“La vida láctea” muestra la cruda verdad de la maternidad

Entrevista a las autoras de La vida Láctea en Asuntos de Mujeres

El libro “La vida láctea” me sorprendió gratamente. Es ese tipo de obras que me habría querido encontrar hace 5 años, cuando la depresión postparto me hizo víctima de una época oscura de mi maternidad.

En el libro, hay una conversación peculiar de dos mamás sobre sus experiencias con el postparto, la lactancia, la sexualidad, el cansancio y el caos.

 

Entrevista a las autoras de La Vida Láctea en Asuntos de Mujeres

 

Una le habla con dibujos y la otra responde con textos (y viceversa); pero lo que hay en común, es una conversación llena de realidad, honestidad y demostraciones de vulnerabilidad, algo que nos hace sentir acompañadas para llorar y reír; y también para saber que no todo es mágico o feliz como lo pintan en los comerciales de televisión, que ser mamá puede ser muy difícil… ¡Y que eso también pasa (y más de lo que creemos)!

A sus autoras, las colombianas María Camila Sanjinés y Tatiana Andrade, las conocí en el Hay Festival en Cartagena, Colombia. Y con la misma sinceridad que usaron en su libro, hablaron conmigo sobre su experiencia como mamás y sobre los desafíos de la maternidad en una sociedad que, muchas veces, la transforma en un cuento de Disney y todavía condena a quienes se atreven a mostrar el lado poco amable de parir y tener hijos (o decidir no tenerlos).

 

Entrevista a las autoras de La vida Láctea en Asuntos de Mujeres
María Camila y Tatiana se encontraron conmigo en el Hay Festival de Cartagena.

Aquí les dejo nuestra conversación…

 

¿Cómo es que ustedes deciden y logran hacer un libro en pleno ‘puerperio’ (yo sé que esa palabra les parece horrenda)?

Básicamente no se me había ocurrido, dice Tatiana, sino cuando David Correa – el director de Planeta- me pregunta que por qué no hacíamos un libro con una intención que yo tenía de poner muchas preguntas en el papel, pero solo las tenía en mi cabeza y se las contaba a él.

Y a raíz de un Instagram que vi de María Camila, donde ella ya estaba dibujando muchas situaciones que a mí me parecían similares, -porque estábamos más o menos en el mismo momento: ella con una bebé de 3 meses, yo con un bebé de 6 meses: amamantando y en esos meses de postparto-, le comenté a Juan David que esos dibujos me llamaban mucho la atención, que estaban captando mucho de lo que estaba sintiendo en ese momento.

Y él me dijo: “¿Pues por qué no hacemos un libro?”, nos reunimos con María Camila y empezamos a hablar, a desahogarnos y a conectarnos con eso tan difícil que es recuperarse como mujer y pensar en otras cosas que no sean pañales, leche, sueño, dolor, dificultad y atrevernos a hablar desde otro lugar.

Fue un momento en el que todo fue muy orgánico, agrega María Camila, pero también, creo que son en esos momentos de dolor – porque es un proceso doloroso-, y en ese duelo que uno está teniendo con la mujer que uno era y la mujer que se convierte, hay momentos muy creativos.

Y es que cuando uno está en carne viva, -literalmente uno está en carne viva- (los pezones están en carne viva), uno también está muy conectado con la creatividad y son momentos en los que la creatividad es muy honesta.

Yo dibujaba mientras daba teta, por eso es que todos los dibujos están hechos en el celular, con un dedo y a las 2:00 a.m. Son dibujos súper chuecos… Yo soy artista y siempre digo que “no son mi mejor obra pictórica”.

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Este fue el post de Instagram que hizo que Tatiana conversara con María Camila sobre su maternidad.

 

 

De hecho, esa es la primera ilustración que hay en el libro, o una de las primeras: esa mamá que está amamantando pero también está pensando en todos los sueños que le quedan por cumplir.

Sí, ese fue el primer dibujo que le comenté a María Camila y por el cual también empezamos otra vez el diálogo que fue muy espontáneo… Y yo creo que eso es lo valioso del libro también, dice Tatiana, cómo esa espontaneidad que empezó con un diálogo de dos amigas y siguió así, pero cambió de formato y se volvió dibujo y se volvió papel y se volvió literatura.

Pero digamos que en el fondo está esa honestidad y esa espontaneidad de no sentirse tan solo en el mundo… Creo yo…

 

Que esa es una de las cosas que sienten muchas mamás cuando su bebé nace: soledad, ¿no? 

Cuando estás embarazada todo el mundo te está cuidando y cuando tienes a un bebé, tú eres el cuidador principal de alguien y ‘te acaba de coger un tren’, afirma María Camila.

 

 Y en tu caso, Tatiana, ¿Cuándo escribías?

En el baño escribí muchísimo porque esos eran los momentos que realmente podía decir: “Bueno, tengo que ir al baño, alguien tiene que coger a este niño y denme 5 minutos”.

Entonces de esos 5 minutos yo empezaba una historia y después la retomaba cuando el bebé estaba dormido o en la noche… En fin, se fueron tejiendo esas historias que, sí, yo al contrario de lo que dice ‘Chipis (María Camila)’, no lograba sentir que estaba siendo creativa…

 

¿En serio? Pero tienes unos textos increíbles y brutales, Tatiana.

…Yo me sentía como vacía, como perdida; como que mi propósito creativo no lo encontraba, y lo único que podía hacer era escribir la realidad, contar lo que estaba pasando y le decía a Juan David “¿A quién le va a interesar esto?, ¿Quién va a ser la persona que se lea esto y diga: ‘valía la pena contarlo’?”

No lo tenía entre mis proyectos.

 

Pero me imagino que han recibido comentarios, les han dado las gracias, les han dicho: “¡Oh! Se parecen a mí, no soy la única loca, no estoy sola”.

No estoy diciendo que nuestro libro haya sido la gran obra maestra, pero ese tipo de grandes acontecimientos en la vida literaria o artística, nacen – pienso yo- de un proceso que venía de años atrás.

O sea, no fue: “Vamos a sentarnos a escribir un libro sobre la maternidad y vamos a hablar sobre el género, vamos a hablar sobre el feminismo, vamos a ponerle luz a temas que nunca nuestra generación ha puesto y vamos a darle nombre a las maternidades…” Nunca lo hablamos de esa manera, jamás.

Es más como un autorretrato de un momento, ¿Sabes?, dice María Camila.

Después, con el tiempo, cuando empezaron a salir las notas en los periódicos, revistas, como: “Estas niñas le pusieron voz a situaciones que antes no se nombraban”, “Esto es lo crudo de la maternidad”, “Este es el tabú de la maternidad, la consciencia de ser mujer y de parir, etc…” Empezamos a darnos cuenta de que no había sido tampoco tan efímero.

 

Entrevista a las autoras de La vida Láctea en Asuntos de Mujeres
Las autoras de “La vida láctea” en el Hay Festival-Cartagena

 

No, la verdad es que no es efímero, porque sí es un autorretrato de un momento que pasamos todas las mamás y a muchas les da vergüenza contarlo…

Yo pienso que todavía hay tanto tabú alrededor de algo por lo que todo ser humano pasa, y es el parto. O has parido, o has ayudado a alguien a parir, o has nacido.

Digamos que es una cosa como ‘cagar’, perdón; pero es que es tal cual.

Y pienso que ahí es donde encontramos que había un vacío… Después de hacer el libro, encontramos que había un vacío en hablar del tema y creo que la respuesta que más ha tenido el libro es desde ahí, desde mamás que encuentran una voz (que para nosotras era muy obvia, porque era la voz que teníamos en ese momento), pero que nadie le daba…

 

O sea, ustedes lo veían como: ¿“Es normal pasar por aquí” o “Ok, a mí no me contaron esto, yo no sabía que esto era tan complicado”?

Sí, la verdad… No me contaron nada de esto, ni siquiera el médico, dice Tatiana.

Y eso que yo, desde el momento del parto, no sé si les pasó, me sentí completamente desconectada de mi médico porque era hombre y yo decía: “él no está sabiendo nada de lo que yo estoy sintiendo, ¡nada!”

O sea, era un obstetra y en un momento dado me dije: “¿Qué estoy haciendo acá con un hombre?”

Y después, ese momento de soledad. En el parto me sentí terriblemente sola por dentro, fue como si me hubieran sacado y vaciado todas mis emociones y todo mi cerebro… Yo no sabía qué pensar, la verdad; fue como si volviera a nacer, pero en ese momento: el cerebro y la razón estaban desprovistos de emociones.

Y hubo un acto muy significativo que lo he venido pensando en estos días, y es que Tomás (el bebé de Tatiana), se demoró mucho en salir, mucho tiempo, y le dije al médico: “no, cesárea por favor no”. Y él me dijo: “Es el último pujo porque está en riesgo la vida de su bebé”.

Yo hice el último pujo como pujando y pariendo a la humanidad entera y salió; y grité “aaaaaaahhhhhhhh”.

Y el médico me calló: “shhht, no grite, que lo va a asustar”…

 

 ¿En serio? Eso es como violencia obstétrica, ¿no?

Eso que dice Tatiana es muy importante porque hay como un tema de la voz de la mujer siendo callada en todo, afirma María Camila. Yo lo hablaba el otro día con alguien que nos entrevistó y me dijo que a ella también le dijeron en el hospital que a veces ponían la epidural porque las mamitas gritan mucho y asustan a las otras pacientes…

 

Pero es que además eso duele muchoooooooo ¿Cómo no vamos a gritar?

Pero además a mí me enseñaron unos cantos carnáticos que si abres la garganta, se abre el cuello uterino, como que están conectados; y si abres acá, se abre allá… Entonces hay un tema también con ese grito que es de apertura, que es biológico.

Y callarle a uno el grito en el parto es muy violento.

 

 

Sé lo que sientes porque el mío [médico obstetra], me mostró a mi bebé como un pollo: “Esta es tu hija”, me dijo… Pero ni siquiera la cargué.

Entonces hay muchas cosas que uno lee después y dice: “Ah, claro. Es que de repente yo necesitaba piel con piel o necesitaba sentir otra cosa”. Pero son cosas de la que nos vamos dando cuenta después…

Es como una contraguerrilla que nos toca crear a las mujeres, para poder tener un parto natural, para poder abrazar a nuestros bebés después de parir, para podérnoslo poner en la teta o para que nos dejen llevar nuestra placenta, afirma María Camila.

Yo parí mi primer hijo en España, en la pública; era bastante hippie y ahí me enseñaron todas las bondades de la lactancia materna y del parto natural.

Pero después, mi segunda hija la tuve aquí con ‘la privada’ y no sabes toda la triquiñuela que era poder meter a la partera, poder llevar la neverita para la placenta, para que mi marido – apenas naciera la bebé y yo la tuviera- él se quitara la camisa y ponérselo en la piel… Porque en España, lo primero que nos dijo la partera fue lo del contacto piel con piel, no solo conmigo sino con el papá, por el olor, por todas las feromonas…

Y aquí mi marido estaba toreando a las enfermeras para quitarse la camisa y poder pegarse al bebé. Yo siento que todo nos tocó hacerlo con triquiñuelas y engaños, como estrategias para distraer al personal médico y poder tener un parto humanizado; y yo pienso que eso es muy violento. Es muy violento que tengamos que pasar por eso para tener un parto como el que queremos.

 

Violento y responsable de cosas que vienen después, que no nos damos cuenta en ese momento, pero vienen después.

Son decisiones sobre el cuerpo. Es bueno que exista la medicina y muchos bebés y mamás sobreviven porque existe la cesárea, claro que sí. Pero eso se ha vuelto un común denominador, se ha vuelto una estrategia para que los médicos puedan ir a jugar Golf y Polo…

Ahora, digamos que no solo los médicos son los responsables. Yo he conocido mujeres que han dicho: “eso es un asco”, “parir por ahí es un asco”, “no quiero terminar con vagina de payaso”. No sé si es ignorancia o miedo o tabúes… Porque estamos en una cultura súper goda, conservadora, que todavía nos cuesta hablar de esto.

Si nos cuesta hablar de la regla, nos cuesta pensar en tener contacto con la regla, con las copas menstruales; imagínate un parto.

 

Cuando se convirtieron en mamás, ¿Cómo se sintieron con su identidad?

Yo siento que más allá de perdida con mi primer hijo, yo me sentí como si me hubieran puesto una de esas bolas antiguas con una cadena al cuello, como ese sentimiento de que estoy “atada a esto”, me anclé, me anclaron, afirma María Camila.

Y pienso que mucha de mi depresión postparto con mi primer hijo – y de alguna manera el rechazo que sentí hacia él, que es muy duro y muy triste decirlo, pero es real- tenía que ver con eso, ¿sabes?, con ese sentimiento de que me él había cortado las alas y que ahora me tocaba quererlo y me tocaba darle mis noches y mi cuerpo…

Con mi segunda hija fue una experiencia muy distinta. Primero creo que por el libro, porque el libro fue como ese escape creativo y esa voz que le dio cierto propósito, para mí fue muy terapéutico; y por otro lado, porque sabes que pasa rápido, que los niños crecen y que sabes que ese momento es muy corto y que no pasa nada con que pares un tiempo y que te hagas respetar ese tiempo.

Que te puedas entregar a esa personita chiquita un rato, porque te vas a enamorar. Ahorita no la quieres, no estás enamorado, pero te vas a enamorar.

Entonces yo creo que con el segundo uno es más “ah , ya, tranquila”…

 

Entrevista a las autoras de La vida Láctea en Asuntos de Mujeres
En el Hay Festival-Cartagena, María Camila y Tatiana, hablaron del lado B de la maternidad.

 

¿Cuánto tiempo te duró la depresión postparto, María Camila? ¿Te medicaron?

No, yo no me mediqué, fui a terapia de grupo, estaba en Barcelona.

Encontré una autora que se llama Rachel Cusk, que tiene un libro llamado “A life’s work: on becoming a mother”. No me lo leí de corrido, saltaba de página en página, pero sentí una voz chévere ahí y fui bamboleándolo hasta que empecé a trabajar en mis proyectos muy rápidamente, no dándome mucho permiso de estar perdida…

Ahora con mi segunda hija me estoy dando más permiso de estar con ella.

 

Pero porque te gusta, porque te da la gana…

Sí, porque además siento -es como una cosa mística-, que ella me ha traído obligatoriamente unos parones, que me toca parar y que inevitablemente, cuando estás quieto, observas y son momentos también de reajustes laborales, emocionales, espirituales, etc.

Entonces en este segundo bebé, ese parón que me ha traído también Violeta, estoy aprovechando para ver qué quiero hacer artísticamente, dónde quiero vivir, cómo quiero vivir, cómo quiero comer… replantear, replantear.

Momentos de observación.

 

Pero es que además, definitivamente, las mujeres que tenemos hijos vivimos un antes y un después, porque la maternidad nos hace reorganizarnos y desordenarnos, pero al mismo tiempo buscar un norte, sabiendo que necesitamos estar bien, porque si no esto va a ser un caos eterno, no sé, yo lo veo de esa manera…

¿Ustedes lo ven así?

Sí, pues, es que es un caos, dice Tatiana. Yo la verdad desde que llegué a la casa con Tomás hasta ahora, probablemente he vivido la época más intensa de mi vida y eso que yo he vivido otras épocas intensas… O sea, yo he probado las drogas y no era tan intenso como esto; he ido de fiesta, he viajado por el mundo, he hecho el trayecto Buenos Aires- Bogotá prácticamente en auto-stop con 2000$ en el bolsillo y tampoco fue tan intenso.

O sea, yo creo que este momento de ser madre y convertirme en una cuidadora de mi misma especie, me ha resultado como una experiencia de adrenalina y emoción que no puedo comparar con nada de lo que hasta el momento haya hecho. Porque además se juega todo.

No solo se juega el “quién es uno” como mujer, esposa, ama de casa… Porque obviamente, odio decirlo, pero uno tiene que convertirse también en administradora de una casa, porque si no, el niñito no puede comer nada, no tiene frutas frescas…

Entonces volverse administradora consecuente y consciente de la vida en todos los niveles y tener, como decía María Camila, esas bolas en el aire todo el tiempo, es un rol que nunca antes había asumido y nunca antes me había gustado asumir.

Digamos que también lo interesante del libro y de las conversaciones – porque el libro es básicamente un diálogo entre María Camila y yo-, es que hay como tres universos que estamos todo el tiempo tratando de conectar, pero como que no se conectan: y es el universo íntimo, que es tan propio de cada una, que es la vivencia de todo este caos; está el mundo exterior, todo el mundo está vigilante, observando “¿Esta madre qué va a hacer?” porque ya cuando uno es madre, uno ya es objeto de señalamientos, uno se vuelve un objeto público; y después, las convenciones morales de la sociedad, que es otro universo aún más amplio y más complejo y aún más agresivo.

Entonces es como: dónde meto esto, dónde meto lo otro. Y yo creo que el libro tiene más o menos esa exploración.

 

De hecho, quería preguntarte eso a ti en particular, Tatiana. Porque hay una parte en donde tú cuentas la historia de tu aborto, la historia de tu primer amor mayor que tú, del otro menor que tú y luego el amor de tu vida, luego Tomás y luego, una parte que me gustó mucho que es lo de la realización como mujer. Yo me conecté mucho con esos textos tan honestos, de no tener miedo a lo que me vayan a decir por haber confesado esto, haberlo confesado de una forma en la que me estoy desnudando como mujer y como mamá… ¿Qué pasó con eso?, ¿Cómo lo lograste y qué dice la gente?

Yo creo que por el mismo vacío que sentía, eso era lo único que podía contar. Lo que estaba sucediendo y la realidad de lo que estaba pasando. No había proceso de “voy a contar esto y lo voy a contar de una manera real y honesta; no estaba en ese proceso de montar un personaje… No fue premeditado, fue como un documental: me ponen la cámara y yo no tengo libreto, no tengo guión.

María Camila añade: Básicamente a mí me llegaban los textos al Whatsapp a las 2:00 a.m., y yo decía “Wao, Tatiana está contando su aborto”. Bueno, bien.

Yo como primera lectora, me gustó mucho ver esa desnudez. Porque además nosotras durante mucho tiempo nos estuvimos desnudando una frente a la otra al principio y ver cómo se fue desnudando Tatiana con estas historias, para mí fue fascinante porque es valiente.

Tatiana interviene: Yo creo que también fue una oportunidad, porque siempre me ha gustado la literatura que nombra las cosas, que explora las emociones; pero siempre he leído una exploración emocional de mujeres (por lo general) hecha por hombres escritores.

Entonces dije: “Bueno, yo soy escritora, me voy a proponer escribir lo que a mí se me ocurra sin un filtro, sin una distancia, sin un compromiso literario, sin nada más que mi espejo”.

Después con el tiempo, cuando empezamos a editar los textos y a decir: “Bueno, aquí de qué se habla”, hicimos un listado, fuimos organizando por temáticas claves y empezamos: depresión, aburrimiento, soledad, angustia, estrés, pelo, la sexual.

Y ese listado se convertía en un conjunto de emociones impresionantes y yo creo que llegó el momento en que, si tenemos que verlo en retrospectiva, creo que hicimos un gran trabajo de descubrir las emociones de una mujer.

 

No bueno, de verdad que es una genialidad. Ahorita tú hablabas de que “no quiero decir que es una obra maestra”, a mí me parece un libro genial, no porque esté hablando con ustedes. Me parece un libro necesario que explora temas que nos tocan a todas, por ejemplo, la culpa. ¿Ustedes cómo llevan la culpa? 

Ese tema es muy interesante, dice María Camila, porque yo por ejemplo, en el momento en que escribimos estaba en una relación terrible con mi hijo mayor, porque había nacido la hermanita, porque además estaba un poco deprimida (tuve una cosa de la tiroides que me jodió todo y estaba en una depresión que me estaba arrastrando por las calles sin saber qué me pasaba).

Y Tatiana se volvió como mi terapeuta personal, y yo llegué un día, llegué tarde a una cita y le conté que le había pegado en la jeta a mi hijo.

Le había pegado muy duro, muy duro y yo estaba destrozada de la culpa y de alguna manera, ese tema se ve dibujado también en el libro cuando yo estoy como un gigante gritándole a toda mi familia, como un monstruo que sale a dar alaridos y a arrasar con todo.

 

¿El papá?, ¿Cómo figura en su libro y sus vidas? ¿Qué es para ustedes el papá?

Para mí, digamos que la paternidad surge de una manera muy bella, creo que ahí hay mucha belleza en torno a la figura masculina, creo que no hay disrupción, creo que hay integración… son participativos.

Hay unos cuantos momentos del libro en el que tenemos alguna confrontación o incomodidad. Pero yo siento que el libro, siempre lo he dicho en todas las entrevistas y charlas, el libro no fue hecho con la intención de explorar lo masculino.

Era como exploremos NUESTRAS maternidades, cuantas hayan, porque no hay una sola.

Creo que el libro es una amalgama de muchas maternidades que sentimos. Y el padre, yo lo veo, por lo que leo del libro, que es un padre muy presente, que es una masculinidad que está muy bien parada, pero que no interviene demasiado.

Yo creo que si hubiera sido un libro que explorara la paternidad y la maternidad, otro habría sido el resultado, afirma Tatiana.

Agrega María Camila: Yo conozco a mi marido y lo veo como papá pero no puedo hablar desde su voz, es su paternidad. Es íntima también.

 

¿Qué le recomiendan ustedes a una mamá agotada? 

 ¡Que duerma! (risas)

 

  • Tatiana: Yo en los últimos meses que hemos hablado mucho del libro, he comprendido y me ha ayudado a sentirme como en rehabilitación. El libro es como una especie de rehabilitación de todo este postparto y este caos, y al igual que los rehabilitados, yo pienso, este es el minuto que me está tocando vivir, no más.

Aquí está llorando, voy a acompañarlo en su llanto, estoy rendida pero no tengo otro presente más que este.

  • María Camila: Ahí yo creo que también es muy importante pensar que todo va a pasar, y también algo que es muy importante, es aprender a delegar desde el minuto cero cuando nace ese bebé.

Muchas mamás se ponen tigresas/ leonas con los papás de: “no le cambies el pañal así”. Deje que le ponga el pañal en la cabeza, pero deje que el ‘man’ ponga los pañales.

Yo con mi marido hice: yo tetas, tú cacas; y esto es que yo no cambié un pañal cagado de mi hijo, pues rara vez, hasta que cumplió dos años, porque era “yo tetas, tú cacas”.

Y de alguna manera, cada vez que le cambiaba el pañal, yo le decía: “Ay mira, es que lo haces tan bien”; “Eres tan bueno con esto”; “Ay mira, el bebé se pone feliz cada vez que te ve”.

  • Tatiana: pero no por ser condescendiente sino para integrarlo.
  • María Camila: Para que ese vínculo se cree, porque tú mañana no vas a estar y necesitas que el papá y el niño tengan un vínculo tan fuerte como el tuyo con el bebé, ¿Me entiendes? Porque eso también te da libertad.

Entonces tratar de dominarlo todo y ser mamá súperpoderosa – que pasa mucho- es un yugo.

 

Y por eso nos agotamos, ¿no? “Porque es que todo lo tengo que hacer yo”

“Hiciste mal la papilla”, “Está muy caliente el tetero”, “Esa cobijita le pica”… Pues que la cobijita le pique, que él se dé cuenta de que la cobija le pica y no ser tú la traductora de las emociones. A la primera hay que leer a los bebés y eso es como leer chino; los papás tienen que aprender a leer chino también.

Eso es fundamental para el agotamiento, que ese vínculo se cree y que el papá no lo haga porque te está ayudando sino porque él está preocupado, porque ya sabe que si ese pañal no lo cambia, se le quema la colita y él ya ha visto la colita quemada cómo duele, afirma maría Camila.

Y agrega Tatiana: y si no hay padre, también hay que hacerse una red de apoyo.

 

Con amigas, ¿no? que son fundamentales, cuando no tienes a la familia cerca…

 ¿Sabes otra cosa que yo también sentí? La sobre información también nos está agotando… Porque es que hay muchas maneras de investigar.

Google: ¿Cómo doy la teta parada?, ¿Cómo tener sexo después del parto?, ¿Cómo regañar a tu hijo, sin regañarlo?

Entonces hay miles de consejos y miles de intervenciones, y lo que más me ha dado seguridad en este proceso es inventarme mis propios métodos, inventarme mis propias respuestas, así sean falsas; así mañana yo me entere de que no había que hacer tal cosa de esa manera sino de otra; pero permitirme fallar como en cualquier proceso creativo.

Yo creo que el proceso de criar es el proceso más creativo que uno puede tener en la vida, finaliza María Camila.

Fotos: Maricarmen Cervelli N.

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