contrae, y lo que me hace entrar en contracción, no es amoroso, funcional, ni honesto con mi verdadera esencia.
Cuando yo hablo de la verdadera esencia, hablo de esa parte que no está programada y que es pura, que está fuera de las creencias, que es una parte de ti que confía, que sabe que tiene una sabiduría, una intuición y un sentido común que son con los que diriges tu vida.
¿Hay algún ejercicio práctico que podamos hacer cuando nos atacan estos pensamientos?
Bueno, en realidad el primer ejercicio es cambiar la interpretación: los pensamientos no nos atacan, los pensamientos simplemente pasan.
Cuando yo pienso “¡Ay! ahí viene un pensamiento de terror“, me tengo que defender, ya no estoy entendiendo el sentido útil del pensamiento.
El pensamiento simplemente es una onda de energía que va a pasar, y si yo no creo un lazo energético y emocional con él, simplemente va a pasar como va a pasar por otras cabezas, pero no se va a quedar en la mía.
Lo primero es entender que el pensamiento no me quiere atacar, el pensamiento viene y me dice “¡HOLA! Soy un pensamiento, simplemente estoy pasando, no tengo ningún significado a menos que tú me lo quieras dar y si me lo quieres dar desde un lugar de terror, pues entonces estarás creando un vínculo conmigo”.
Pero si, por el contrario, te das cuenta de que voy a pasar porque simplemente soy energía en movimiento, en la medida en que lo identifiques como una diarrea mental, va a pasar y ya.
Entonces, lo primero es no tenerles miedo a los pensamientos, los pensamientos no se pueden controlar porque eso es ego, es miedo. Control viene siempre de miedo, entonces más bien los pensamientos se cuestionan.
Vas a permitir que pasen, los vas a ver y les vas a decir “¡Gracias! Porque sé que no quieres atacarme sino ver si sigo resonando contigo o si ya estoy lista para dejarte ir“.
Cada pensamiento de terror que hemos tenido está cumpliendo una función, un propósito útil, aunque parezca inútil ¿no? Y es que si nosotros hemos pensado o aprendido que en la vida hay que protegerse, pues los pensamientos de terror cumplen esa función, pareciera que nos quieren proteger.
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Hablando de proteger y de pelearse con el mundo y de los “deberías“ que nosotros les exigimos a los demás. En tu curso hablas “del gancho que te engancha” y a mí me encanta ese tema porque es verdad que nosotros vivimos luchando con las personas, ¿No? Y viendo en ellas cosas que nos molestan muchísimo y “tal persona debería actuar así“, “el otro debería hacer tal cosa o debería haber dicho tal cosa” ¿Qué nos indica eso a nosotros de nosotros mismos?
Bueno, cuando una persona vive en una conversación de “debería”: “Esto no debería pasar”, “Él no debería ser así”, esa persona está ausente de su presente y sufre.
Tú vas a saber que estás sufriendo, porque estás en rechazo a algo y lo sabes porque la palabra “debería” está apareciendo en tu diálogo interno o en tu diálogo con otros.
Muchas veces somos ciegos de nosotros mismos porque creemos que tenemos la razón, pero querer tener la razón nos lleva a perder la razón; no se trata de eso, sino de darnos cuenta de que las personas están ahí facilitándonos algo que nosotros no estamos pudiendo ver en nosotros mismos y que las relaciones no son de lucha.
Estar luchando en una relación es ridículo porque la relación y su propósito y su sentido útil es hacernos felices, si no nos las estamos pasando bien, es que hay dentro de nosotros cierta creencia, cierta emoción y cierto comportamiento que necesitamos revisar.
¿Pero entonces sí es el espejo donde nos proyectamos? Es decir, si a mí me molesta algo de alguien, ¿Eso que me molesta lo tengo yo?
Sí, y a lo mejor no lo tienes en tu comportamiento.
Si por ejemplo a mí me molesta, no sé, que mi jefe sea un impuntual porque yo soy muy puntual, yo te digo: “Lo que te choca te cheka” y tú dices: “No, no es real porque yo siempre estoy aquí en punto de las ocho de la mañana y mi jefe llega a la una y media de la mañana o diez si se acuerda”. Entonces yo ahí te voy a decir: Ok, entiendo, entiendo que tú no tengas el comportamiento, eso no quita que tu jefe sí lo tenga.
O sea, ¡Ojo! La proyección no significa que el otro no esté comportándose de esa manera, probablemente tu jefe sí esté llegando a las diez y media, pero la cuestión aquí es que tú estás en un exceso. Entonces a lo mejor tú no te comportas así, pero tú estás en una postura de que tú eres mejor que el otro porque tú eres puntual y como no has integrado y no has entendido que no existe mejor o peor, pues estás evidenciando y viviendo situaciones que te hacen ver tu inflexibilidad con esa cuestión.
¡Esto es realmente revelador!
Marisa, ¿Cómo trabajamos el miedo?, ¿Qué cosas prácticas nos puedes decir para trabajar el día a día, el miedo a todo, el miedo a la vida cotidiana?
Bueno, el miedo me avisa que algo está sucediendo en este preciso momento de lo cual yo me tengo que proteger, y ese es un miedo útil que nos sirve para estar en un estado de ponernos en salud y en seguridad.
Si ahora empieza a temblar, ese miedo me avisa que, o me muevo o puede ser que me caiga la lámpara encima.
Pero la cuestión con el miedo es que nosotros lo hemos confundido con el miedo psicológico, el miedo imaginario, que no tenemos evidencia de que esté pasando, pero que nos hace ausentarnos de nuestro presente y nos hace ir a visitar el futuro con muchísima ansiedad y el pasado con muchísima culpabilidad.
Vivimos dando saltitos de pasado a futuro, pero nunca donde nos toca estar y negando el momento en el que nos toca estar.
¿Es como que nos inventamos una historia? Una película…
Pero nos la inventamos con la función supuesta y muy pedorra de “protegernos” porque “¿Y si me quedo sin trabajo? ¡Qué miedo! a lo mejor acabo viviendo debajo de un puente, pero no, porque lo que voy hacer es…
Eso te invita a la reacción y nosotros pensamos que si reaccionamos, nos protegemos, pero justo lo contrario: cuando reaccionas, refuerzas lo que te molesta y te asusta, ¡Lo llamas!
Aprende a disfrutar de verdad
Interesante, y eso yo creo que lo puedo encadenar un poco con el módulo final de tu curso, y es el disfrute. Yo creo que nosotros confundimos un poco la palabra disfrute, ¿Qué es el disfrute? ¿Hacia dónde de verdad apuntar a la hora de querer disfrutar la vida?
Bueno, yo creo que el disfrute tiene que ver con presencia, porque es en la presencia donde se despierta la consciencia; tiene que ver con pasión, tiene que ver con autoconocimiento y con inspiración.
Yo aquí ahora si estoy contigo en este momento, puedo tener inspiraciones, puedo sentirme conectada contigo y eso es un disfrute para mí, porque estoy aquí y ahora viviendo este momento.
Entonces en el disfrute, yo tengo una frase que está en el curso y dice: “En el disfrute está el fruto”, porque muchos de nosotros crecimos o más bien el sistema de pensamiento en el que nos desarrollamos, fue este pensamiento de la matrix, no en el que tienes que trabajar, te tienes que esforzar, tienes que luchar y entonces como que el disfrute era algo como que vanidad, ¿No?
Pero todo lo que se hace desde un lugar de lucha y carencia, trae un resultado que no es sostenido en el tiempo.
En el disfrute hay sincro destino, en el disfrute, como hay presencia, te vas moviendo desde un lugar de fluidez en la vida y aunque aparentemente pudiera aparecer algún obstáculo, si tú te regresas al presente y pones el corazón en eso que estás viviendo, eso se convierte en un trampolín.
Dedícate a disfrutar cada cosita que hagas o, al menos, pon tu atención en el beneficio de hacer eso. Por ejemplo, ir al banco a hacer un pago. Bueno pues, a lo mejor no vas saltando en un pie de alegría, pero si pones tu atención en el beneficio de eso, te ubicas en un lugar de más gozo que de la otra manera, y de esa manera tu día va fluyendo más.
El curso de Marisa Gallardo
¿Por qué deberíamos hacer tu curso y cómo crees que salimos de ahí? ¿Sabes lo que me imagino? Que uno va pasando por un autolavado y que va como el detergente lavándote la cabeza y luego puliendo y luego sacándole brillo, y uno sale… ufff ¡Como nuevo! ¿Es así?
Mira, por qué deberían hacerlo, no me gustaría que pensaran en que lo deben o lo tienen que, me gustaría que se lo quisieran permitir y regalar si así lo quieren.
No me gusta convencer ni predicar, porque creo que los consejos no sirven, abducir a alguien no sirve. Yo, más bien creo en que resuenas con ciertas cosas.
Si tú estás lo suficientemente cansado, harto, agotado y fatigado de vivir una vida en la que no estás satisfecho, pues ya es un buen momento de que digas: “Voy a ver”.
Tengo que parar de echarle la culpa al de al lado o a la vida, a las situaciones o al gobierno, ¿Dónde está mi participación en todo esto? ¿Quién estoy siendo yo en todo esto?
Y creo que si estás listo para tener esa valentía de mirar hacia adentro, este curso te va a permitir darte cuenta de que hay técnicas que te pueden hacer el trabajo de primero, hacerte consciente de lo que no ves y luego transformarlo, limpiarlo y depurarlo, hasta que tú elijas desde un lugar de congruencia cómo te quieres relacionar con eso y qué de eso te vas a quedar y qué no, entendiendo que esto es tú decisión.
¿Qué les diría? pues eso, les diría que tiene la oportunidad de deshacer nudos mentales, de conocerse, de regalarse un momento; se trata de ser ser lo que has olvidado.
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“Ser lo que has olvidado”. Claro, nosotros nacemos como limpios de todo eso y después ahí nos vamos llenando ¿No? se nos va llenando como el disco duro de cositas que determinan nuestra vida.
Sí, nosotros nacemos limpios. Un bebé no está pensando: “Oye, es que yo no valgo, yo no puedo”, ¡NO! O sea, un bebé no tiene esa conciencia hasta que empieza a ser permeado por el entorno y empieza a llegar a ciertas conclusiones de lo que escucha y repite; pero nosotros en estado puro somos esencia de amor y sabiduría, aunque suene cursi.
¿Qué les dirías a todas nuestras seguidoras, a las que están sufriendo porque no tienen pareja o a las que están sufriendo porque no tienen hijos o no quieren tener hijos, pero las presionan? Hay muchas que están sufriendo ahora mismo por mil razones…
Yo les diría que están viviendo lo necesario para trascender ciertas programaciones.
Para que yo me sienta presionada por la sociedad, se necesita el poder de mi voluntad, porque en toda conversación hay un emisor y un receptor, el emisor dice algo y el receptor entiende lo que le da su gana con eso.
Tú puedes entender ataque y presión, o puedes entender que el otro está hablando de sí mismo y no de ti; yo creo que no tener pareja no te hace menos, no te hace no ser; no tener hijos o tenerlos no te hace más. Al final del día, los roles de la vida son experiencias que venimos aquí a jugar, unos como abogados, otros como mamás, otras como deportistas, otras como un todo incluido.
No importa nunca cuál es el rol que estás cumpliendo, sino el estado emocional en el que estás viviendo.
Si están sufriendo es porque están en rechazo del momento presente tal cual es, si quieren transformar sus vidas no se trata de resignarse, se trata de aceptar que hay cierta información en ustedes que no está cooperando, que ya no es vigente, que ya no es actual, que ya no es de moda, que ya no es IN para la persona que ustedes quieren ser, y que necesitan hacer un clavado al interior para ver de eso que están pensando, creyendo o sintiendo, qué se quedan y qué no, con esto doy estos resultados y con estos daría otros. No te voy a mentir: es un trabajo que hay que hacer, es un estilo de vida
Esto es duro ¿No?
No me funciona a mí tanto la palabra “duro”, porque siento que nos mete como en un estado de alerta.
Yo más bien siento que esto se puede disfrutar muchísimo, porque significa desaprender el antiguo YO.
Creo que es un ejercicio de irte quitando disfraces, hasta sentirte liviana, ligera, hasta encontrarte con quién eres y hasta vivir en tu plenitud: si es como mujer, como mujer, si es como mujer- mamá, pues ahora como mujer mamá, si es como mujer soltera, pues como mujer soltera; pero ¡OJO! Soltería significa no estar en pareja, pero no me refiero a estar en pareja solo de personas, no hacer parejas con pensamientos pedorros de soledad o de carencia o de sentirte menos por esas situaciones.
Eso me hace pensar en el lenguaje que usamos, a medida que hemos ido conversando, has corregido algunas palabras que uso, ¿Qué tan importante es el lenguaje?
El lenguaje es todo, es la morada del ser; con el lenguaje construyes o destruyes, el lenguaje te somete o te habilita. El lenguaje te hace generar mas nudos mentales o te hace deshacerlos.
Más que corregir el lenguaje, lo que quiero es compartir una perspectiva diferente. Porque yo también como tú he pensado en algún momento de mi vida del pasado que era duro, pero hoy me doy cuenta de que era nuevo, diferente, pero que también era inspirador y era un regalo, entonces sí: “Dime cómo hablas y te diré cómo vives”.
¡El curso de Marisa Gallardo está increíble y nos morimos por hacerlo!
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Fotos: cortesía